Corazones Congelados

Capítulo 17

Tatiana

Cuando Tatiana despertó, lo primero que sintió fue un dolor sordo en su pierna, como si una pesada losa se hubiera colocado sobre su rodilla. Al intentar orientarse, fue cuando lo notó. Liam estaba allí, sentado junto a la cama, su cabeza descansando sobre su estómago. Con una mano aferrada firmemente a la suya, parecía estar sumido en un sueño profundo, pero incluso en ese estado, su ceño permanecía ligeramente fruncido, como si aún estuviera preocupado por algo. Su cabello rubio estaba desordenado, y una ligera sombra de cansancio marcaba su rostro.

Tatiana parpadeó contra la luz suave que entraba por la ventana. Su garganta estaba seca, como si no hubiera bebido agua en días. La lengua le sabía a papel de lija. Miró alrededor, confusa, y entonces recordó. La cirugía. Su rodilla, finalmente destrozada después de tanto esfuerzo, la había llevado hasta aquí.

Un nudo de ansiedad se formó en su pecho. Podía imaginarse el caos que debía estar circulando en las redes sociales: videos de su caída, fotografías de paparazzi, rumores y especulaciones. Tatiana no quería ver nada de eso. No hasta estar en casa. Casa... Bueno, técnicamente, la casa de Lana.

Ahora sería una carga más para su familia.

Pero no por mucho tiempo, se prometió a sí misma. En cuanto mejorara, devolvería todo lo que le habían dado, trabajaría duro para pagar cada centavo. No podía permitirse sentirse inútil ni depender de algo que no le pertenecía.

Volvió la cabeza con cuidado y vio un vaso de agua en la mesita de noche, rodeado de pequeños ramos de flores. Margaritas y tulipanes de colores vibrantes adornaban el espacio, delicados y frescos. Cada uno con una nota al lado, algunas más elaboradas que otras: un osito con un vestido azul de Louis, un globo en forma de corazón con el mensaje “¡Recupérate pronto!” de John y Henry, un ramo de flores de Malik y Apolo, otro de Gala y Thalia, uno más de Landon y Nur, y finalmente, un ramo colectivo de los chicos del hockey, con una caja de chocolates al lado.

Los ojos de Tatiana se llenaron de lágrimas al ver todos esos gestos de cariño. Con cuidado de no despertar a Liam, tomó el vaso de agua y dio un sorbo. El líquido frío alivió su garganta, pero no fue suficiente para calmar la avalancha de recuerdos que comenzó a filtrarse en su mente.

Liam.

Su rostro. Su risa. Cómo la había mirado con incredulidad y diversión mientras ella… Oh, no.

El calor subió por sus mejillas de golpe. Recordó lo que había dicho. Mucho. Y no precisamente cosas normales. “Necesito que seas mio".

¡Oh, Dios!

Quiso hundirse bajo las sábanas y desaparecer. Ni en mil años habría tenido el valor de decir algo así estando bien de la cabeza.

—Por favor, que alguien me diga que soñé eso —murmuró, apretando los ojos con desesperación.

En ese instante, Liam se movió, levantó la cabeza y abrió los ojos, aún adormilado. Al verla, una sonrisa apareció al instante, iluminando su rostro.

—Buenos días, dormilona —dijo con voz suave, su tono reflejando diversión.

No era difícil de adivinar.

—¿Qué tal te sientes? ¿Te duele algo? —preguntó, inclinándose un poco hacia ella, observándola de cerca.

—Eh… mejor, creo —murmuró, su voz apenas audible, mientras su rostro se encendía en un rubor involuntario. Intentó evitar el contacto visual, pero sabía que era inútil.

Fingir demencia. Ese es el plan. Si no lo menciono, tal vez él tampoco lo haga.

Pero, por supuesto, era Liam. Y Liam nunca la dejaba escapar tan fácilmente.

—¿Recuerdas algo de anoche? —preguntó, casual, mientras se estiraba y tensaba sus brazos, sin apartar la mirada de ella.

El corazón de Tatiana dio un vuelco. Por un segundo, sintió que le faltaba el aire.

—¿Anoche? ¿Ya es otro día? —preguntó, forzando una expresión confundida, como si nada tuviera sentido.

—Sí, anoche. Y sí, ya es otro día —respondió Liam, cruzándose de brazos con una mirada que parecía evaluar cada centímetro de su rostro. La observaba como quien contempla una obra de arte en plena creación—. Hubo momentos… interesantes.

Un flash de recuerdos cruzó la mente de Tatiana: ella pidiéndole que ya fuera formalizado su relación. Quiso gritar.

—Creo que estaba muy anestesiada para recordar algo —mintió rápidamente, forzando una risa nerviosa, esperando que el tema se esfumara.

Liam ladeó la cabeza, observándola, y una pequeña sonrisa se formó en sus labios.

—Oh, qué lástima —dijo, su tono cargado de una falsa inocencia—. Porque fue muy divertido. Especialmente cuando empezaste a hablar de mis labios y de cómo…

—¡Basta! —Tatiana lo interrumpió rápidamente, colocando una mano sobre sus labios en un intento de callarlo.

Pero Liam, siempre impredecible, lamió su mano, obligándola a apartarla con un gesto de asco.

—¡Liam! Esperaba eso de Apolo, no de ti —protestó Tatiana, claramente mortificada, mientras una risa escapaba de sus labios a pesar de la vergüenza.

Liam soltó una carcajada tan fuerte que Tatiana, por un momento, consideró levantarse y salir corriendo. Claro, la idea era absurda, considerando la inmovilizadora en su pierna, pero el deseo de desaparecer era más fuerte que el dolor.




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