Antes de irme, intercambiamos números de celulares y acordamos horario para el encuentro. A pesar de mi negativa, él sigue diciéndole cita.
Intento no alterarme demasiado, pensar en frío, ver el encuentro como una distracción que me saca de la rutina… Pero cuando abro el mueble para buscar qué ponerme, entro en crisis.
Me pruebo cinco vestidos de los que suelo usar, pero ninguno me convence. Rebusco en el fondo hasta hallar la falda negra, pero ninguna de las blusas que tengo me gustan.
Entonces decido a acudir a Cami.
"Tengo un problema muy grave"
Me responde a los pocos minutos.
"Que pasó??"
"Creo que tengo una cita y no se que ponerme"
Aquello es suficiente para que, al segundo, me ingrese una llamada de su parte.
—¿Con quién saldrás? —Le digo. —¡¿No era que re caía mal?! Necesito que me cuentes que ha pasado.
—Y yo necesito saber qué ponerme. Y también por qué me importa tanto.
Ríe.
A los quince minutos llega a mi casa, saluda a mi madre y a mí hermana que están en el living y la escucho avanzar hacía mi habitación.
—Te escucho —me dice mientras abre las puertas del ropero y empieza a observar la ropa con atención.
Ni siquiera yo sé cómo ha ocurrido esto. Cómo he pasado de que me parezca una molestia a terminar aceptando una supuesta cita.
Tampoco entiendo por qué me emociona tanto la salida de esta noche.
—Así que te gusta.
—No me gusta.
—Pero te interesa verlo, ir bonita y te emociona la salida. Pues te gusta.
Estoy jodida.