Corazones Congelados

Capítulo 12

Liam

Después de darle la pastilla a Tiana y masajear su rodilla con cuidado, Liam notó que ella había dejado de hablar. El silencio de Tiana nunca era una buena señal; significaba que estaba atrapada en su cabeza, sobrepensando las cosas. Eso lo preocupaba más que cualquier otra cosa.

—Te voy a programar un masaje con la fisioterapeuta que también me trata la espalda —le dijo en un intento de tranquilizarla—. Y si después de eso no te sientes mejor, vamos al hospital.

Tiana solo asintió, sin mirarlo. Liam frunció el ceño. No le gustaba esto.

—Háblame, por favor —pidió, mientras se limpiaba los restos de crema en las manos con una toalla.

—¿Qué es L1? ¿Qué significa eso? Luna también lo usó para describir a Leonardo —preguntó de repente, mirándolo.

Liam sonrió ante el recuerdo.

—Fue algo que inventé de pequeño. Como todos tenemos nombres que empiezan con L, mi hermano, al ser el menor por tres minutos, es L2 y después Louis fue L3. Mis primos adoptaron la idea en sus casas también.

—Eso es muy lindo —murmuró distraída. Liam no estaba acostumbrado a verla tan callada, y no le gustaba nada.

Dejó suavemente su pierna sobre el colchón y se acostó a su lado. Desde ahí pudo ver su perfil con más detalle: su nariz respingada, sus dos dientes delanteros ligeramente separados mientras mordía su labio inferior. Se moría por besarla. Lo había pensado demasiadas veces, pero no sabía cómo reaccionaría Tiana. ¿Se apartaría? ¿Lo ignoraría después?

Cuando se giró hacia ella, sus narices chocaron accidentalmente. Liam sintió su corazón martillar contra sus costillas. Podía ver los ojos verdes de Tiana brillar incluso en la tenue luz del cuarto. Se armó de valor, pero justo cuando iba a hablar, ella soltó algo que lo tomó completamente desprevenido.

—Malik y Apolo se gustan.

Liam parpadeó, confundido.

—¿Qué? —chilló.

Tiana se echó a reír, una risa abierta y genuina que lo hizo sonreír como un idiota.

—Vamos, dime que no eres tan ciego.

—Somos amigos desde siempre, claro que no —respondió él, pero la mirada que ella le lanzó le hizo dudar. Sus narices se rozaron en un suave contacto.

—Malik en el ascensor… ¿no viste la reacción de Apolo?

—Ellos siempre se hacen bromas, es un bromance —se defendió Liam, pero no podía dejar de pensar en eso ahora.

—Vale, como tú digas, pero fíjate bien la próxima vez. Se les nota, pero ninguno se atreve a dar el paso —canturreó.

Liam negó con la cabeza, volviendo su atención a su rodilla.

—¿Cómo sigue tu pierna?

—Bien, solo unas malas bajadas por parte de tus primos —respondió con una sonrisa.

Liam, sin embargo, no sonrió.

—Deja de fruncir el ceño, te van a salir arrugas —dijo Tiana, estirando una mano para alisar la línea en su frente. Liam sintió un cosquilleo recorrer su piel con su toque.

—Estoy preocupado, no debí dejar que esos idiotas te bajaran así. Fueron demasiado bruscos. Mañana no entrenaremos.

—¡¿Qué?! No, claro que sí lo haremos. ¡Competimos el sábado! —protestó de inmediato.

—Y no podrás hacerlo si tu rodilla no está bien. Vamos, no seas terca. Estoy preocupado por ti.

Tiana lo miró fijamente.

—No entiendo por qué te preocupas tanto.

Liam alzó la mano y deslizó un rizo detrás de su oreja, dejándola después en su mejilla. Su pulgar recorrió su piel en una caricia suave. Su respiración se volvió más pesada. Este era el momento. Iba a hacerlo. Iba a besarla.

—Porque me importas —murmuró antes de juntar sus labios con los de ella.

Al principio, fue un beso lento, tierno, como si ambos quisieran memorizar cada rincón del otro. Pero todo cambió cuando Tiana entreabrió los labios y permitió que sus lenguas se encontraran. Lo que comenzó como un roce tímido se convirtió en una voraz exploración. Había hambre, deseo, algo contenido demasiado tiempo.

En un movimiento fluido, Tiana se movió sobre él, sentándose a horcajadas sobre su cuerpo. Liam gimió contra sus labios cuando sintió sus muslos presionando sus caderas. Sus manos recorrieron sus piernas, esos muslos fuertes que tanto lo volvían loco.

Tiana separó sus labios de los de él, pegando su frente a la de Liam, sus ojos brillando con intensidad. Todo lo demás dejó de existir. Solo eran ellos dos.

—¿Qué estamos haciendo? —preguntó con voz ronca.

Liam respondió mordiendo su clavícula con suavidad, arrancándole un gemido entrecortado.

—Oh, joder… —susurró ella, clavando los dedos en su cabello.

—¡Liam! —La puerta se abrió de golpe y la luz inundó la habitación.

—¡Joder! —Apolo chilló y Tiana también, saltando fuera del cuerpo de Liam para sentarse al borde de la cama.

—¡Oh, mierda! ¡Lo siento! ¡Lo siento! —gritó Apolo, cerrando la puerta con tanta fuerza que la pared vibró..




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