Crónicas de una sirena enamorada 2

En el que la desgracia trae noticias

El collar de Lumina brillaba débilmente así que la sirena corrió hasta la playa y supo que  algo estaba mal. —¡Joseph! — gritó.  

Stara se acercó a ella y muy asustada preguntó —¿Qué ocurre? — vio el mar y dijo — ¡Vamos! No hay tiempo que perder.  

Ambas saltaron, cambiaron su forma y nadaron velozmente rumbo al estrecho de Malaca.  Nadaron y nadaron, pero cuando llegaron al lugar los marineros no estaban.  

Joseph y Evan estaban en tierra firme, muy lejos de Australia. Los jóvenes habían sido  rescatados por una sirena viajera quien más o menos tenía la edad de Stara. Mientras los  marineros descansaban cómodamente y en un lugar seguro, Lumina y su tía inspeccionaron  el perímetro.  

—¿Segura que este es el lugar? — preguntó la sirena de cola blanca — aquí no hay nada,  solo el buque a lo lejos — señaló.  

—Vamos a revisar si están allí, pero con mucho cuidado, nos pueden ver— dijo Lumina.  

Las sirenas se acercaron sigilosamente al buque, Lumina puso su mano derecha sobre un  costado del barco — Están muertos, pero no siento la presencia de Joseph ni Evan aquí.  

Lumina y Stara seguían nadando en busca de los jóvenes en aquel lugar, pero no tenían idea  de que en realidad se encontraban en Europa. La sirena que los encontró vivía en la ciudad  de Nueva Parténope, lugar en el que habitan las sirenas y tritones en tierra firme. 

Evan fue el primero en despertar esa mañana, observó detalladamente la belleza del lugar a  través de la enorme ventana. —¡Wow! — decía en voz baja hablando consigo mismo— ¿Qué  lugar es este? — preguntó sin darse cuenta que la mujer los custodiaba.  

—Nueva Parténope, Grecia. Ciudad no conocida para la humanidad — contestó la sirena con  un tono de voz dulce mientras Evan volteaba para verla.  

Joseph despertó al escuchar las voces y rápidamente buscó su collar el cual no tenía puesto  —Mi collar —habló asustado —¿Dónde está?  

La mujer respondió— no te preocupes, tu collar de luz está a salvo dentro de esa pequeña  caja— dijo señalando la mesa junto a él.  

Rápidamente el joven abrió la caja y se puso el collar. Luego, lentamente llevó su mirada  hacia la mujer y preguntó —¿Cómo supo que es un collar de luz? ¿Quién es usted? 

Evan fruncía el ceño sin saber de qué hablaba Joseph. La mujer se levantó, se acercó al  marinero y sonriendo contestó a su pregunta diciendo — mi nombre es Eudora y vengo del  mismo lugar del que viene tu collar.  

Joseph guardó silencio y Evan miraba fijamente a la mujer. Al escuchar su nombre vio el  pequeño collar de piedra que traía con él, se lo quitó y revisó el nombre que tenía grabado,  era el mismo.  

—¿Eudora? ¿De verdad ese es su nombre? —preguntó Evan.  

—Y Evan es el tuyo —respondió Eudora mientras se quitaba el collar el cual era similar al  del joven. Luego se acercó a Evan diciendo— Observa.  

Evan se sorprendió al ver su nombre junto al de alguien más en el collar de Eudora,  estupefacto dijo —Por todos los cielos ¿Madre? — sus ojos se aguaron  

—Hola Evan— dijo Eudora llorando — Mi pequeño hijo.  

Joseph, pensativo y sorprendido al mismo tiempo, veía a su amigo y a la mujer —Esto se  pone interesante.  

Eudora sabía que si Joseph tenía el collar era porque tenía contacto con alguien de la nación  del pacifico.  

—Infórmale a tu contacto en Tritonia que vives y estás en Nueva Parténope — hizo un gesto  dando a entender a Joseph que no sabía su nombre.  

—Joseph— dijo —Joseph Verlander. — Frotó el collar para darle señales de vida a Lumina.  —¿Quién es tu contacto en Tritonia, Joseph? —preguntó Eudora.  

—¿Tritonia? —preguntó Evan algo confundido al no ubicar el lugar — ¿Es un país o algo  así?  

—Tritonia es una civilización submarina, Evan. Está a varios kilómetros bajo el agua— respondió Joseph y luego añadió— De allí viene Lumina realmente.  

—Esto tiene que ser una maldita broma— habló Evan en tono de burla y sarcásticamente  preguntó —¿Qué sigue? ¿Acaso Lumina es una sirena o qué?  

Joseph y Eudora lo miraron de tal manera que Evan entendiera que no era una broma. El  joven al ver que se trataba de algo real, tomó asiento y vio el mar a través de la ventana.  

—Para responder a su interrogante, mi contacto no vive en Tritonia. De hecho, está en  Brisbane, Australia. —comentó Joseph retomando el tema.  

Eudora creyó que se trataba de Stara hasta que el marinero le dijo que era la hija del rey  Ranhir. 

—Se trata de la princesa Lumina, es mi novia.  

—¿Cómo puede ser posible? Creí que ya no salían a tierra firme, yo fui una de las últimas en  dejar el reino. 

—Ya no. Los tritones conviven con nosotros pasando desapercibidos.  

Mientras Joseph esperaba a Lumina, ésta y Stara veían el fuerte brillo del collar. Rápidamente  se sumergieron al ver que un bote se acercaba.  

—¡Vamos! Te guiaré a Nueva Parténope — dijo Stara y ambas emprendieron su rumbo a  Grecia. Al llegar a la ciudad mística, los que conocían a Stara la veían fijamente, y se dieron  cuenta de que podían ir y venir sin ningún problema.  




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