Cruel tempestad

Capítulo 3º Pincelada.

La cena a estado bien, los cuatro ya se han ido a su suite, son las tres de la madrugada...

—Melissa, tendremos que acostarnos juntos, para que no sospechen nada, de que en realidad lo nuestro es fingido.

—¿En serio, aquí también? Es un simple amigo, no se mueve por tus círculos de amistades intimas, ni va a tus eventos.

—Pero lo prefiero así, quiero que finjamos ser un matrimonio perfecto y cariñoso, quiero que nos besemos y abracemos para que nos vea, y nos acostemos juntos. ¿Qué quieres, a cambio?

—Bueno, he visto un local impresionante, en una de las mejores calles de Palermo, con unos grandes escaparates, pero vale un dineral, si me das el dinero, seré la mejor esposa del mundo, hare lo que quieras. ¿Te parece bien, Damián?

—¿Harás de una buena esposa, en todos los sentidos Melissa?

—Si, consigo el local, acepto tu propuesta, Damián, seré toda tuya, para lo que quieras y necesites de mí.

—¡Esta, bien! ¿Cuánto cuesta, ese local? ¿Para que necesitas un local, tan grande?

—Quiero, preparar la mejor boutique selecta de Palermo, con ropa moderna y trajes de noche, además de complementos como elegantes bolsos, espectaculares zapatos y joyas como sortijas, colgantes, pulseras, relojes a juego, con diseños exclusivos, que solo se encontraran en mi boutique. Pero el local cuesta un millón de euros, yo no los tengo...

—¡Ya, los tienes! Yo te los daré, a cambio de cumplir, todo lo que te he propuesto.

—¡Claro, dalo por echo! Si cumples tu parte, yo cumplo, la mía.

—¡Perfecto, Melissa! Ahora llamo a mi gestor, para que transfiera ese dinero a tu cuenta.

—Te la voy diciendo, cuando realices la llamada.

—¡Ahora mismo! Estoy llamando...

—¡Es tarde! ¿Crees, que te cogerá? Llámale mañana.

—Si, es un alma nocturna, estará por ahí, en algún club, con sus amigos. Si, Si, Si, soy Damián necesito urgente que me hagas una transferencia a un número de cuenta, que te voy a dar, pero es urgentísimo, debes hacerlo ahora, te paso el número, ¿está claro?

Damián le ha dado el número de cuenta de Melissa, para que sin pérdida de tiempo su gestor realice la operación, y Melissa se comporte como una esposa ejemplar ante sus invitados, entre otras cosas, porque quiere sentirse más superior a su amigo David, y por qué le ha comentado que es muy feliz con su mujer, alardeando de su esposa, de su profesión, de su gran villa, y de los círculos, en los que se mueve y la gente con la que se relaciona.

Aparte de exponerle, su impresionante yate y presumir de los millones que le ha costado.

—Bueno, transferencia realizada a tu cuenta, Melissa.

—Tendré, que comprobarlo primero, ¿no crees?

—Por supuesto, puedes hacerlo, pero ya ves que le he dado el número y le he dicho que era urgente y tenía que ser ya mismo.

—Si, lo he visto y oído, perfectamente. Aun así, lo compruebo en dos minutos.

—¡Esta bien! No insisto más...

Melissa se aparta de Damián, y se va hacia la otra punta del yate, desde allí, con el móvil, comprueba, si le ha transferido el dinero a su cuenta, trabajan con el mismo banco, pero hace mucho tiempo que cada uno, tiene su cuenta privada.

Pero sé queda asombrada cuando ve que, en su cuenta, se ha ingresado, un millón y medio de euros, más de lo que ella, le ha pedido, a Damián, a cambio de realizar, lo que ella considera un circo delante de su amigo y su mujer.

—Bueno, ya está comprobado, Damián. ¿Por qué me has ingresado, más dinero?

—¡Me siento, mejor! Creo que he hecho, lo justo. Además, vas a ser mi mujer, en todos los sentidos, creo que el precio está bien ajustado. ¿Vamos, a acostarnos ya?

—Si, ya es tarde y estoy cansada.

—Es tarde, pero todavía podemos disfrutar, de un buen rato juntos, en la cama, ponte algo ligerito, con transparencias, quiero que me demuestres, que he pagado lo que vales...

Melissa se ha dado cuenta, que ha vendido su alma al diablo y que a cambio de los millones que ya le ha transferido a su cuenta, ahora ella está en sus manos y tendrá que hacer todo, lo que él quiera.

Mientras tanto en la otra suite, Amanda y David duermen abrazados como dos tortolitos, sin enterarse de nada, con ese runruneo del sonido del mar, con la luna como único testigo.

 




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