Crónicas de una sirena enamorada 2

Evan y su paso por las Cariacas

El rey de las Cariacas se encontraba cómodamente en su palacio junto a su joven esposa,  cuando uno de sus soldados le notificó que el príncipe maranio estaba esperando por él en  los límites de la fosa.  

Macelon se dirigió hasta el lugar para encontrarse con el príncipe de Puerto Rico.  —¿Quién es él?  

Atolón le dijo que le explicaba dentro del palacio ya que en los límites no era seguro hacerlo  por la presencia del enorme Iryatum.  

Macelon ordenó dejarlos pasar y los llevó hasta una habitación libre de agua para tener más  privacidad. —Ahora sí ¿Quién es él? ¿Por qué has traído a ese humano a mi palacio?  

—Necesito esconderlo de los tritones por un tiempo. 

—¿Es el australiano con el que Lumina unió su vida? — El rey cariaco pensó que se trataba  del marinero al que Atolón secuestró hace tiempo.  

—¡No! Este joven que ves aquí no es humano.  

—Pero su apariencia es de uno ¿A qué civilización submarina pertenece?  —Es maranio mitad cariaco. Es de los nuestros, es mi hermano menor.  Macelon, estupefacto observó detalladamente al extraño joven y notó el parecido con Atolón. —¿Eudora sabe que él está aquí?  

—Nadie lo sabe, es por eso que lo traigo ante ti. Necesito que lo ocultes en tu palacio por un  tiempo, y por favor no le hagas daño.  

—Sabes que aquí no dañamos a quienes llevan nuestra sangre.  

Minutos más tarde Atolón abandonó la fosa, Evan se sentía inseguro en aquel lugar. Miraba  a Macelon con temor, pero el rey cariaco no tenía intenciones de hacerle daño. 

—No temas. No pienso acabar con un hijo de Eudora. Evan ¿Verdad? —¡Sí! ¿Conoces a mi madre?  

—Yo era un niño cuando ella vivía aquí — contestó Macelon — Es cariaca. Solía ser  exploradora y coleccionista. Una gran sirena que sin duda aportó muchas cosas a nuestro  pueblo. —Macelon le brindó camarones a Evan como gesto de bienvenida —Siéntete como  en casa.  

—No quiero ser grosero, pero en donde crecí no comemos camarones crudos.  

—Olvidé que creciste como humano y tienes sus extrañas costumbres. ¡Bien! Pediré que  traigan herramientas para que hagas fuego y cocines tu comida aquí.  

—¡Gracias, majestad!  

—Por favor, solo dime Macelon. —dijo y salió de la habitación.  

Al quedar completamente solo en aquel lugar, Evan solo pensaba en una cosa: rendirse. Todo  aquel discurso que le dio a Perla durante su cautiverio lo echó a la basura, sabía que no había  forma de escapar esta vez.  

—Jamás voy a salir de aquí.  

Mientras Evan rompía en llanto en aquel lugar, Joseph y William lo buscaban como locos  por la playa. Nina y Lumina recorrían el vecindario con la esperanza de hallarlo. Stara y su  familia buscaban en la zona rocosa, pero nadie obtenía resultados.  

Dos semanas después de la desaparición de Evan, Stara viajó con su hija Gema a Nueva  Parténope. Eudora lloraba por su hijo mirando el mar por el ventanal de su habitación. — ¿Nadie vio nada?  

—Joseph dijo que ese día salieron de clases y Evan siguió su camino a casa. No hay rastros  de Evan en ninguna parte y al parecer no tiene su collar porque no responde. — comentó  Stara.  

—¡Oh! Poderoso Zeus protege a mi hijo donde quiera que esté.  

—¿Y si la arpía se lo llevó? —Preguntó Gema  

Eudora miró a Gema — Tienes razón, quizá Ambra lo tiene cautivo. 

—No creo que lo tengan encerrado luego del desastre de aquel día, pero no está de más ir a  las islas Estrófades.  

—Daré la orden para que nos escolten. Si Ambra no tiene a mi hijo entonces lo más probable  es que Evan está en el fondo del mar.  

—¿Tú crees? — preguntó Stara 

—Lo presiento.  

Eudora convocó al ejército y partieron a las islas Estrófades. Stara y Gema permanecieron en  Nueva Parténope a la espera de alguna novedad sobre el marinero.  

—Madre ¿crees que se pueda desatar otra pelea entre Tritonia y el reino del padre de Evan? 

—Pues tu tío es capaz de cualquier cosa. Si los maranios tienen a Evan que se atengan a las  consecuencias.  

—¿Y si no está en Marania? Digo, en un caso hipotético, lo tenga otra civilización enemiga.  

—Entonces están en serios problemas, porque si es así, hasta el energúmeno de Maher  pelearía por su hijo —Stara miró a su hija diciendo —¿Sientes miedo por Evan?  

—Por supuesto que tengo miedo. No quiero que la próxima noticia que tengamos de él sea  que está muerto. —Luego señaló el collar de su madre —mamá, tu collar de luz está  brillando.  

Stara era llamada por su hijo Raynor. —Es tu hermano, encontró el collar de Evan.  

Al mismo tiempo que Stara recibía el mensaje de su hijo, Eudora se aproximaba a las  Estrófades. Una de las arpías comenzó a alertar a las demás que los tritones se acercaban  a la isla. Las arpías se preparaban para atacar.  

Al tocar tierra, Eudora pronunció —Vengo en paz, solo quiero hablar con su líder.  

—¿Qué haces aquí? — hablaba Ambra desde el fondo —los tritones no son bienvenidos a  mi isla.  

—Lo sé — comentó Eudora — A nosotros tampoco nos agrada pisar este lugar.  —¿Entonces a qué has venido? — preguntó la líder arpía.  

—Mi hijo Evan desapareció.  

—¿Y crees que está aquí? Atolón no ha vuelto desde que tu rey decapitó a Ligeia. No  sabemos nada. Te doy permiso de revisar la isla para que veas que tu hijo no está aquí. Por  cierto ¿Qué sabes de Perla?  

—Perla huyó de Australia, no sabemos su paradero. —Eudora mintió para esquivar el tema.  En realidad, la arpía rebelde seguía oculta en casa de Stara. 

Ambra dejó que los tritones revisaran el lugar —Esta vez tengan cuidado con nuestras cosas.  




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