Crown, Love And A Cup Of Coffee

✨ CAPITULO 61

Ángela se levantó de su cama, se puso un vestido rosa pastel que había encontrado en el armario, no sabía que tenía tanta ropa y tampoco sabía si esa ropa le pertenecía, pero sabiendo ella que tenía perdida de memoria momentánea decidió ponérselo, caminó hasta el balcon de la habitación y miró todo el lugar, era bellísimo un paisaje montañoso, vio las niñas corretear de allí para acá con otro joven "Darlin" aquél nombre llegó a su mente cuando empezó a verlas, pero no sabía a cual de las niñas pertenecía. Ella entendía que conocía perfectamente aquellas personas, pero sentía un bloqueo, no sabía el porqué y ellos no le habían querido decir que le pasó. ¿Tuvo un accidente automovilístico? ¿Se calló y se dió en la cabeza? ¿Qué pasó exactamente? no recordaba esta casa. Solo recuerda una casa de zinc vacía en donde la primera noche tuvo que dormir en el suelo y no solo esa noche, una quincena completa dónde tuvo que aguantar frío del suelo porque su madre no la había apoyado con aquel marido que se sobrepasó con ella asiendo que la joben prefiriera irse de la casa. Se preguntaba si aún su madre seguía con aquel hombre, se preguntó cuando fue que la perdonó, se preguntó cuando fue que empezó a vivir en esta casa y cuando fue que conoció aquel hombre tan guapo. ¿Qué tuvo que hacer para conquistarlo?, no quería imaginar que fue lo que hizo porque conociéndose nunca se acercaría a alguien como él. ¿Cuando fue que dejó de trabajar en el restaurante? ¿Por qué dejó de hacerlo? Ella no le gustaba depender de los hombres o por lo menos eso traía en su mente desde que veía a su madre pasar por muchos abusadores.

—Ángela —Nikolais entró después de dar varios toques sin escuchar respuesta. Ángela estaba muy centrada en sus pensamientos.

—Hola, disculpa estaba mirando este lugar, es muy bonito.

—Sí, lo es. Pero cuando llegamos por primera vez me dijiste que exageré.

—¿En serio? Yo? Yo dije eso.

—Mas o menos. Eres un poco, ya sabes; no te gusta aceptar las exageraciones —Ángela sonrió nerviosa cuando él empezó a caminar y se acercó a ella, pasó por su lado hasta salir a la terraza de la habitación. Ella tímidamente se acercó y se puso a su lado a unos metros lejos de él.

—Lo siento, no debo ser así. Tal vez deba ser más agradecida.

—No es que no seas agradecida simplemente no sabes reconocer las bendiciones que Dios te ha dado. Tampoco la quieres aprovechar. No lo sé, eres diferente a todas las mujeres. Las mayorías gozarían de mi fortuna, pero en cambio tú ni siquiera te puedo dar dinero sino te suplico que lo tomes.

—En ese caso pues cambiaré, en serio no te rías, tomaré todo el dinero que me dé —Nikolais sonrió a carcajadas y la miró, quería abrazarla y besarla, pero se contuvo no quería asustarla y aún no había mencionado su nombre, en sus ojos no se veía el reconocimiento que él esperaba que ella estuviera de él, pero aún era temprano y esperaba que lo hiciera en cualquier momento.

—Ya recordé otro nombre, a este paso antes del fin de semana los recordaré a todos, aunque no recuerde que pasó o como llegué a esta casa —Ángela sonrió.

—Lo recordarás, poco a poco como dijo el doctor, cuando los noticieros se olviden un poco de ti y nosotros saldremos a visitar algunos lados que ya conoces para ayudar a tu memoria, pero mientras tanto pase el furor nos vamos a Dinamarca, allí estaremos bien.

—¿Dinamarca?

—Sí, soy de... Bueno, debo decirte algo que no sabes.

—Ah?

—¿Sabías que eres una princesa?

—¿Que soy, qué? —Ángela se quedó mirándolo sin creerle "Debe estar loco" pensó, ella sabía que su madre nunca fue algo así y tampoco su padre y ella no creía que su madre encontrará alguien así, ni siquiera ella misma—. No, no me lo creo.

—Falta poco para eso créeme —Ángela negó con la cabeza dudando de lo que él había dicho y algo confundida.

—Ya verás, ahora no tengo que convencerte —Se recostó del barandal que era de concreto y la miró, Ángela se acercó un poco más a él.

—Eres rico lo sé, es obvio; pero eso no te lo creo —Nikolais sonrió. 

—Eres inteligente. Pero podría ser verdad o podría ser metafóricamente —Ángela afirmó con la cabeza.

—Tienes razón ¿Quién de las dos es Darlin? —Preguntó ella, Nikolais sintió su caliente y sin previo aviso le dió un beso en la mejilla asiendo que Ángela se sobresaltara.

—Es ella —Señaló a la niña ignorando lo que había hecho, la joven lo miró con curiosidad—. Vamos hacer un ejercicio. ¿Qué crees que te hizo recordar el nombre de aquella chica? —Señaló a su hermana.

—No lo sé, creo que fue cuando habló de la casa. Ahí me vino el recuerdo.

—Y el café?

—Una pregunta. ¿Acaso no te gusta el café? Vi tu cara cuando la niña entró con la taza.

—La verdad no, no me gusta, prefiero el té —Ángela negó con la cabeza. Y Nikolais se encogió de hombros—. No sé, tampoco me llama la atención esa cosa oscura en mi boca.

—¿Lo has probado?

—No, el olor es suficiente —Ángela volvió a negar con la cabeza y lo jaló del brazo sacándole de la habitación.

—Voy a preparar un café y tienes que probarlo.

—No por favor, no!

—Lo probaras, pero obviamente no te lo daré oscuro, le agregaré algo más —Lo tomó de las manos entrelazando sus dedos, Ángela sintió las mariposas en el estómago cuando él posó su mirada en ella, él sintió lo mismo. Lo volvió a jalar y lo llevó hasta la cocina.

—Con otra mujer yo me hubiera negado rotundamente, pero contigo no puedo —El sonrió nervioso y se colocó a la izquierda. Ángela sacó la greca, pocos de los recuerdos que quedaban en su mente; este era uno de esto, no había olvidado su vida completa; realmente había Sido de unos años para acá.

—Eso me alegra de verdad —Dijo ella, abrió la greca, en vez de echarle agua, le echó leche luego puso el colador y agregó el café. Cerró la greca y lo puso en la estufa—. Ya verás, esto es muy rico, me gusta más oscuro solo con azúcar, pero como es para tí lo hice así.




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