Nos despedimos y regreso a mi casa lentamente.
La música de la radio del automóvil rellena el vacío que dejó tras la despedida.
Y me asusta.
Porque esto que siento es desconocido para mi.
Nunca me ha pasado de conectar tanto con alguien desconocido. De poder ser yo misma y hablar de mis cosas con tanta facilidad.
Y mucho menos, sentir estas ganas de volver a verlo cuando hace minutos nos hemos despedido.
Escuché muchas veces que las personas hablaban sobre conexiones instantáneas, de hablar con alguien y sentir que se conocían de toda la vida. Y me parecía un chiste, hasta este momento.
Empiezo a creer en vidas pasadas, en almas gemelas, en el poder del destino y en todas esas cosas que me parecían irreales. Y todo, gracias a una cita de una noche.
Porque sí. Al fin y al cabo, la idea de que haya sido una cita es lo que más me gusta.