Corazón de arena

68 - Ella

Esa tarde me acompaña a mi casa. Le digo que no hace falta, pero insiste en que quiere pasar aunque sea, unos minutos más conmigo.

Su nombre se apodera de mi mente. Ya no hay momento en que no lo tenga presente.

Me despierto pensándolo y me acuesto extrañándolo. Y durante mis sueños también aparece.

Ya no se trata de un imán, es una fusión completa con mi vida.

Repetimos la rutina de ese día durante el resto de la semana. Y hablamos mucho.

Le cuento sobre mi infancia en el pueblo y la cantidad de recuerdos hermosos que me dejó esa época. Y juntos recordamos las propias anécdotas de esos años.

Su vida en la ciudad es muy diferente a la vida que yo llevo aquí. Pero aun así me intriga.

Aparte de hablar mucho, también nos besamos mucho… Pero los besos nunca son suficientes. Siempre quiero más.

Y mi cuerpo también.

***

El fin de semana me encuentro con mis amigas y ellas me hacen saber que en el pueblo se habla de mi amorío con el guardavida. Y no me sorprende. Un par de besos en lugares públicos bastan para que las noticias corran.

—Me hace muy feliz igual. Era hora de que el amor golpee tu puerta —me dice Gise quien está viviendo una historia de amor hermosa.

—A mí también —agrega Cami, aunque no se la nota muy feliz.

Ella ha esperado el amor por tanto tiempo y nunca ha tenido suerte.

—Ojalá fuera tan fácil para mi —agrega Lucas, quien su orientación sexual le ha generado complicaciones en este pueblo tan chapado a la antigua.

Y de repente, todos hablan de amor.

Y a mí me asusta aquella palabra.

Porque la última vez he sufrido.

Pero más me asusta, porque mientras más días comparto con Santi, más nítida parece esa palabra tatuada en mi corazón.




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