Tatiana
Tatiana nunca se había sentido insegura con su ropa hasta hoy. ¿Qué se suponía que debía ponerse una chica para una cena familiar con la familia de su novio falso?
Novio falso.
Toda esta situación era su culpa. Si hubiera puesto un alto a la idea desde el principio, ahora no estaría cuestionando hasta el peinado que iba a hacerse.
Se miró en el espejo con el ceño fruncido. Llevaba una falda lila estilo tenista que dejaba sus piernas tonificadas a la vista, acompañada de medias altas blancas con rayas negras y sus Adidas Samba. Había elegido las medias más recatadas que tenía, lo que no era mucho decir. Para la parte de arriba, un top de tirantes del mismo color y, para compensar, una chaqueta de cuero negra. Buscó en su clóset algo más discreto, pero su estilo era su estilo, y lo más formal que tenía eran los trajes de patinaje.
Suspiró y pasó a maquillarse de forma ligera: un poco de rímel, gloss, rubor y un toque de brillo en el lagrimal. Su cabello ya estaba definido en rizos, pero no sabía si dejarlo suelto o recogerlo.
La puerta se abrió de golpe y Melonny apareció con una sonrisa traviesa, apoyándose en el marco.
—¿A dónde vas tan arreglada?
—Voy… a conocer a la familia de mi novio —murmuró Tatiana con la boca seca.
Melonny chilló y corrió a tomarla de las manos.
—¡¿Tienes novio y no me dijiste?! —la golpeó en el hombro sin contener su emoción.
—¡Oye! —se quejó Tatiana, frotándose el brazo.
—Llevamos un mes aquí y ya enamoraste a un chico, ¡qué roba corazones! —Melonny se dejó caer sobre la cama con una sonrisa radiante—. ¡Cuenta, cuenta!
Tatiana rodó los ojos.
—Ni yo sé cómo sucedió…
—¿Qué importa? ¡Es un milagro! —Melonny se incorporó de golpe y la examinó de arriba a abajo—. Y vas perfecta.
—No sé… ¿El pelo? ¿La falda? ¿Si mejor me cambio?
—Para nada. —Melonny tomó una pequeña pinza y se la colocó a un lado del cabello, acomodándolo con cuidado—. No estés nerviosa.
Tatiana desvió la mirada.
—No lo estoy.
—Mentirosa.
Un nuevo sonido en la puerta interrumpió la conversación. Ambas voltearon para ver a Maya apoyada en el marco con los brazos cruzados y una sonrisa egocéntrica.
—¿Vas a un burdel, hermanita?
Tatiana se desinfló de inmediato.
—¡Maya! —Melonny la fulminó con la mirada—. No digas esas cosas.
—¿Pero qué quieres que le diga? Parece una puta.
Tatiana sintió el golpe directo al pecho. Bajó la mirada, sintiéndose incómoda con su ropa por primera vez.
—¡Suficiente! —Melonny agarró a Maya del brazo y la sacó de la habitación—. No le hagas caso, Tati. Estás preciosa, y todo saldrá bien.
El teléfono de Tatiana vibró con una notificación. Lo tomó de la mesita de noche y vio el mensaje de Liam: "Ya estoy afuera".
Respondió rápido con un "Ya voy" y soltó un suspiro antes de colgarse su pequeña cartera al hombro, guardando su gloss y una cola para el cabello.
No sabía cómo estaban las cosas con Liam desde su conversación en los vestidores. Algo había cambiado. Se sentía… diferente.
Quizás porque Tatiana no quería ser solo su amiga.
Había intentado ignorarlo, pero la atracción estaba ahí. En la forma en que se miraban cuando patinaban juntos, en la confianza ciega que Liam tenía en ella en cada elevación, en la forma en que el aire entre ellas se volvía denso cuando sus miradas se desviaban a los labios de la otra.
Pero no sabía si Liam sentía lo mismo. No quería terminar con el corazón roto otra vez.
Así que respiró hondo, empujó esos sentimientos a lo más profundo de su mente y salió de casa.
Subió a la Jeep de Liam y fue recibida por su inconfundible fragancia, una mezcla de perfume masculino y algo puramente suyo.
—Hola —dijo Liam cuando Tatiana cerró la puerta. Llevaba una camisa blanca de botones ligeramente arrugada y jeans oscuros.
—Hola —respondió Tatiana, mordiéndose el labio cuando notó que Liam la miraba de arriba abajo.
—¡Holiii! —Apolo saltó desde el asiento trasero, interrumpiendo la tensión. A su lado, Malik la observaba con una media sonrisa.
—Hola… ¿Ustedes también van a casa de Liam?
—Princesa, ya estuvimos allí cenando. Su mamá nos ama —respondió Apolo con orgullo.
Un golpe en la ventana la hizo saltar en el asiento. Apolo chilló dramáticamente. Tatiana bajó la ventanilla y se encontró con una Melonny muy, pero muy sonriente.
Oh, no.
—Melonny, ¿qué haces aquí? —dijo entre dientes.
—Creo que te crié mejor que esto como para no presentarme a tu novio y a tus amigos —respondió con aire divertido.
—Sí, claro, señora Melonny, Tatiana es una grosera —dijo Apolo, asomándose por la ventanilla trasera.
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Editado: 08.02.2025