A la hora acordada, me acerco a la intersección de las calles con la bolsa de las compras. La veo llegar en auto y me sorprendo. No pensé que manejaba. No la tenía con esa personalidad… independiente.
Parece más bien ese tipo de chicas a las que tienes que cuidar y proteger porque el mundo es un lugar con muchos males. Aunque quizás es mi instinto protector el que genera esa visión… O mis ganas de cuidarla a ella.
—¿Que cenaremos? —me pregunta apenas subo al auto.
—Hice sandwiches. Y compré cervezas. Espero que te gusten.
—Buena elección —me dice sin quitar la vista del frente.
Por primera vez, la noto nerviosa. Y mi instinto de querer protegerla vuelve a aparecer.