Siete meses han transcurrido desde la partida de Joseph. Al igual que el marinero, la joven sirena esperaba por él en aquel lugar donde se vieron por primera vez. Allí pasaba horas esperando a que el mar le diera noticias de su amado. En ocasiones sentía ganas de saltar y nadar en busca del barco, pero no quería romper aquella promesa. El mar le transmitía
tranquilidad, lo cual era señal de que Joseph y sus compañeros estaban bien y no corrían peligro alguno.
Al caer la noche, la sirena regresó a casa de Stara para cenar. Se veía preocupada y por mucho que intentó disimular, Stara notó que algo no la dejaba tranquila.
—¿Pasa algo, Lumina? — Preguntó
La joven sirena permaneció en silencio por unos minutos intentando negar su preocupación, pero sabía que su tía no le iba a creer —Es Joseph. No sé por qué me incomoda, el mar está tranquilo y aun asi me siento algo preocupada.
—Joseph está bien, no te preocupes — dijo Stara intentando calmar a su sobrina — han pasado meses de su partida y no hay noticias malas de él. Lo sabríamos en un instante. Quiero que te tranquilices y esperes por Joseph, regresará sano y salvo a tierra firme.
Lumina terminó de cenar, subió a la habitación y frotó su collar de luz para saber de su amado. El joven marinero estaba bien y en ese momento estaba trabajando como siempre: con mucho amor, esfuerzo y disciplina. Como la joven frotaba su collar, Joseph veía brillar el suyo. Para poder comunicarse con la sirena, se apartó hasta la popa del carguero, tocó el collar y habló en voz baja para darle señal a Lumina de su estado y que todo marchaba bien.
En ese momento, los marineros se encontraban en Alemania y su próximo destino era el puerto de Colombo en la isla de Sri Lanka. De ahí regresarían a Singapur para luego viajar a Australia.
—¡Joseph! — dijo Evan llamando la atención de su compañero —¿Qué haces aquí? Si el capitán te ve acá y no preparando tus cosas para el puerto te va a regañar. — A lo que Joseph respondió — Solo estoy tomando aire fresco Evan, es todo. Voy enseguida para organizar los papeles y ver que todo esté en orden.
Evan se acercó a Joseph —La extrañas ¿Verdad? Lo veo en tus ojos compadre —sonrió un tanto pícaro como de costumbre y continuó diciendo —Ella también te extraña, lo sé. ¡Ánimo, amigo! En un par de semanas estaremos en casa.
Mientras los marineros conversaban, uno de sus compañeros llamó su atención diciendo — No es hora de charlar, hay mucho trabajo que hacer — allí Evan y Joseph se separaron para cumplir con sus tareas. Sabían que su paso por Sri Lanka los dejaría muy agotados.
Las horas pasaban y los marineros trabajaban sin parar, mientras que en tierra firme Lumina descansaba tranquilamente al saber que Joseph estaba bien.
A la mañana siguiente, la joven sirena salió a caminar con su tía por la playa. A lo lejos vieron a dos tritones salir mientras lentamente se transformaban.
—Mira a quienes tenemos aquí — dijo Stara sonriendo tiernamente — hermano mío, qué alegría verte.
—No hemos sabido de ustedes durante meses y pensamos que era hora de otro encuentro familiar. —Dijo Thaón y miró a su sobrina diciendo — ¿Cómo estás, Lumina? —sonrió.
La joven sirena se acercó a su tío y lo abrazó diciendo — Con ganas de verlos, pero le prometí a Joseph no abandonar tierra firme.
—Te comprendo, ningún miembro de la familia real rompe una promesa — comentó Thaón.
El joven Leyniker permanecía detrás del rey de Tritonia del sur, en silencio y muy atento, estaba alerta protegiendo a su rey y a las princesas.
Minutos más tarde en casa de Stara, los miembros de la familia real conversaron sobre asuntos tales como la economía y la seguridad de Tritonia. Thaón comentó que muchos aspectos han mejorado luego de la división del reino. Por ejemplo, la economía ha mejorado y han recuperado su relación con el reino vecino y el ejército se ha hecho más poderoso de lo que solía ser.
—Son excelentes noticias —habló Lumina —ver que todo ha cambiado. Solo espero que Atolón y su padre no intenten nada y dejen a nuestro pueblo en paz.
—Leyniker— pronunció Thaón al ver al soldado un poco inquieto— hijo, relájate. Estamos en un lugar seguro.
A lo que Leyniker comentó — Lo siento majestad, no estoy acostumbrado a tierra firme.
Thaón se levantó y se acercó al soldado que apenas podía estar de pie, le puso una mano en el hombro y dijo — en ese caso ve acostumbrándote, visitaremos tierra firme con más frecuencia.
Leyniker notó el brillo en el collar de la princesa y le hizo saber.
—Es Joseph, intenta comunicarse — dijo Lumina mientras tocaba el collar —va camino a Sri Lanka.
Al mismo tiempo que Lumina se comunicaba con Joseph, el marinero se preparaba para descansar unas horas. El joven no hacía más que pensar en la hermosa sirena y en qué detalle le llevaría al volver a casa.
Mientras que en tierra firme se ponían al tanto de todo, en el gran reino submarino de Tritonia, los soldados entrenaban junto al ejército del Tánzur como Ranhir y Tarek habían acordado.
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Editado: 01.04.2021