Miércoles.
Hace frío, Es temprano... seis de la mañana.
Mamá está llamándonos para que empecemos a alistarnos. Sami no contesta, y yo tampoco tengo ganas.
Solo una cosa me empuja a salir de la cama: después de clases, vamos a ver a Ian.
No sé qué voy a encontrarme, pero necesito verlo hoy.
Un par de horas más tarde, ya en la escuela, apenas entro me recibe un grito demasiado emocionado para mi nivel de energía:
—¡Pero mira quién llegó! El mismísimo Marco Ferrer —dice Alan, levantándose del asiento.
—Hola, Alan. Hola, Keenan —respondo, intentando demostrar una sonrisa. Pero el ambiente cambia apenas lo veo a Keenan.
Me senté a un lado de Alan como de costumbre y él se sentó con una de nuestras compañeras tres asientos por delante de los nuestros. Me miraba en cada oportunidad que tenía.
Me comencé a sentir incómodo con la situación, así que pedí salir al baño, y me fui a tomar aire afuera. No sé cómo actuar al respecto, y no tengo mucho tiempo para pensar en algo, así que decido enviarle un mensaje a Alan.
Marco (MENSAJE) 08:16 a.m.
—Amigo, estoy fuera, ¿Crees que puedas venir YA?
Alan (MENSAJE) 08:17 a.m.
—Pregunté y no me permitieron salir ;(
Alan (MENSAJE) 08:17 a.m.
—Vuelve pronto o saldrán a buscarte.
Mierda, era mi única salvación.
No me queda otra opción que volver.
Al entrar, Keenan me fija la mirada hasta que me siento. No entiendo a qué quiere llegar con esto.
En el receso decido comentarle la situación a Alan.
—Amigo, hay algo que debo decirte...
—Dime, aquí estoy para escucharte amigo.
—Creo que Keenan está teniendo actitudes repentinas un poco... raras.
—¿A qué te refieres con eso?
—Mira —le muestro los mensajes que me envió ayer —además de eso, hoy me ha estado observando todo el día.
—Tal vez solo esté haciendo una broma. ¿Te molesta esta situación? Puedo hablar con él si quieres.
—No te preocupes, esperaré a ver si sigue.
—Está bien, pero recuerda que lo que necesites me avisas. No esperes hasta el extremo del asunto.
—No, claro claro que sí amigo, gracias.
La conversación quedó flotando ahí. Tenia que hacer mis "averiguaciones".
—Y por cierto Alan... Quería hablarte sobre Sami.
—¿Sobre Sami?
—Sabes, no lo sé, sobre lo que me contaron ayer...
—Oh, no te preocupes, la mentira solo será con mis abuelos. —dice Alan.
—No lo digo por eso... ¿Qué tal si...?
—¿Si?
—Bueno, contigo no le daré vueltas al asunto amigo ¿Qué tal si se enamoran?
—¿YO? ¿ENAMORARME DE FERRER? No amigo, yo sé que es tu sueño que esté en tu familia, sin embargo, eso no sucederá. Si entro en tu familia es por tu bella madre.
—¡Alan! Deja de ser idiota por una vez, esto es serio.
—Tranquilo Marco, no voy a enamorarme de Ferrer. Es una linda chica y es encantadora, pero tú sabes, simplemente no... no lo sé.
—A mi parecer, te estás enamorando, Alan. Detengan esto si no quieren algo serio.
—No intentes convencerme de que estoy enamorado.
—¡No lo hago!
Esta conversación no llevaba a nada... O sí, pero él no estaba listo para llegar a ese lugar.
Terminó el módulo y ya es hora de almorzar.
Los hermanos Ferrer, Alan, y Melissa, nos sentamos en nuestra mesa de siempre.
Almorzábamos los cuatro, hasta que Keenan llegó.
Sami, Mel y Alan estaban sentados frente a mí. Yo estaba solo. Los asientos son enterizos, por lo que él se situó a mi lado.
—Hola chicos, tardé porque me quedé hablando con Ana. (Ella es nuestra compañera, la que se sienta a su lado en la clase)
—Sí, no te preocupes —le decimos.
Mientras todos conversábamos, y los demás estaban distraídos, comenzó a rozar sutilmente mi pierna con su mano por debajo de la mesa.
Cuando intentaba apartarlo, me tomaba las manos.
Le pedí por lo bajo que se detenga —Oye, Keenan, ¿Qué haces amigo? Para, por favor.
Insistí, pero no se detenía, y Alan se dio cuenta de toda la situación.
—Oye Keenan, ven de este lado así estás junto a Mel —le dice.
—No, Alan, estoy bien aquí.
—No, de verdad, ve del otro lado, estoy pidiéndolo bien.
La situación se tornaba tensa, y nadie más que nosotros tres iba a entender el porqué del conflicto.
—No, ya dije que no. Aquí me quedaré.
—Keenan, levántate y ven de este lado. Ahora.
—¿Cuál es tu problema? No voy a moverme de aquí.
Alan se para y vuelve a pedirle que se mueva de lugar. Keenan solo lo ignora, así que lo toma del cuello de su camisa y lo levanta en un movimiento repentino.
—Dije que te vayas de aquí, ahora.
—¿Qué pasa contigo Alan? ¡Déjalo en paz! —dice Melissa.
Ahora la mirada de toda la escuela está sobre nosotros.
—Amigo, está bien, no es necesario llegar a esto —le digo a Alan.
Ellos seguían discutiendo en la misma posición.
—Solo vete Keenan, no hagas las cosas difíciles —Sami se mete en ese desastre.
—Tú cállate, perra. Solo sabes revolcarte con Alan y luego excusarte con-
Keenan no llegó a completar sus palabras cuando Alan le dio un puñetazo.
—¡No voy a permitir que hables mal de Samantha, cuida tu boca la próxima vez!
Toda la cafetería se vuelve muda, y por el fondo del pasillo se asoma un grito:
—Napoli, Torres, ¡Ambos a rectoría! ¡Ahora!
Creo que Alan y Keenan están en problemas. Melissa va a buscar hielo para la cara de su novio y Sami y yo vamos fuera...
—¿Viste cómo te defendió tu falso novio? Eso no se vio falso.
—Cállate Marco, esto no es chistoso. ¿Comenzaron esa pelea solo por un asiento?
—No fue solo por un asiento. Hoy le conté a Alan que Keenan me envió mensajes subidos de tono ayer por la tarde, y hoy, comenzó a mirarme, y en el almuerzo me tomaba las manos por debajo de la mesa. Le pedí reiteradas veces que se detuviera, pero no lo hizo. Y Alan se dio cuenta, por eso le pidió cambiar de asiento.