Sentir sus labios sobre los míos hace que mi cuerpo empiece a quemar, que todos mis sentidos la busquen solo a ella. Porque haber probado su boca, hace que quiera apoderarme de todo.
Sin poder controlarlo, mi mano sube por su muslo y busco sentir más piel. Sigo subiendo y logro escuchar un gemido de su parte. Llego hasta el elástico de su ropa interior y entonces ella se aleja.
—Lo… siento —logro decir cuando me doy cuenta de lo que he hecho.
Ella niega bajando la vista por unos segundos.
—Acá no, es…
—Lo se. Lo siento.
El sol termina de hacer su recorrido hacia el horizonte y nos invade la noche, al igual que el silencio. De pronto, la siento lejos. Y la quiero cerca de nuevo.
—Lo que te quería contar… —Logro que sus ojos se fijen en mí y sonrío. —Es que mi tío tiene una cabaña en la isla que queda cerca de acá. Y que me dará las llaves para la semana que viene. Si te invito, ¿irías?