Crónicas de una sirena enamorada 2

En el que la desgracia trae noticias (Parte 2)

En la fosa de Puerto Rico, lugar donde se ubica el reino de Marania, el rey Maher y su hijo  se preparaban para su viaje a la frontera con Tritonia. Estaban dispuestos a hablar con Ranhir  a pesar de que sabían que no los dejarían pasar del portal del South Sándwich Trench.  

Maher llevaba una ofrenda para su homólogo de Tritonia del sur en señal de paz y así este lo  dejase pasar para continuar su camino hasta Tritonia del norte. Atolón por su parte estaba  dispuesto a aceptar cualquier condición con tal de convencer a Ranhir de que le diera un  indicio acerca del paradero de su hermano menor.  

Camino al S.S.T., los reyes demostraron una actitud pacífica a pesar de que se trataba de su  mayor enemigo quien los esperaba en la frontera con el Atlántico. 

—¿Qué deseas Maher? No queremos problemas — habló Thaón con firmeza — ¿No tienes  nada que hacer en tu palacio?  

—Sé que no soy bienvenido, pero vengo en son de paz— contestó Maher levantando sus  manos — si deseas podemos hablar aquí, no tengo intención de iniciar una pelea, y mucho  menos pido que me dejes entrar a tu palacio.  

—Basta de palabrería, Maher. Di de una vez por todas lo que quieres y lárgate de aquí. — dijo Thaón.  

—Necesito emprender un viaje a tierra firme junto a Atolón. Pero antes te suplico que me  digas el paradero de mi querida Eudora.  

—¿Por qué? Ella no quiere volver a verte—contestó Thaón —Donde quiera que esté es feliz  libre y lejos de ti.  

Atolón intervino tratando de convencer a los reyes tritones para que les permitiese el paso a  tierra firme, pero Ranhir quien era bastante desconfiado, se negaba y se negaba. Al ver que  no tenía caso, el rey maranio y su hijo decidieron regresar a su palacio para pensar en una  posible solución.  

Mientras que en Tritonia, Ranhir y su hermano trataban de averiguar el verdadero motivo por  el que su principal enemigo llegó a la frontera pidiendo paso a tierra firme, Thaón no estaba  muy convencido así que ordenó reforzar la seguridad en el Pasaje de Drake. 

Poco tiempo después, el rey maranio decidió ir con su homólogo de Tánzur para que este le  cediera el paso a tierra firme. Viaje que al igual que el anterior también había sido una pérdida de tiempo. Debido a esto, a Maher lentamente se le agotaba la paciencia.

 

Atolón como de costumbre partió al reino de la fosa de las Cariacas. En esta ocasión su viaje no era con “fines recreativos”, sino para convencer al rey Macelon de dejarlo pasar a tierra  firme.  

Luego de su largo recorrido, llegó al palacio y pidió reunirse con el rey cariaco. 

—¿Qué te deje pasar a tierra firme? — preguntó Macelon con un tono de voz burlesco —¿Y  cómo pretendes pasar desapercibido ante los humanos? Aquí no poseemos el hechizo de  cambio de forma y no nos interesa saberlo. Esas porquerías solo las practican en Tritonia. 

—Rey Macelon, necesito hallar a mi madre y ya no puedo burlar el paso por Tritonia. Por el  hechizo no se preocupe, ya me las arreglaré.  

Atolón poseía una cualidad (si así se puede decir). El joven príncipe nació con el poder de  cambiar de forma en cuanto tocara la superficie del agua. Razón por la cual tenía forma  humana la vez que intentó atacar a Joseph en Brisbane.  

Mientras que en el fondo del mar los tritones especulaban sobre las intenciones de los  maranios, en tierra firme, las preguntas no cesaban. En las noticias comenzaban a interrogar  a Joseph y Evan y las autoridades investigaban la muerte del resto de la tripulación. 

Joseph en muchas ocasiones no dormía pensando en los comentarios que muchos hacían.  Otros por su parte, lo defendían ya que sabían que él no era capaz de asesinar a alguien. Evan  era más fuerte, se defendía, se enfrentaba con tal de limpiar su nombre y el de su mejor amigo. 

Los meses pasaban lentamente y los investigadores parecían no poder encontrar respuestas.  Lumina hacía lo imposible por animar al joven quien debido a las circunstancias no quería  salir de casa. 

Una mañana como de costumbre, Lumina se encontraba en la zona rocosa mirando al  horizonte. En silencio, la sirena intentaba comunicarse con su padre. Por un instante pensó  en saltar y nadar hasta Tritonia, pero no quería dejar a Joseph en medio de su depresión.  Estando allí, la princesa fue sorprendida por su primo Raynor quien regresaba a Brisbane. 

—¡Hola Lumina! Volví y me quedaré por un largo tiempo. —se acercó para abrazar la sirena  quien necesitaba compañía en ese momento —¿Pasa algo? — preguntó el joven al ver el  rostro entristecido de su prima.  

—Es Joseph —respondió la princesa —Está muy triste y no quiere salir de casa.  —Entiendo, prácticamente los culpan a él y a Evan de asesinato.  

Lumina lo miró fijamente y luego preguntó —¿Tú crees que él sea capaz de hacer algo así? —¡No! En lo absoluto. Joseph es un buen muchacho —sonrió —Él no haría algo así. 

 

Al cabo de unos minutos los jóvenes caminaron a casa de Stara. Pasadas las horas, la sirena  y su primo salieron a casa del marinero, quien se encontraba sentado en la entrada comiendo  palomitas de maíz mientras veía a los pelícanos y alcatraces volar a lo lejos. Joseph se  encontraba algo inquieto al ver que muchos pasaban y lo miraban con desconfianza. Su rostro  cambió al percatarse de la presencia de Lumina justo en frente de su casa. 




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