Crónicas de una sirena enamorada 2

A bordo del Charlotte

Un mes pasó y finalmente Joseph recibió el llamado de la compañía mercante para abordar el buque granelero “Charlotte” dentro de dos días. El marinero se preparaba para iniciar su viaje cuyo primer destino sería Taiwán.

Lumina sonreía mientras lo ayudaba a empacar sus cosas, estaba feliz al ver la dicha de su esposo y sus ganas de volver al trabajo —Todo estará bien esta vez.

Joseph le dio un beso y luego respondió —Si, nada malo pasará y todo será como antes —su mirada y la de su esposa se encontraban fijamente conectadas —Ya sabes lo que tienes que hacer, quedarte en casa y esperar por mi regreso. Si necesitas ayuda solo levantas el telefono y llamas a mis padres o bien te comunicas con Stara por a través del collar.

—Te voy a extrañar mucho, Joseph. Serán los meses más largos de mi vida, pero prometo esperar por ti en tierra firme y cuidar de nuestros hijos. Si Atolón se atreve a venir a Brisbane e intentar alguna fechoría, lo enfrentaré.

Joseph abrazó fuertemente a Lumina y suspiró mientras que la sirena cerraba sus ojos. Sentía paz mientras estaba en brazos de su esposo, quería que ese momento no terminara nunca.

—¿Estarás bien? —Preguntó Lumina

—¡Lo prometo! — exclamó Joseph —regresaré sano y salvo.

El joven marinero esta vez sería segundo oficial. Sus clases en el instituto de ingeniería naval y marina mercante lo ayudaron a ascender rápidamente a ese puesto. El joven ya no realizaría labores pesadas, sino que, se encargaría de realizar la ruta según los criterios señalados por el capitán, también estaría encargado de la corrección de cartas y publicaciones náuticas.

Joseph haría todo a su alcance para llegar a ser capitán en unos años. Mientras tanto, debía estar lejos de su familia por cierto tiempo. En esta ocasión solo tomaría ocho meses ya que la agenda del granelero solo cubría extensiones marítimas cerca de Australia. Para ser precisos la región de la Polinesia.

Mientras Joseph se preparaba para su retorno a la marina mercante, en Inglaterra, Evan iniciaba su trabajo de campo en las costas de ese país. Adoraba bucear y explorar el mundo submarino.

Una mañana, el futuro oceanógrafo se encontraba con varios compañeros realizando una expedición en el canal de la mancha, exactamente en Jurassic Coast. Evan podía sentir que debajo del agua no estaría muy seguro. Sin embargo, nadó por unos minutos y rápidamente regresó a la embarcación.

Sus compañeros no dieron importancia y nadaron por un tiempo más prolongado que Evan, mientras él observaba las aguas desde el bote. Por un momento creyó ver a una sirena, se asustó y se ocultó.

En ese instante todas las imágenes de su paso por las Cariacas sumado a la masacre en Marania comenzaron a invadir su mente de nuevo —Tienes que superarlo, Evan. No puedes seguir asi si tu deseo es un buen oceanógrafo. No hay nada ahí debajo, No, no lo hay —de hablaba a sí mismo en voz baja —Vas a asomarte otra vez y verás que todo estuvo en tu imaginación y que fue uno de tus compañeros que nadaba justo debajo de ti.

Nuevamente Evan se asomó y vio que en realidad se trataba de la única chica en la expedición. La mente del joven jugaba con él y debía hacer algo antes de que sus compañeros notaran algo extraño en comportamiento.

Horas más tarde, al estar en tierra firme, Evan caminaba lentamente por la orilla de la playa. Por un instante tocó el collar intentando comunicarse con su madre. Sin pensarlo, Eudora había llegado hasta el lugar.

Evan miraba a sus compañeros quienes estaban a varios metros de distancia. Para disimular, se sentó en la arena y le habló a su madre.

—Me da mucha alegría verte, madre.

—Mírate, Evan —decía la sirena con ternura —Tan feliz y enamorado por lo que haces.

—¿Viniste sola?

—¡Sí! No tengo problemas, ya que esta región pertenece al Tánzur. Gracias que Traimor y la hija de Tarek son esposos, Tritonia y el reino del Tánzur pueden circular libremente en la región del otro de ser necesario.

—Entonces, no hay peligro.

—¿Creías que sí? — preguntó Eudora con una tierna sonrisa

Evan le explicó a su madre lo que pasaba, Eudora se dio cuenta de que su hijo tenía traumas a causa de su hermano mayor — Tienes que ser fuerte, hijo. Debes dejar todo atrás y seguir con tu vida. Piensa en Gema y en tu futuro a su lado, piensa en ti y en tu futuro como oceanógrafo. Si dejas que tus miedos te ganen la pelea, dejarás que Atolón te amargue la vida por lo que te resta de ella y jamás serás feliz.

Al fondo, uno de los estudiantes gritó —Date prisa, Evan. Debemos volver al hotel para descansar, mañana a primera hora volveremos a Liverpool.

—¡Voy enseguida! —respondió y volteó a ver a su madre —Debo irme, mamá. Espero verte pronto.

—Piensa en lo que te dije, no te dejes vencer por tus miedos. —lentamente Eudora se sumergía mientras veía a su hijo alejarse. En voz baja lanzó un hechizo de protección para que llegara bien a la ciudad en la que se hospedaba durante sus estudios.

Esa era la rutina de Evan mientras estaba en Inglaterra: Estudios, paseos, noches de películas con Gema.

Mientras que el ex marinero se preparaba para su nueva profesión, Atolón se preparaba para heredar la corona. A pesar de no haber muerto, Maher tomó la desicion de conoronar a su hijo. El príncipe había sido proclamado rey. Maher se sentía agotado y necesitaba descansar. Algunas veces aconsejaba a su hijo para gobernar el pueblo maranio, así, hasta que Atolón se sentía completamente capacitado para ejercer sus labores como rey.




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