Una semana después llena de trabajos, prensa y otros asuntos Nikolai estaba preparándose para viajar a la primera reunión en México, más tarde pensó que debía matar varios pájaros de un tiro aunque pareciera difícil la acción, pero en este caso el dicho entraba perfectamente, había pedido a los siguientes presidentes de cada nación que viajaran a México para programar una reunión con los seis hombres, claro le dijo que le pagaría todo, y cuando aquellos hombre la idea le pareció bastante buena no dudo en llevarla a cabo, menos el presidente de República Dominicana; este no fue que se había negado era otra cosa, se trataba de Nelson Manxueta el cuál le había suplicado casi al arrodillarse para que viaja a su país y conociera su gran finca de mango. El principe desconocía como era que se daba aquella fruta y tampoco recordaba mucho como era así qué, no tanto por la curiosidad de conocer la fruta sino por la súplica que había dado Nelson al final decidió que sera allá la reunión de éste.
—También quiero ese traje para el tercer día —Nikolai señaló un traje azul oscuro que sobresalía del grupo de colores oscuros, la chica que arreglaba su maleta era una de las misma de las cuales se había encontrado muchas veces en las mañanas, las había mandado a buscar directamente a ambas pero la otra no asistió a trabajar por problemas de salud.
—Esta bien, gracias por ayudarme a elegir Esperanza; espero que tu compañera se mejore pronto.
—No es nada alteza es mi trabajo, gracias por los buenos deseos para Esther —La chica sonrió sonrojada y después de una reverencia salió de la habitación, dos hombres entraron y se llevaron la maleta, no tenía pensado llevar más de ahí estaba seguro que con esa ropa era suficiente para tres días y medio ya que en el cuarto día volvían a medio día. Salió de la habitación encontrándose a Robín.
—¿Preparado alteza real?
—Ya lo estoy, Francesca ya llegó.
—Sí, también el señor Andrés, el señor Matthew, la señorita Amanda y la señorita Patricia, los espera en el aeropuerto privado.
—Bien, puedes irte primero me despedire de mi familia.
—No debe hacerlo alteza volverá pronto.
—Lo sé pero debo aunque sea dejar que mi madre me dé las doscientas bendiciones reales y maternales —Robin sonrió negando con la cabeza, dobló sobre sus talones y camino alejándose de Nikolai, a su espalda había un pasillo que lo llevaba a la habitación matrimonial de sus padre, empezó a caminar en esa dirección y paró tocando la puerta, un pase con una voz fina se oyó del otro lado.
—Alisa sabía que eras tú antes de entrar —Dijo su madre al verlo abrir la puerta. La chica sonrió, esta le daba un masaje en los pies a su madre.
—Siempre vengo a está recámara y no solo yo Alexander y Kevin también lo hacen, no sé porque razón ustedes Joshua, Miguel y compañía no lo hacen —Comentó Alisa mientras elegía un frasco.
—Ay, no hay mucho tiempo para eso, además es la habitación matrimonial no me gusta entrar aquí —Camino hacia donde su madre y besó la mejilla de esta.
—¿Dices que saldrás por tres días? —Preguntó su madre.
—Sí.
—¿En serio? ¿Porque no me lo dijiste? —Protesto Alisa frunciendo el ceño.
—No fui yo quien lo dijo a la reina. Fue su marido.
—Por lo tanto, nosotras estamos fuera de tus asuntos —Indagó Alisa poniendo más aceite en el pie de la madre.
—Cariño pusiste demasiado aceite y no era de ese —La reina señaló el pequeño frasco y una doncella le pasó una toalla para que quitara el exceso del aceite que había puesto.
—Discúlpenme no quería que pareciera así, saben que no tengo esos tipos de diferencias además, creo que la persona más importante para que lo sepa para mi es la reina, ella suele darme mis bendiciones que a eso vine; porque ustedes sean mujeres no significa que estén fuera de mis planes —Se acercó a ella y se arrodilló poniendo la mitad de la cintura para arriba en el regazo de su madre esta sonrió acariciando su rostro y peinando su cabello con las manos.
—A mi no me vas a comprar con ese dicho, porque ya veo que la compraste a ella —Protestó Alisa.
—Ya pequeña, deja de pelear o te podrás vieja y arrugada como la abuela —Musito Nikolais quería quedarse en el regazo de su madre un poco más de tiempo, la chica sonrió y este sonrió con ella.
—Bueno, no me quiero poner tan rápido arrugada por eso te salvaste por hoy, que te vaya bien en tu viaje.
—Sí, gracias.
—Te doy mi bendición para que vayas a tu reunión y todo lo que hayas durante aquel viaje te salga muy bien, que Dios te me proteja y te ayude a cumplir esa meta por la que estás trabajando tan forzada.
—Muchas gracias mamá, no seas tan legendaria con eso —Dijo mientras esta le daba un beso en la mejilla, salió del palacio unos minutos después de despedirse de sus otros hermanos aunque no pudo encontrar a esos tres hombres que siempre andaban juntos pero les dejo dicho que le desearan la bendición mientras él no estaba. Llegó al aeropuerto y subió los escalones de este encontrándose con todos sus empleados. Había podido que cada uno de los que va a dirigir conseguir sus fábricas en los países que habían elegido vengan con él a la reunión, y estaba muy orgulloso del grupo tan trabajador y dedicado que había elegido. Tres mujeres y cuatros hombres que eran muy fieles a la realeza.
El avión aterrizó en el aeropuerto de Ciudad de México, el avión era privado de la realeza de Dinamarca y así estaba marcado, pero se le fue abierto en una hora específica un despegue ordenado por el presidente de la nación. Nikolai y su equipo bajaron de la nave adentrándose a la zona aeroportuaria, un grupo de seguridad los movió hasta el salón de los embajadores y allí esperaron una hora hasta que el presidente llegó.
—Mucho gusto alteza real, bienvenido a México.
—El gusto es mío presidente, muchas gracias por la cordial bienvenida —El presidente saludó al equipo que andaba con Nikolai, la prensa estuvo allí desde antes del presidente llegar así que las fotografías y los intentos de hacerles preguntas llegaron mientras el grupo iba caminando hacia los autos que los llevaría al hotel donde ellos se hospedarian.
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Editado: 10.08.2022