Crown, Love And A Cup Of Coffee

✨ CAPÍTULO 56

Ángela no pegó en toda la noche los ojos, verlo moverse de aquí para allá le daba terror. Cuando vio la luz colarse por la ventana de atrás suplicaba en su  mente por la llegada de Adalia, es verdad lo que Luis había dicho tal vez después de esto sí salía con vida, no confiaría en ella ni relajando, pero en estos momentos ella era su única salida; debía hacer que Adalia cambiará sus pensamientos, el motivo y que la ayudara a salir de este lugar, unos minutos más tarde alguien tocó la puerta y Luis se levantó mirando por un pequeño agujero, le abrió a la chica y está posó los ojos en Ángela.

—No le hice nada —Dijo él, Adalia trajo una funda con ropa, un vestido blanco y ropa interior—. Cargala y llévala hasta el baño —Dijo ella señalando a Ángela, la joven negó con la cabeza, ella no quería que esté hombre le pusiera las manos encima, pero este le restó importancia a los murmullos y quejas de Ángela, la cargó y la llevó hasta el baño luego Adalia entró y se encerró con ella, su amarre de manos le ponían la manos atrás y esa misma soga recorría todo su cuerpo hasta los tobillos ahí también estaba envuelto en un nudo.

—No tardes tanto y si se pone rebelde me llamas —Vocifero Luis parado en la puerta del baño y la cerró luego caminó hasta una esquina de la casa, está no tenía habitación aunque era grande, solo tenía un baño ya que, el dueño de la casa no llegó a hacerles las divisiones para las habitaciones pensando que había de gastar dinero en vano porque solo vivían viciosos y prostitutas en este lado del barrio, era más bien una casa habitación para que una sola persona viva. Estaba vacía solamente había una mesa de plástico de esas que se armaban y una silla de plástico, en otra esquina donde estaba Ángela había un colchón espuma que era donde debía dormía Ángela.

Adalia la miró mientras abría la llave para que el agua cayera en su cuerpo y cortó con una tigera la parte que no podía sacar por el amarre, le terminó de quitar el vestido que ella tenía y la metió bajo la ducha, también le quitó el amarre que tenía en la boca.

—Adalia por favor.

—Escúchame —Empezo a susurrar—. Sé que he cometido un error, pero necesito el dinero.

—Pero si me lo pedías te lo daba, no tenías que hacer esto.

—No es tan sencillo Ángela, tu no entiendes. Me uni a Luis porque él tiene razón, por el simple hecho de ser abusada tienes un principe de novio y yo qué —Ángela frunció el ceño.

—¿De qué hablas? —Andalia le siguió echando agua y la desnudo por completo, dejándola como Dios la trajo al mundo.

—Tú no entiendes Ángela, mil peso que me des no es lo mismo a los millones que puedo pedir por tu rescate, luego sabes a dónde me iré, fuera del país obviamente no te diré a cuál, y sabes qué —Sacó un arma que tenía detrás—. Mataré a ese perro y me quedaré con todo el dinero yo sola.

Ángela vio sus ojos, está vez vio algo diferente en su mirada, era como si la avaricia había tomado posesión de ella y la había segado, no conocía a esa nueva Adalia. Terminó de ponerle el vestido por encima del amarre, llamando a Luis para que la cargará y la llevará a la esquina, él entró a la habitación y volvió a cargarla.

—Ahora hueles mejor —Dijo apegándose a su cuello, Ángela empezó a sacudirse y el la tiró en el suelo—. Maldita perra —La tomó por lo cabello y la arrastró hasta el colchón.

—Luis, ya te dije que no hay necesidad de maltratarla.

—Cállate Adalia. Dame el número de tu novio el principe —Dijo, Ángela entre sollozos intento hablar, pero no podía—. ¡Habla ya!

—No,... No, lo sé... No —Ella negó con la cabeza.

—¿Cómo no vas a saberlo? Dime! mientes maldita sea —Le metió una cachetada y le partió la boca.

—¡Luis basta!

—Adalia cállate, dónde está la maldita bala que te mandé a comprar.

—Me dijeron que vaya más tarde porque no había, fui está mañana, pero me dijeron que aún no hay para este tipo de arma —Mintio mirándolo fijamente, Ángela estaba temblando de terror y Adalia se acercó a ella dándole topecitos en el hombro—. Cálmate ya —Dijo cómo si eso fuera suficiente para calmar a la joven.

—¿Es en serio, ahora que vamos hacer?

—Esperar que salgan las noticias y den un número de rescate, no lo sé.

—¿Y dónde demonios veremos eso si no tenemos tv, además piensas que harán un escándalo con esto? no lo creo —Miró a Ángela—. Hay que buscar otra víctima en el grupo.

—Claro que no, a estás alturas esa gente debe tener más seguridad de lo que uno no se puede imaginar, voy a enviarle un mensaje a la señora Mercedes, aún tengo su número.

—No, eso es muy arriesgado, podrían rastrear tu dirección, ya sé a dónde tengo que ir, nos vemos en un rato; no hagas absolutamente nada hasta que yo llegue —El hombre salió de la casa y Adalia cerró la puerta, entró a otro auto y empezó a conducir hasta el barrio antiguo de Ángela.

—Adalia por favor, sácame de aquí; prometo darte el dinero que querías.

—Obviamente no será así, no soy tan estúpida Ángela, me meterán en la cárcel si llego aunque sea a la entrada de tu puerta.

—¿Creés que él no tendra su plan también? Probablemente fue a buscar él mismo las balas —Adalia caminó de un lado a otro—. ¿Y si te traiciona como tú piensas hacerlo con él? No deberías confiar en esa persona Adalia.

—Ángela cuando él me habló de este plan me negué por completo, entonces pensé; porque la vida tiene que ser tan buena contigo y tan injusta conmigo,  viste que no pase de ser una camarena en un restaurante en cambio tú serás la futura esposa de un principe de Dinamarca. No te parece algo injusto cuando ambas estuvimos en el mismo lugar cada día.

—No sé Adalia, no sé cómo funciona esto, pero deberías de parar antes que sea demasiado tarde.

—Ya no se puede volver atrás, y mejor cállate, cállate no me arruines los planes  —Ángela se pegó a una esquina llorando, suplicaba al menos salir con vida de este lugar.

Nikolais caminó de un lado a otro mientras esperaban la llamada, tenían todos los celulares conectados con aparatos rastreadores, apenas habían pasado diecisiete horas desde el secuestro, era muy temprano de la mañana, pero ellos tenían la esperanza de que los delincuentes llamarán en cualquier momento para pedir el rescate. La madre de Ángela se había ido con la señora Mercedes, la princesa Alisa y las niñas a una de las habitaciones, ya que, cuando llegaron los aparatos policiacos ellas no podían estar ahí.




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