Liam
En el estado en que se encontraba Liam, evidentemente no podía conducir. Sus manos temblaban incontrolablemente y sus piernas parecían no tener fuerzas para soportar su propio peso. El aire le faltaba y cada respiración le costaba más que la anterior. El pánico se apoderaba de él, sin poder calmarse, mientras el caos se apoderaba de su mente.
Fue Landon quien se ofreció a manejar el jeep, siguiendo el vehículo de la ambulancia. La carretera parecía interminable. Apenas intercambiaron palabras; el estado disociativo de Liam hablaba por sí mismo. En la parte de atrás, el silencio se hacía pesado entre Apolo, Malik, Nur y Gala en las piernas de Thalia ya que no entraban.
Cuando llegaron al hospital, Liam saltó del asiento sin esperar a nadie. Su corazón palpitaba con fuerza y sus pasos eran erráticos, como si no tuviera control sobre ellos. Sus amigos lo alcanzaron corriendo, intentando evitar que cometiera alguna locura, pero no era fácil seguirle el paso. En su mente, todo se repetía una y otra vez: Tiana, el hielo, la caída.
Pasaron por la recepción, y Gala, con una media sonrisa forzada, saludó a la enfermera mientras se dirigían al ascensor. Cada segundo parecía una eternidad para Liam. El trayecto al cuarto piso se le hizo aún más largo, y cuando finalmente llegaron, apenas podía mantener la calma.
—¡Hola, Mandy! ¿Sabes dónde está mi padre? —preguntó Gala, claramente preocupada, a la enfermera detrás de la computadora.
—Habitación 777. ¿Es tu amiga? —la enfermera respondió amablemente.
—Sí, ¿está bien? —Liam, casi sin poder contenerse, se acercó para escuchar, pero su corazón se detuvo cuando la enfermera le sugirió que hablara con su padre.
Salieron rápidamente hacia las habitaciones y, al doblar la esquina, los vieron. Johnny y Henry estaban conversando con el doctor. Al verlos, el médico se dirigió a Gala con sorpresa.
—Por la gravedad del asunto… ¡Gala! ¿Qué haces aquí? No me digas que es tu amiga —el doctor saludó al grupo mientras se volteaba hacia Johnny y Henry. —¡Thalía, hola! —añadió, reconociendo a la chica.
–Hola, Manson.
—¿Está bien? —preguntó Gala, impaciente.
—Como le estaba informando a los señores, no puedo dar ningún diagnóstico sin la familia aquí —objetó el doctor con cautela.
—Papá… —Gala intentó interrumpir, pero Liam no pudo más.
—¡Soy su novio! —gritó Liam, desesperado. La presión en su pecho aumentaba mientras las palabras salían a toda velocidad. —Johnny es su entrenador, es como si fuera su padre. ¡Sus padres jamás vendrán!
—Liam, tienes que calmarte —dijo Landon, tratando de contenerlo, pero Liam no podía.
—¡No! Solo quiero saber si está bien —la voz de Liam se quebró, perdiendo el control. Justo en ese momento, las voces de sus padres llegaron desde el fondo, apurándose a llegar a ellos.
—¿Está bien, doctor? —preguntó su madre con urgencia, y el padre de Gala suspiró al ver la situación.
—Solo hago esta excepción porque es amiga de Gala. Tiene una luxación rotuliana con ruptura del tendón rotuliano. Su rótula se ha desplazado y el tendón que la conecta con la tibia está roto. Esto requerirá cirugía, que no es complicada ni larga, pero la recuperación será lo más difícil. Dado que es deportista, el proceso será más llevadero y podrá recuperarse más rápido de lo esperado.
El silencio se hizo pesado.
Cirugía.
Reposo.
—¿Reposo… significa nada de patinaje? —Liam temía preguntar, pero la respuesta fue peor de lo que imaginaba.
—Sí. No podrá patinar durante algún tiempo. Con reposo y terapia, el proceso de recuperación podría tomar entre cuatro y seis meses —el doctor respondió con tono serio.
Seis meses.
Un maldito período de seis meses.
Liam se restregó la cara con frustración, las lágrimas comenzaron a acumularse en sus ojos. ¿Cómo iba a decirle a Tiana que su carrera estaba en pausa? No podía soportarlo.
—¿Ella ya lo sabe? —preguntó su madre, rompiendo el silencio.
—Estamos esperando a que lleguen sus padres para poder darles la noticia —respondió el doctor.
Todo parecía girar en torno a la culpa de Liam. Si no la hubiera detenido, en la pista de hcokey, nada de esto habría pasado. La sensación de impotencia lo aplastaba.
—¿Se sabe la razón por la que ocurrió esto? —preguntó Johnny, tratando de entender qué había pasado.
—Probablemente por una mala ejecución del movimiento, o tal vez un golpe. Le preguntamos si sentía dolor antes, y efectivamente, si hubiera guardado reposo al principio, probablemente no habría llegado tan lejos —explicó el doctor.
El golpe contra el vidrio, todo había comenzado ahí. El giro mal ejecutado había sellado su destino.
En ese momento, los tacones de unos zapatos resonaron por el pasillo. Liam miró rápidamente, y vio a Melonny, Fisher y Maya llegar. Los dos últimos con caras de fastidio y la mujer con una expresión más preocupada.
—Buenos días, soy el Dr. Manson, el que lleva el caso de su hija Tatiana. ¿Me acompañan a su habitación para hablar sobre el diagnóstico? —dijo el doctor al llegar.
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Editado: 08.02.2025