Regreso a la casa sonriendo como un idiota y empieza a darme miedo. Por suerte, tengo experiencia en controlar los sentimientos en caso de que amenacen con llegar a una zona sin retorno.
Porque sería muy malo si eso pasara justo en este momento, justo aquí, justo ahora.
Es lo único que me permite relajarme y disfrutar del momento. Saber que todo está bajo control.
O eso creo.
O eso quiero creer.
Me duermo rememorando su risa, su mirada, sus palabras.
Y me despierto con un mensaje suyo.
“Por tu culpa casi llego tarde al trabajo”
Y si, me despierto sonriendo.
¿Qué tan malo puede ser vivir un amor de verano?
Porque se siente muy bien esto que siento.
Y a pesar de saber controlarlo, no quiero.
No ahora.