Crown, Love And A Cup Of Coffee

✨ CAPITULO 5

Ángela bostezó mirando a sus hermanas, miró la hora en su celular eran aproximadamente las seis de la mañana, no podía faltar hoy al trabajo aunque se sentía muy mal, la enfermera le había recetado un medicamento pero ella no tenía dinero suficiente para comprarlo; sacudió su cabeza recordando lo que había pasado realmente era algo que no le hacía bien emocionalmente <tal vez José tenía razón> pensó ella, tal vez era su culpa lo que le había pasado; no tomaría del dinero de su hermana por nada del mundo así que aguantaría su dolor hasta que pudiera.

Ángela estaba equivocada en ese aspecto, ninguna mujer era culpable de  abuso sexual; ni por su forma de vestir, ni por su belleza, ni por nada; algo así no se podía justificar con nada existenten en este mundo pero claro, no estaba en sus manos ese conocimiento y recordando las palabras que salieron de la boca de José su agonía aumentaba cada segundo. Caminó hasta el baño fuera de la casa y se bañó estrujando su cuerpo con un paño que normalmente usaba, entro a la vivienda se puso el uniforme del restaurante y salió hacia el colmado de la esquina.

—Buenos días señor Esteban —Dijo entrando al establecimiento, el hombre le devolvió el saludo con una sonrisa piadosa.

—¿Niña que tienes? Estás pálida —Preguntó el hombre cuando ella estuvo frente a él, en el mostrador la chica se encogió de hombros para no tener que entrar en conversación, miró el hombre que aún esperaba una respuesta más genuina.

—No lo sé, me acabo de levantar —La chica sonrió nerviosa—. Me puede fiar un café y tres panes por favor —Pidió

—Claro mi hija, usted es buena paga además su abuelo hizo mucho por mi familia antes de morir, estoy muy agradecido —Esteban saco los panes y los colocó en fundas pequeñas, saco el café de su lugar y lo metió en una funda más grande junto a los panes—. No tenga miedo de pedir lo que sea, se que estás como quien dice, criando a tus hermanas, tu mamá nunca se va a posicionar tranquila para ayudarte, tan buena hija que tiene no la sabe valorar —Lo último lo dijo algo melancólico.

—Ah! señor Esteban usted sabe —Indagó tratando de apasiguar el ambiente.

—Claro mi hija, pero no se preocupe, siempre hay un Ángel puesto por Dios para no desamparar a sus hijos —La chica sonrió de lado.

—De eso estoy segura. Por cierto, una última cosa ¿tiene pastilla diclofena forte? —El mayor le paso la pastilla a la chica y esta la metió en la funda, le dió una nota del precio y salió del colmado hasta su vivienda.

—Ángela muchacha! tenía muchos días sin verte —Saludó la vecina del frente del colmado.

—Lo sé, tengo dos trabajos, me voy temprano y llego tarde, usted sabe en la batalla que no es nada fácil pero ahí andamos. —Contestó la chica parada en su puerta.

—¡Ay mi hija, espero que Dios te ayude a conseguir un buen marido! —Exclamó la mujer, la chica sonrió negando con la cabeza.

—Todos esperan eso —Sonrio <Menos yo>Pensó aún sonriendo, empezó a caminar hacia su casa entró y miró a la habitación directamente dónde estaban sus hermanas dormiendo, dudaba demasiado encontrar un hombre bueno, en este lugar no lo había y ella no se iría a lugares desconocido a buscarlo, antes no lo haría por timidez pero ahora con lo que había pasado nunca lo haría, el miedo se apoderó de ella tan solo con pensar que pasaría algo así nuevamente. Sacudió su cabeza tratando de alejar ese recuerdo, preparó el café y puso la greca en la estufa eléctrica. Tomó un poco de agua del botellón y se bebió la pastilla pidiéndole al señor del cielo que se le quitara ese dolor tan molesto.

Bebió su café y comió su pan, despertó a su hermana y le entregó cien pesos dominicanos para que hiciera algo de comer, tenía pensado llevárselo y que cogiera fiao pero no quería que la deuda aumentara no ganaba tanto para hacer deudas grandes. Salió de la casa y cerró la puerta tras de ella, empezó a caminar saliendo de su callejón hasta salir a la calle, saludó algunas personas y se quedó en la esquina esperando el autobús hasta que llegó.

—Buenos días —Saludo a las personas que estaban en el autobús, algunas respondieron otras no, Angela se sentó en uno de los asientos del medio, recostó su cabeza de la ventana sintiendo como el dolor aunmentaba en cada segundo. Respiro profundo y sacó un espejo para ver su rostro, hasta ella notaba la palidez, guardo el pequeño espejo y cerró la cartera, salió del autobús y se paró frente al local, no tenía ganas de trabajar, ni siquiera de respirar pero recordó sus hermanas y cogió valor y entró al local.

—Buenos días compañeros —Dijo, todos contestaron a su saludo con una sonrisa. Una de las cocinera se acercó a ella con el ceño fruncido.

—Ángela ¿Que te pasa? Estas pálida mi hija.

—No tengo nada —Respondió de prisa con una sonrisa nerviosa.

—Bueno, deberías ir al médico esa palidez no es normal, lo digo porque ayer estabas bien —Comentó Kevin al acercarse a ella—. Así se puso mi esposa antes de enterarnos —Lo último lo dijo no tan feliz, él sabía que esa chica no debería salir embarazada, primero no tenía el trabajo adecuado, tal vez el padre del bebé la ayudara pero el sabía que ella tenía dos hermanas para mantener y ningún hombre le gustaba mantener la familia completa.

—No estoy embarazada, por Dios! me libre, para nada —Contestó negando con la cabeza. Ángela pasó a la cocina y empezó a recoger algunos platos—. Fregue con kevin ayer, no entiendo como aparecen trastes sucios.

—Ese asqueroso de Mejia, amanece aquí y se le ocurre cocinar a media noche.

—Ese tipo me tiene cansada a mi —Gruñó Ángela, se agachó sintiendo un dolor punsante en la parte baja de su abdomen.

—¿Estas bien? —La cocinera y Kevin se acercaron a ella agarrandola, los que estaban en el momento miraron hacia ella.

—Llevenla al hospital —Dijo uno de los empleados.

—No, yo...

—Ángela tu estas mal, hay que llevarte —Dijo Mercedes aún agarrandola. Kevin y la mujer salieron con Ángela agarrada de brazos, pidieron un taxi y le dieron dirección hacia el hospital central, al llegar la atendió la misma enfermera. Le puso un medicamento para el dolor y luego un suero para hidratarla, Ángela se quedó dormida en la camilla mientras Kevin y Mercedes se quedaron afuera, la enfermera salió encontrándose con ambos adultos.




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