Tatiana
Tatiana se removió entre sueños, acurrucándose más contra Liam mientras murmuraba algo ininteligible. Se quedó así, disfrutando del calor y la cercanía, hasta que de repente inhaló profundamente. El aroma de la colonia masculina la golpeó de lleno, sacándola poco a poco de su letargo. Abrió los ojos lentamente, todavía adormilada, solo para encontrarse con la intensa mirada de Liam sobre ella.
—¿Qué miras? —preguntó con voz somnolienta.
—A ti —respondió él con una sonrisa traviesa—. Pareces estar teniendo sueños interesantes. Escuché mi nombre… y ahora quiero detalles.
Tatiana rió suavemente, sintiendo el calor subirle a las mejillas. Definitivamente no iba a contarle su sueño.
—Nada importante.
—Pero...
Liam apenas pudo protestar antes de que los labios de Tatiana lo atacaran sin previo aviso.
—No.
—Tiana…
No se quejó. Al contrario, siguió el beso con la misma urgencia desesperada. Liam estaba dispuesto a convertir esa mañana en algo mucho más interesante. Pero justo cuando todo parecía ir en la dirección correcta, la puerta se abrió de golpe.
Tatiana chilló, enterrándose bajo las mantas en un intento fallido de desaparecer.
—¡L1! ¡Tati! ¡Las estamos esperando para desayunar! —Louis apareció en la puerta vestida con su uniforme del colegio—. ¡Mira este desorden! —hizo el ademán de entrar, pero su hermana la paró de inmediato.
—¡No, Louis! ¡Mamá! —chilló Liam, no iba a traumatizar a su hermanita viendo su ropa interior esparcida por el piso—. ¡Mamá!
—¿Pero qué pasa? —su madre apareció y, cuando vio el estado de la habitación y cómo Tiana se aferraba a las sábanas para tapar su falta de ropa y la cara roja de Liam, lo entendió todo—. Oh… vamos, Louis. No se tarden, chicos, que llegarán tarde.
—¡Pero mamá! ¡Mira cómo está todo desordenado! ¡Después me regañan a mí por tenerlo así! —su hermana chilló por todo el pasillo.
Cuando ambos se miraron, rieron hasta que las lágrimas saltaron. Con un último beso, Tiana se levantó, recogiendo su ropa del suelo, y se fue al baño con su ropa deportiva de la bolsa. Liam, aún con una sonrisa babosa, se levantó y se cambió, escuchando cómo Tiana se quejaba de qué iba a hacer con su cabello al verse en el espejo.
Unos diez minutos después, salió con una falda y un top lila, combinando con el uniforme de las Panteras del Hielo. Con el pelo húmedo parecía un pollito mojado. Liam reprimió la carcajada mientras terminaba de ponerse la ropa y la veía resoplar mientras guardaba sus cosas.
—¿Qué pasa?
—Melonny no me mandó nada para el cabello, ni cremas ni un fijador ni un maldito peine; no sé qué estaba pensando. Y ahora no sé qué haré —respiró estresada mientras se ponía las medias de ayer.
—Ven, te voy a trenzar el cabello —dijo Liam, señalando el banco en la habitación.
Tiana lo pensó por un momento, pero luego se encogió de hombros.
—Pues ya qué.
Liam comenzó a dividir su cabello, dejando un beso en su hombro descubierto antes de ponerse manos a la obra.
—Tranquila, aprendí con Louis, pero si sale mal, siempre podemos llamar a Landon para que lo arregle.
Tiana sonrió, observando a través del espejo mientras monitoreaba el proceso.
—¿Landon?
—Oh, sí. Es un experto. Siempre le hace peinados a Louis.
—Entonces, ¿por qué demonios eres tú quien me está peinando? —le provocó, alzando una ceja.
—Al menos déjame intentarlo —murmuró, aferrándose a su cabello con concentración. Se veía como un gigante jugando con muñecas, algo exagerado… pero no del todo incorrecto.
El proceso tomó un sólido diez minutos. Su cabello no era muy largo, pero estaba algo enredado, y cada vez que Liam jaloneaba demasiado y ella se quejaba, él compensaba dejando un beso en su cuello. Cuando finalmente terminó, Tiana se miró en el espejo y sonrió.
—Bueno, al menos es mejor que llevarlo sin control. Gracias.
Liam se inclinó, acorralándola entre el banco y el espejo con una sonrisa traviesa.
—¿Cuál gracias? Dame mi recompensa.
Tiana negó con la cabeza divertida, pero cedió, uniéndose a sus labios en un beso delicado, aunque no carente de deseo. Sin embargo, Liam se separó abruptamente.
Tiana lo miró, confundida.
—¿Qué pasa?
—Va a tocar Landon en tres, dos, uno…
Efectivamente, alguien llamó a la puerta.
Tiana lo miró con los ojos abiertos.
—Eso es raro. Muy raro.
Landon entró con los ojos cerrados.
—¿Están vestidos?
—Si no, no te hubiera dicho que entraras, idiota —respondió su gemelo.
Landon abrió un ojo, analizó el cabello de Tiana y frunció el ceño.
—Te quedó chueco.
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Editado: 08.02.2025