Crónicas de una sirena enamorada 2

El viaje de Eudora

Un mes ha pasado desde la partida de Joseph a altamar y es el mismo tiempo que Atolón ha  pasado viajando a las cariacas intentando convencer al rey Macelon de dejarlo pasar a tierra  firme. A pesar de que éste le ha dicho que no en muchas ocasiones, el príncipe maranio se  rindió luego de varios intentos y partió a casa. 

—¡Santos dioses! — dijo Atolón lleno de rabia al verse acabado —Jamás he hecho nada  malo en las fosas de las Cariacas ¿Por qué Macelon me niega el paso? Su padre me habría  dicho sí ¿Por qué ese infeliz es tan diferente?  

Su padre solo escuchaba a su hijo gritar y desahogarse. No decía nada, no hacía nada, cosa  que Atolón odiaba, pero a Maher no le importó. El rey seguía en silencio. Pasados los  minutos, el rey de Marania salió del palacio sin que nadie lo notara. Nadó completamente  solo hasta la frontera con Tritonia y pidió hablar con el rey Thaón quien accedió al escuchar  a sus guardias decir que no contaba con la compañía de su hijo ni de su ejército. 

—¿A qué has venido? — preguntó el rey de Tritonia del sur — ¿Otra vez tu idea de querer  ir a tierra firme?  

—Ese es el deseo de mi hijo, yo solo vengo a platicar con ustedes al respecto— contestó Maher y continuó diciendo — si tú y Ranhir deciden escucharme les prometo dejarlos en paz  por un largo tiempo.  

Thaón dio la orden de dejarlo pasar, desde allí lo escoltaba junto con los tres soldados:  Leyniker, Trainer y Krauser.  

—Gracias por permitirme pasar, Thaón ¿Ya ves que no era tan complicado?  

—No pronuncies una maldita palabra hasta llegar con mi hermano, y más te vale que no  intentes nada porque mis guardias no dudarán en cortar tu cabeza sin importar que se inicie  otra guerra con tu insignificante fosa. —habló Thaón con firmeza. 

—Puedes estar tranquilo, no tengo planeado causar estragos en su nación al menos por esta  vez — dijo Maher con tanta tranquilidad ya que por primera vez en mucho tiempo decía la  verdad.  

Estando ya al interior del palacio de Ranhir, Maher sintió algo de nervios al ver a su enemigo  mirarlo de manera profunda y fría. Era una actitud bastante inusual ya que Maher no le tenía miedo a casi nada.  

—Admiro tu valentía — decía Ranhir acercándose al rey maranio — a pesar de todo lo malo  que le has hecho a mi nación sumando el deprecio del mismo hacia ti, tú tienes la desfachatez 

 

de llegar aquí — sonreía sarcásticamente y continuó —vaya que eres bastante descarado,  igual que tu padre el rey Marán.  

—¡Oh, vamos Ranhir! Está en mi sangre — dijo Maher un poco nervioso —verás, estoy aquí  para hablarte respecto a mi hijo. Algo lo tiene inquieto.  

Ranhir interrumpió a Maher diciendo —por enésima vez, Maher. Lumina no será entregada,  ella encontró el amor en un humano y ni tú ni nadie puede hacer nada para evitarlo.  

—No se trata de eso— levantó sus manos en señal de que no haría nada contra el tritón y luego de un suspiro dijo —acércate, no quiero decirlo en voz alta.  

—Y yo que le obedezco a este abyecto —decía Ranhir mientras se acercaba a Maher —¿Qué  es?  

—Atolón quiere ir a tierra firme en busca de su madre. Por favor, debemos hablarlo en  privado, nadie tiene por qué enterarse.  

—¡Sígueme! — pronunció Ranhir alejándose un poco del resto — No sé qué tengas pensado,  pero ni creas que voy a permitirle a tu hijo el paso a tierra firme.  

—Entonces hazla llegar aquí. Atolón solo quiere ver a su madre y saber de su hermano  menor— decía Maher intentando convencer a su homólogo.  

—No sé el paradero de Eudora y menos el de tu hijo, no puedo hacer nada al respecto. No  pienso ser benevolente con alguien que ha causado terror en mi pueblo. Maher, debes  entender que solo ayudamos a Eudora a pasar a tierra firme, pero no sabemos de ella. Han  pasado veintiséis años desde la última vez que la vimos.  

Al escuchar lo que dijo Ranhir, el malvado Maher inclinó su cabeza y abandonó el castillo.  Todos los habitantes estaban confundidos al ver al rey del pueblo vecino completamente solo  y cabizbajo en las aguas del pacifico. Maher nadó hasta su palacio y se dio por vencido, se  había quedado sin opciones. Macelon y Ranhir le negaron el paso a tierra firme, y el rey  Tarek del Tánzur sin duda también lo haría. Su hijo Atolón solía burlar la seguridad de  Tritonia, pero desde que la nación fue dividida se le ha hecho difícil debido a la cantidad de  guardias que hay en la zona fronteriza. 

Mientras los gobernantes maranios poco a poco se rendían, Eudora emprendía un viaje a  Australia. Quería volver al océano por unas semanas, sentía la necesidad de descansar y vivir  bajo el agua. Además de eso, la gobernadora Ligeia la tenía al borde de la locura desde el dia  que llevó a los marineros a la isla de Nueva Parténope.  

La mujer fue astuta, partió de la isla hasta Atenas en donde tomó un avión hasta el gran país  de Oceanía y viajó en autobús hasta la hermosa ciudad de Brisbane. Su plan era quedarse en  Tritonia, ya que, visitar su natal fosa de las Cariacas representaba un peligro para ella. Podía  ser raptada por un Tánzur o devorada por el enorme y aterrador Iryatum.  

Antes de partir a la gran nación del pacifico, decidió llegar a casa de Stara y quedarse allí a  descansar luego de su larga travesía. Eudora y Stara conversaron sobre Tritonia un largo rato.  La mujer debía saber los cambios que surgieron bajo el océano. Así, Eudora no estaría  desorientada al momento de llegar al místico país.  




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