Cruel tempestad

Capítulo 8º Almas.

El mar sigue embravecido, la tormenta parece que se empieza a alejar, los truenos ya se escuchan más flojos, y las olas del mar no son tan altas, aun así, el yate todavía tiene su vaivén.

Damián ya lleva el yate bajo control, en su mente perversa, esta planear alguna idea para convencer a Melissa y Amanda de que David, se ha podido caer al mar, cuando fue a amarrar las cuerdas a proa.

Amanda sale de la suite y se dirige a la cabina de mando, donde se encuentra Damián.

—La tormenta, parece que se aleja, ¿no?

—Si, y el mar ya está más calmado.

—¿Y la radio, funciona ya? Estamos en el confín del mundo, tenemos que buscar a mi marido.

—Tranquila, nos pondremos a buscarlo ahora mismo, entre los tres, dejare el piloto automático, aprovechando que el mar ahora, está en calma.

—Ya se ve mejor, está amaneciendo.

—Así es, y después de la tempestad, llega la calma, incluso se ven los primeros rayos de sol.

El yate esta todo descolocado en su interior, por el suelo, adornos rotos, botellas, papeles, agua que ha entrado con las grandes olas que han caído sobre el, y cristales de algunos ventanales rotos.

—¡Estáis, aquí! ¡Esto esta, desastroso! ¿Funciona la radio? —Dice Melissa.

—No, lo estoy intentado, pero no va—le contesta Damián.

—¿Y ahora, que hacemos celebrito? ¿Alguna idea, campeón?

—Algo se me ocurrirá, de momento buscaremos a David. yo bajare al garaje acuático, que está lleno de agua, otra en el interior y la otra en la proa.

—Yo mirare en el interior—dijo Amanda.

—Yo iré a proa—contestó Melissa.

—Estupendo, yo bajare al garaje, ¡tened cuidado!

Damián bajo al garaje acuático, a comprobar que David seguía en su sitio, en el buen escondite donde lo había dejado, y que nadie iba a encontrar.

Pero David, no estaba allí, y faltaba una moto.

Damián se pensó que había terminado con él, pero nuevamente David le ha ganado la partida, ahora se encuentra terriblemente cabreado y enfadado consigo mismo.

—Por la proa no está, he levantado todas las lonas, y mirado por todos los rincones y nada.

—Por el resto del yate tampoco, mire detenidamente, hasta los huecos más pequeños, ¿se habrá caído al mar, Melissa?

—¡No pienses eso, Amanda!

—Bueno chicas, en el garaje acuático falta una moto, mi conclusión, es que se ha largado, y nos ha dejado aquí tirados a nuestra suerte, y se ha querido salvar el solito.

—¿Pero...como va hacer eso? No lo creo... ¡David no!, ni pensarlo—dice Amanda.

—Pues a la vista esta, ¿se ha ido, una moto sola? Es un cobarde por su parte y te ha dejado aquí.

—Tal vez, haya ido a buscar ayuda, Damián, —comenta Melissa.

—¿Con el mar como estaba, con esas olas? —Imposible.

—Bueno dices, que se ha ido, para salvarse él, y que nos ha dejado tirados, ¿en qué quedamos? —Insiste Melissa.

—Si, se ha ido para salvarse, no he dicho que lo haya conseguido.

—Ósea, que se ha fugado, para morir en medio del mar, ¿en vez de sobrevivir dentro del yate? —insinuó Melissa.

—No lo sé, Melissa, no me atosigues, yo solo se, que en el yate no está, y falta una moto,¿te parece normal? —Le contesta Damián.

—Pero...como me va a dejar aquí, como se va a ir de esa manera, David no es así, —dice Amanda con lágrimas cayéndole por las mejillas.

"A veces todo lo que quiero es perderme en lo bello e infinito de las estrellas, solo para escapar de mis pensamientos un momento".

"En mi mente y en mi corazón, no existe su abandono, no quiero pensar, que se ha ido sin mí, porque no le importo", piensa para sí misma, Amanda con el corazón partido de dolor.

 




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