Cronicas de una guerra: sombras del tiempo

CAPITULO VIII

El cuartel de la resistencia estaba ubicado en las afueras de la ciudad más austral del planeta, muy cerca del polo sur. En aquella zona, la tierra rojiza y el paisaje desértico daban lugar a una tundra congelada, con pequeños arbustos de grandes espinas. Fuertes y helados vientos los azotaron mientras caminaban hasta el lugar. En aquellas latitudes era imposible volar.

Duncan pasó un brazo alrededor de la cintura de Hinto, apegándose levemente a él. ―Estás tiritando de frío, este clima no es para ti.

El joven le dedicó una pequeña sonrisa, agradecido por el gesto. ―Es el lugar más seguro que encontramos, en cuanto estemos dentro estaré mejor.

―Si los cuarteles están aquí, ¿qué era esa habitación en la que aparecí?

―Es a donde voy a dormir la mayoría de las noches, cada vez que duermo aquí despierto al borde la hipotermia.

―Entiendo. ― el mayor aumentó su temperatura corporal hasta que el otro dejó de tiritar y se sintió como si volvieran a tener quince años. ―Esto se siente como un déjà vu.

―¿Un qué?

―Un momento que tu cerebro cree que ya ha pasado antes.

―Bueno, hemos hecho esto antes...

―A eso me refería.

El viento comenzó a soplar aún más fuertemente y Duncan tuvo que crear un escudo cálido a su alrededor para no congelarse en medio de la nada, pero por suerte, pronto vislumbraron a la distancia unas pequeñas luces que pronto dieron lugar a una vieja construcción semienterrada.

Hinto golpeó a la puerta con una combinación particular de golpes y a los pocos segundos ésta se abrió, mostrando un rostro que el mayor creyó nunca volver a ver en su vida.

―¡Unkas! ― el anciano sacerdote alzó las cejas al verlo y se sorprendió aún más cuando el arqueólogo se lanzó a abrazarlo. ―Por dios, no creí que volvería a verte, ¡estás igual de viejo que siempre!

―Es bueno verte también, Duncan. ― el hombre le lanzó una mirada a Hinto en busca de explicaciones.

―Mm, ¿sorpresa?

El guerrero de la oscuridad no dio muchas más explicaciones, simplemente fue a sentarse junto a la chimenea para poder recuperar un poco su temperatura corporal.

―Es una larga historia Unkas, pero si tienes tiempo puedo contarte lo que se.

―Me encantaría, especialmente porque te ves más viejo que Hinto; sabía que los años terrestres pasan más rápido, pero no tanto. Y, además, tengo bastante tiempo de sobra.

―En realidad no pasan rápido, es solo que el tiempo de rotación es menor y...

―Sí, sí, como digas, solo estaba bromeando. Anda, siéntate al lado del fuego, prepararé algo caliente para ambos. Ah, y Hinto, hay alguien que está ansiosa de volver a verte.

El aludido levantó la vista con una felicidad poco antes vista en sus ojos. ―¿Sigue despierta?

―Se negó a dormirse hasta que regresaras.

El anciano los dejó solos, por lo que Duncan aprovechó para preguntar. ―Dijiste que todos los sacerdotes habían muerto... ¿Y de quién habla? ¿Te has conseguido una novia?

―Es el único que queda, pero ya no le agrada ser llamado sacerdote. ― el joven hablaba en susurros mientras frotaba sus manos, para poder calentárselas. ―Y no digas tonterías, el planeta no está en la mejor de las situaciones para tener novia, novio o lo que sea.

―Okey, okey, solo decía.

―¡Hinto! ― una niña apareció corriendo por la habitación y se dirigió automáticamente a los brazos del joven, abrazándolo con fuerza. ―Estaba empezando a preocuparme. ― la chica escondió el rostro en su pecho y él la abrazó con fuerza.

―No tienes que preocuparte por mí, recuerda que te prometí que siempre regresaría.

―Lo sé, pero... ya había pasado mucho tiempo.

―Está bien, ya estoy aquí... Quiero presentarte a un viejo amigo, por cierto. ― La niña se separó un poco de él y miró a Duncan. Sus ojos eran celestes como un lago de montaña. ―Kanda, él es Duncan. Duncan, ella es Kanda, princesa de Marte.

El aludido saludó a la niña con una sonrisa y entendió por fin por qué aquel grupo de gente se hacía llamar la resistencia real. Estaban protegiendo al último miembro viviente de la realeza.

―¡Tú eres el novio de Hinto! ¡Mi prima Tall y él hablaban todo el tiempo de ti! ― antes de que pudiera decir algo al respecto, la chica pasó de los brazos de Hinto a los suyos y no pudo más que abrazarla de vuelta. ―Es genial que estés aquí, ahora Hinto no estará tan gruñón, ¡y seguro que con tu ayuda podrán detener la guerra de una vez!



#19751 en Fantasía

En el texto hay: amor gay, aliens, poderes elementales

Editado: 09.10.2019

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