El lunes hablo con Waldo y por suerte, no tiene problemas en que cambie mi día de trabajo del martes por el sábado. Aun no creo estar haciendo esto por un chico, pero mis ganas de pasar el día con él hacen que haga hasta lo impensado.
Igor escucha la conversación, pero no opina nada. Por suerte. Estos últimos días nos hemos limitado a hablar de trabajo. Y me parece bien así.
Salgo del comedor y voy directo hacia mi casa para guardar las cosas en la mochila. Santi me vendrá a buscar para ir juntos hacia el puerto, donde nos espera la lancha.
Cuando lo veo, mi corazón comienza a latir. Es increíble el poder que causa en mi.
Me rodea con sus brazos haciéndome sentir protegida y luego nuestros labios se encuentran haciendo que todo estalle en mi interior.
Carga mi mochila junto a la suya y caminamos hacia el puerto.
El recorrido hacia la isla demora media hora en la que me permito disfrutar del paisaje. Aunque Santi parece muy ajeno a lo que nos rodea, está recostado con los ojos cerrados mientras su mano acaricia mi muslo.
Sonrío, aunque me gustaría mostrarle el ave que vuela de un lado o el zorro que llegué a ver en la costa. Es un paisaje hermoso como para perdérselo.
Cuando llegamos a la cabaña, mis ojos se abren como platos. Es una cabaña hermosa. No imaginé que podría poner un pie en una de ellas alguna vez.
Santi se despide del hombre que nos acercó y acuerda la hora para que nos busque al día siguiente.
—¿Te gusta?
—Es un paraíso esto.
Mientras yo admiro la cabaña, el posa su mano en mi mejilla y me atrae hacia él para darme un beso suave. Luego otro. Y otro más.
Mi cuerpo comienza a encenderse.
Toma mi mano y me lleva hacia el interior. Allí todo es más bello.
Un living con sofás amplios y un televisor enorme. La cocina está bien equipada y hay un comedor con vista al río que es excelente.
Dejamos las mochilas en el living.
—Espera a ver la habitación —me dice llevándome con él.
Cuando abre la puerta, nuevamente me sorprendo. Una cama de dos plazas con sábanas blancas y un ventanal que va desde el techo hasta el piso y permite ver el río con una pequeña playa.
Definitivamente, es el paraíso.