Corazón Errante

Capítulo 1

En la parte trasera de un vehículo costoso va un hombre con el ceño fruncido debido al cansancio que siente. Uno de sus negocios ha tenido una serie de problemas y por fin logró sacarlo adelante haciéndole ganar una cuantiosa fortuna, lo cual lo hace sentir satisfecho.

Sus ojos negros miraron por la ventanilla pensando pensativo en un compromiso que, por mucho que quiera olvidar, no lo puede hacer. Él, es un hombre que tiene de todo en la vida, aún antes de nacer ya venía con una pesada corona. Un hombre con mucha riqueza, elegancia, estudios, atractivo, sensualidad, pero no tiene lo que cualquier persona sencilla anhela: amor. El amor sincero de una mujer.

Aunque su cama rebosaba de mujeres bellas e inteligentes, ninguna ha logrado romper el muro de hielo que un amor de juventud le marcó la vida, robándole la oportunidad de volver a enamorarse.

La soledad y la desconfianza son los mantos que cubre sus relaciones amorosas. Sabe que es un soltero apetecible y que muchas mujeres lo buscaban por el monto de su billetera y eso él lo tiene bien claro y no piensa dejarse atrapar por esas interesadas.

— ¿A qué rancho lo llevó?, señor Walker — preguntó el conductor de manera educada, sacando al Ceo de sus turbulentos pensamientos. El hombre tiene por costumbre dos días a la semana visitar uno de los ranchos y revisar la información de los caporales.

—Esta semana voy a pasar un tiempo en el rancho El Crepúsculo. Según se me informó, hoy entra un nuevo auxiliar administrativo. Al parecer es mujer y no quiero que los hombres se vuelvan locos por meterse en medio de sus piernas. Misael está de permiso y debo estar al frente de ese asunto —dijo de manera cortante como era su manera de expresar siempre sus ideas.

— ¡Como usted diga! — el chofer se limitó a seguir su rumbo.

Al momento de llegar al pueblo se encontró con Mario, uno de los jóvenes peones que está aparcado en una de las terminales de autobuses.

El costoso carro se detuvo delante de la destartalada camioneta, lo cual era antagónico. La riqueza y la pobreza.

Walker, con su mirada rapaz, se dirigió al joven peón.

— ¿Qué haces aquí?, Mario?—preguntó con la voz cansada Walker.

El joven se quitó el sombrero y lo movió con nerviosismo entre sus manos. Sabe que el hombre es muy tenaz y le guarda mucho respeto

—Buenas, patrón— dijo —. Estoy esperando a la nueva auxiliar. Al parecer, ella no tiene transporte y se me ordenó que la viniera a recoger— dijo el muchacho nervioso al ver a su patrón frente a él.

— ¿Quién avisó que ella venía? —preguntó ladeando la cabeza—. En ningún momento he mandado a buscar a nadie. Al parecer alguien está tomando órdenes sin mi autorización.

El joven se movió de un pie a otro. Él solo era un peón y Misael lo envió; debió avisarle al dueño del rancho, para que no haya malos entendidos.

—Llamaron de la empresa que contrató a la joven — dijo el muchacho bastante nervioso por saber que el señor Walter es una persona bastante problemática y difícil—. Y el mismo señor Misael me ordenó venir a buscarla.

El hombre dentro del auto de inmediato dejó salir el aire de sus pulmones. Había olvidado que él mismo llamó a una empresa para escoger y reclutar al nuevo auxiliar. Y pidió de manera encarecida que le enviaran a un hombre, pero al parecer le enviaron a una mujer y, por lo visto, la nueva empleada era frágil, que no podía valerse por sí misma o tal vez una vividora que quería que la fueran a buscar. El tipo de mujeres que él detesta.

—Entonces te espero en el rancho, apenas llegué la hace llegar a la oficina — dio la orden.

Enseguida el conductor comenzó la marcha sin darse cuenta de que minutos después llegaba el auto con la auxiliar.

— ¿Piensa dejar trabajar a esa mujer en el rancho? — preguntó el chofer, pues sabe que él detesta a las mujeres y más si se demuestra que son frágiles. Y al parecer la joven que acaba de llegar le ha causado una mala impresión a su jefe.

—La verdad es que necesito un auxiliar pronto. El trabajo se está acumulando en el rancho El Crepúsculo y en los alrededores. Ya veremos si esta mujer es capaz o, de lo contrario, hoy mismo día, de ser posible, la sacó de estas tierras.

George Walter, al llegar al rancho de inmediato con pasos largos y seguros, subió a su habitación y se quitó su costoso traje de tres piezas para luego vestir un pantalón vaquero, camisa a cuadros y de la percha agarró su sombrero Stetson. Sin perder tiempo, salió con dirección a uno de los establos cercanos a la carretera.

Con su mirada férrea comenzó a revisar el ganado parido y una de las vacas que estaba amamantando y amarrada de las patas traseras, porque la que preparaba para el ordeño comenzó a expulsar excremento salpicando sus botas.

— ¡Miércoles! — exclamó el hombre enfurecido al ver que sus costosas botas habían quedado manchadas por la bosta de vaca—. Tendré que volverlas a mandar a lavar…

En ese momento levantó la mirada y vio que la camioneta descartada de Mario llegaba con una mujer realmente hermosa, dejándolo a él petrificado. Tenía unos ojos de color violeta. Algo que él jamás había visto en una mujer. Su cabello rubio se desparramaba sobre sus hombros y llegaba hasta su cintura; parecía bañada por el sol. La mujer estaba elegantemente vestida con un traje sastre de dos piezas que la hacía ver glamurosa y sus esbeltas piernas torneadas por sus zapatos muy altos.

Mudo mira la nueva situación y analiza a la mujer. Él no se explica qué hace una mujer tan bella en el campo.

—¿Qué hace esa mujer aquí? —pensó el hombre sin quitar la mirada del bello monumento andante.




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