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Sasha
En el pasado
Sacó el juego de llaves para entrar al apartamento después de haber superado la meta establecida por Felipe en esta mañana. Las comisiones que cobraba me ayudaran a ahorrar una buena cantidad de dinero para ingresar a una universidad con la esperanza de abandonar esta mala vida llevada desde la adolescencia.
Giró la perilla e ingreso al living donde puedo escuchar a Miley Cyrus a un volumen elevado, mientras Deborah se arregla para salir de fiesta con sus amigas a divertirse en un antro o centro comercial.
Nuestras vidas habían cambiado cuando papá decidió abandonarnos y no me quejo de ese simple hecho sino, estoy agradecido con el destino. Dejamos de padecer una violencia familiar que vivimos cotidianamente a su lado con sus desprecios e insultos formulados cuando no cumpliamos con las reglas del hogar.
—Deborah, estoy en casa —grité
Dejó las llaves sobre una mesa ubicada en la entrada del apartamento y me dirigió hacia mi habitación para usar mi pijama después de haber traído un vestido color negro siendo atráctivo para los consumidores de nárcoticos.
Aún me cuestionó el por qué Felipe elige unos atuendos de puta en los días donde laboro, pero debe ser llamativo para los hombres convirtiéndolos en débiles y caigan en ambas tentaciones ¿Cómo no lo pensé? Una chica bonita vendiendo narcóticos aumenta las ventas en esa calle.
Me quitó las zapatillas de tacón lanzándolos hacia el cesto de ropa sucia y me quito la ropa con una tranquila al saber que Deborah continúa en casa arreglándose para salir.
—Carter, ¿puedes subir el cierre de la falda? —preguntó Deborah, mientras ingresa a la habitación
Rápido cubro mi cuerpo con una bata rosa para no dejar al descubierto mis partes íntimas a pesar tener una apariencia femenina debía mostrarle un respeto a mi hermana.
—¿Por qué no tocas la puerta? —me quejé
Deborah no tuvo una sorpresa en hallarme semi desnudo dentro de la habitación después de haber estado trabajando doce horas en la calle vendiendo sin parar, además de ayudar a Felipe en elegir a las muchachas para su otro negocio.
—Lo siento, pensé que estarías recostado en la cama pensando en Jonathan —dijo Deborah
Me levanto de la cama en búsqueda de un pantalón y una playera ignorando el comentario hecho.
Han pasado dos meses desde nuestra ruptura desde que descubrí una posible infidelidad con su primer amor, aunque no hago ningún comentario porque Jonathan siempre ha estado enamorado de Sebastián y conozco la historia de su romance adolescente.
—Jonathan es historia del pasado —dije
Sé que, no debo aferrarme al pasado cómo acostumbro hacerlo cuando pasó un momento difícil porque quiero que todo vuelva a ser idéntico. No puedo retroceder a ese día para cambiar mi decisión de rompimiento porque solamente tendré sufrimiento al saber que Jonathan estaría con otro hombre.
Ayudó a Deborah a subir el cierre de su falda de imitación piel, la cual se ajusta a su cuerpo dejando a lucir sus glúteos y olvidé mencionar la blusa de terciopelo rojo que hace juego con su atuendo de fiesta.
—¿Saldrás con Abigaíl y Fanny? —pregunté curiosamente
—Sí, visitaremos un bar dentro del centro comercial—respondió Deborah—. Quedamos de vernos con unos muchachos.
Hago una mirada seductora hacia mi hermana. El quedarse de ver con un muchacho o mejor dicho hombre de treinta años soltero o casado significa una noche loca y apasionada.
—¿Entonces no vas a dormir en casa? —dije pícaramente
—Dejate de hacer ideas pervertidas —bromeó Deborah—. Solo puedo decir que depende de mi cita.
—Divierte y cuidate.
Deborah me dedicó media sonrisa.
Era agradable verla disfrutar su juventud después de haber ocupado el rol de mamá después de su fallecimiento porque papá no tenía ni la menor idea de cómo cuidarnos siendo unos niños pequeños que necesitaban a ambos papás.
—Deberías disfrutar tu vida y conocer gente nueva —comentó Deborah—. Nunca conocerás el día donde tus alas serán cortadas por la muerte.
¿A quién carajos le importa conocer gente nueva? A mí no, prefiero mantenerme bajo las sombras corriendo los riesgos del negocio turbio de Felipe a ser golpeado brutalmente por una persona que tiene miedo a mi apariencia al no seguir lo establecida en esta jodida sociedad.
Deborah sueña en el día que abandoné cualquier daño colateral que dejó papá y mis compañeros de clase cuando se percataron de mi situación genética, pero esa parte continuará viviendo en mi corazón para no ser olvidada recordando que las personas pueden lastimarte en cualquier instante.
—Lo has dicho ciento de veces que he perdido la cuenta —exclamé
—Siempre lo diré hasta que me escuches —dijo
—Lo sé, y deseo un día poder hacerlo.
Abrazo a Deborah.
—Deborah, ya llegamos —gritó Fanny, mientras tocaba el claxon de su coche