Tatiana
Dos años después
Tiana cerró su casillero y apoyó la frente contra el metal frío, dejando escapar un suspiro.
—Parece que alguien no está teniendo un buen día —dijo Apolo con su característico tono despreocupado.
Al escuchar su voz, Tiana sonrió y se giró para mirarlo. Llevaba puesta la chaqueta del equipo de hockey de la universidad, Los Titanes del Hielo, con las manos metidas en los bolsillos y una expresión relajada.
—Solo estoy nerviosa.
—Mierda, ¿hoy vienen los reclutadores de Europa? —hizo una mueca mientras inclinaba la cabeza.
—Sí… —respondió ella, acomodándose la bolsa en el hombro—. ¿Tú no deberías estar en clases?
—Se supone, pero no entré.
—¡Apolo! —rió, negando con la cabeza.
—¿Qué? Ya aprobé esa materia, ¿para qué voy a ir?
—¿Estás esperando a los chicos?
Él asintió.
—Aunque Malik debería salir en cualquier mome… —se calló de golpe cuando sintió unos brazos rodearlo por la cintura. Su sonrisa se amplió mientras giraba la cabeza para recibir un beso de Malik.
Tiana sonrió ante la escena.
—Ugh, es demasiado temprano para esto —se quejó Nur al pasar junto a ellos, apresurándose para ponerse la chaqueta de su equipo, Las Cazadoras del Hielo.
¿De verdad quién se encarga de nombrar a los equipos? ¿Quién tiene tanta imaginación para eso?
Nur hacía malabares con su stick de hockey, su bolsa y su casco, mientras intentaba recogerse el cabello en una coleta alta. A pesar de estar en su primer año con media beca, todavía parecía estar adaptándose al ritmo universitario.
—Otra vez tarde —comentó Tiana, cruzándose de brazos.
—Tarde no, solo apurada —respondió Nur con tranquilidad antes de seguir caminando.
—Eliza la vuelve loca —intervino Apolo con una sonrisa burlona.
—¡Eso es mentira! —chilló Nur desde el pasillo, atrayendo varias miradas curiosas.
Eliza era la entrenadora de su equipo, apenas cuatro o cinco años mayor que Nur, pero ambas trataban de mantener las cosas discretas para que la directiva no se enterara.
—Sí lo hace —confirmó Tiana, ajustando los patines que llevaba colgados del hombro—. Me pregunto dónde estará mi novio.
—Probablemente llorando otra vez porque recuerda que ya no viven juntos —se burló Apolo.
Malik le apretó la cintura en señal de advertencia.
—¡Oye! —se quejó Apolo, riendo.
—Ja, ja, ja, no es gracioso —interrumpió una nueva voz.
Tiana se giró justo a tiempo para ver a Liam acercándose con la misma chaqueta que los chicos, en tonos vino tinto y blanco. A su lado, caminaba Nathan.
—Hola, nena —saludó Liam, inclinándose para darle un beso suave.
Cuando se separaron, Tiana sonrió y le acomodó el cabello con ternura. Ahora le llegaba hasta las orejas y definitivamente necesitaba un recorte.
Durante el último año, Tiana había conseguido un trabajo en el restaurante del campus y había ahorrado lo suficiente para alquilar una habitación en los edificios estudiantiles de la universidad. Liam nunca estuvo completamente de acuerdo con la idea y, aunque pasaba los fines de semana con ella y tenía su propia sección en su closet, siempre buscaba excusas para convencerla de volver a casa:
"Louis te extraña."
"Mamá dice que no es lo mismo sin ti."
"Papá extraña jugar ajedrez contigo."
"Landon necesita a alguien que se burle de lo enamorado que está de Nathaniel."
Y cuando esas excusas no funcionaban, recurría a otras mucho más personales:
"No me acostumbro a dormir sin enredar mi mano en tu cabello."
"Me haces falta."
"No duermo bien."
"Te extraño."
Sí, Liam podía ser bastante caprichoso en ese sentido.
—Lloriqueaste por una semana para que Tati volviera a casa contigo —se burló Nathan.
—Sí… y ahora yo tengo que aguantarme como la cabecera de su cama choca contra mi pared —murmuró con amargura, pasando un brazo por la cintura de Tiana. —¡Compartimos pared! —añadió, como si fuera la peor tragedia.
Tiana sonrió con diversión mientras lo observaba con su uniforme oficial del equipo de patinaje artístico. Llevaba unas falda negra con franjas vino tinto a los costados, un top negro con el logo del equipo, Las Sirenas, en rojo, y una chaqueta deportiva roja con blanco con su nombre al frente y su apellido en la espalda.
—Oh, pobrecito tú —dijo ella con falsa compasión, dándole un suave golpe en el pecho.
—Tonterías —dijo Nathan mientras los chicos reían.
Liam le quitó los patines vino tinto del hombro y se los colgó en el suyo. Era un gesto que había adoptado como una especie de "marca de territorio", aunque sonara un poco celoso. Tiana, lejos de molestarse, no podía estar más encantada.
#410 en Novela contemporánea
romance, hockey ballet patinaje artistico drama, romance joven enamorado
Editado: 08.02.2025