Cronicas de una guerra: sombras del tiempo

CAPITULO V

Todos y cada uno de los marcianos nacían con poderes. Algunos eran más hábiles que otros, pero no había ni un solo habitante del planeta rojo que no los poseyera. En su más tierna infancia, cuando su padre le contaba historias sobre aquel planeta y sus habitantes, Duncan creía que al ser de esa forma, las personas no peleaban entre ellas, que no se menospreciaban, que nadie se creía superior a otros por ser como eran.

Pero tan solo un par de meses luego de pisar Marte por primera vez, sus infantiles ilusiones habían sido destrozadas nada sutilmente.

Resultó ser que los marcianos eran casi tan racistas como los humanos. O quizás incluso peores.

Desde las divisiones entre el norte y el sur, hasta los rencores guardados por siglos entre clanes de elementos, los marcianos se odiaban tanto que a veces le sorprendía que fueran la civilización más antigua del Sistema Solar. La lógica le decía que las guerras casi interminables tendrían que haber llevado a la extinción hacía eones.

Y por lo que acababa de ver, parecía que estaba a punto de tener razón. Y por todo lo que más quería, por primera vez en su vida odiaba tener razón.

El enfrentamiento en el templo había ido peor de lo que había imaginado. Quienes los habían atacado eran guerreros no solo poderosos, sino también muy bien entrenados. Parecía como si hubieran estudiado de memoria sus ataques y los de Hinto, desarrollando el perfecto contra ataque para absolutamente todo.

Y ahora, por esa razón, se encontraban en una celda en quién sabía qué parte del planeta.

―¿Quiénes son estas personas? ― preguntó en un susurro, mientras observaba como una guardia, vestida con una capa azul tan oscura que apenas se distinguía en la oscuridad, jugueteaba aburrida con las sombras que producían la pequeña vela que tenía enfrente.

―Rebeldes del norte. ― Hinto se encontraba sentado, apoyado contra la pared, sin prestar demasiada atención a nada, quizás pensando en cómo saldrían de allí. Si es que podían. ―¿Esa que está ahí? Una de mis primas lejanas.

―Eso supuse, está jugando con las sombras. ― Duncan desvió la mirada de la mujer y observó a su viejo amigo. ―Pero esos guerreros... No eran solo del clan de la oscuridad, había de todos.

―Los clanes del norte decidieron unirse. Por primera vez en siglos, dejaron atrás sus rencores... Solo para asesinar a los del sur.

El arqueólogo se refregó los ojos. Entendía las causas sociales detrás del rencor y temor hacia los otros, hacia aquellos que son diferentes, había cientos de libros y artículos publicados al respecto en la Tierra, pero seguía pareciéndole una atrocidad llevar tales sentimientos al extremo.

―¿Qué hay con el sur? ¿También se han unido?

―Sí. Ya prácticamente no hay civiles en el planeta, todos se han unido a alguno de los dos ejércitos.

Eso explicaba por qué el planeta entero estaba prácticamente en ruinas. Y por qué el Fuego se había debilitado tanto. Marte siempre se había destacado por sus guerreros, por sus grandes ejércitos entrenados desde una edad muy temprana... Pero quienes mantenían el equilibrio eran los civiles, aquellos que vivían sus vidas lo más normalmente posible sin entrar en conflictos mayores.

La guerra en la que Duncan y Hinto habían participado había llevado a ambos hemisferios a firmar un tratado de paz para poder combatir a un enemigo común. Aquella había sido una guerra interplanetaria y por lo tanto todos los marcianos debían defender a su planeta sin importar a qué clan pertenecían. Y habían logrado hacerlo, los clanes habían estado de acuerdo en luchar lado a lado, en olvidar sus diferencias y luchar contra Venus y Plutón. Pero parecía que, una vez que aquella guerra interplanetaria había acabado también lo había hecho la cooperación entre marcianos.

―Supongo que todo aquello del tratado de cooperación y paz fue puro verso, entonces.

El joven lanzó una pequeña risa. ―Fuimos demasiado ingenuos como para pensar que ese estúpido pedazo de papel iba a durar luego de que terminara el conflicto mayor.

Duncan ya no sabía qué pensar. Los líderes de los clanes habían estado todos de acuerdo en firmar el acuerdo en aquel momento, ¿por qué faltar a su palabra tan rápidamente? Y lo peor de todo, ¿por qué atacar a la familia real? El símbolo de la paz marciana, de la unión... ¿Por qué destruirlo de aquella forma? ¿Acaso aquella guerra había sido un simple capricho de alguien envidioso? Que un clan -o varios- confabulara para convertirse en parte de la familia real ya había pasado, y guerras se habían librado por ello, pero normalmente se trataba de pactos de matrimonio y alianzas secretas, no de asesinar a la realeza y destruir medio planeta.



#19751 en Fantasía

En el texto hay: amor gay, aliens, poderes elementales

Editado: 09.10.2019

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