Cruel tempestad

Capítulo 9º Aguas bravas.

Damián está convencido de que su amigo no ha podido sobrevivir a la tormenta y a las olas, con una moto de agua, piensa que yace bajo el fondo del mar.

El día se presenta tranquilo, es un día soleado, Melissa está limpiando y recogiendo todo del suelo, la mayoría de cosas son para tirar, todo esta sucio y revuelto, hay mucha faena por hacer.

Amanda está en su suite, acostada sobre la cama, destrozada pensando en David.

Damián toca la puerta, y entra en su suite, aprovechando que Melissa está en el salón muy ocupada.

—Hace un buen día deberías salir, a tomar el sol, te vendría bien.

—No me apetece tomar el sol, necesito que arregles la radio, estamos incomunicados.

—Lo estoy intentando, pero de momento no funciona Amanda.

—Tengo que saber algo cuanto antes mejor, sobre David.

—David nos ha dejado abandonados a nuestra suerte, solo ha querido salvar su pellejo, ¿no te das cuenta?

—¡No puede ser, lo conozco bien! David no es como tú, te piensas.

—Amanda, ¿por qué eres tan cabezona? Asume que te ha abandonado.

—No, no lo creo, jamás me haría eso.

Damián se acercó más a ella, se sentó en la cama y la cogió de la mano.

—Todo saldrá bien, no te preocupes, estoy aquí para lo que necesites.

—Solo necesito tener aquí, a mi marido Damián.

Damián se acercó aún más a ella, quería tenerla cerca, oler su cuerpo, sentirla, necesitaba descubrirla.

—Pero, ¿qué haces? ¿Que, estás haciendo?¡Damián!

—¡Estate quieta, no te resistas!¡Te voy a dar, lo que necesitas gatita salvaje!

—¡Quítame tus manos, asquerosas de encima!

—¡Cuando gritas, me gustas aún más!, no te escucha nadie, grita todo lo que quieras.

—¡Déjame, estúpido engreído!¡Melissa, Melissa!

Melissa se encontraba en el salón, pero tenía música puesta y desde allí, no oía los gritos de Amanda.

—Aquí estamos solos tú y yo nena, nadie más. Ni la estúpida de mi mujer, ni el idiota de tu maridito.

—¡Déjame en paz, idiota!¡No, me toques!

—No te resistas, no finjas, sé que te gusto, vamos no te hagas de rogar, sino será peor, me enfadaras.

—¡Vete, fuera de aquí!

—¿Me echas, de mi propio yate?¡Tienes valor!

—¡No me toques, no me toques con esas manos asquerosas, ni se te ocurra!¡Melissa, Melissa!

—Pobrecita, Melissa no te oye, está en el salón con música, nadie nos va a molestar, pórtate bien y se una buena chica.

Damián se puso sobre ella, y Amanda empezó a forcejear, con todas sus fuerzas, odiaba tener ese cuerpo sobre ella, sentía asco,

Damián la cogía con fuerza, era una mujer difícil de llevar, era una gata salvaje, más fiera de lo que él se pensaba.

Amanda se defendía como podía, arañándole la cara, dándole manotazos, en cuanto tuvo un poco de mejor movimiento, levanto la pierna derecha y con la rodilla, le dio en sus partes íntimas, haciendo que Damián la soltara del dolor, él se quedó encogido y ella pudo salir corriendo de la suite.

—¡Ya te cogeré, me las pagaras!¡Me gusta, esta mujer, me vuelve loco!

Amanda llegó al salón, Melissa estaba terminando de fregar, ya tenía todo recogido y limpio, el salón estaba nuevamente reluciente, y ordenado.

—¡Hola Amanda, estas aquí! Pensé que dormías, no te quise molestar.

—No dormía... pensaba en David y en la radio. ¿No se puede arreglar?

—Creo que esta Damián en ello, pero de momento no le va nada bien.

— ¿Que, vamos a hacer? Por aquí no pasa ningún barco, ningún helicóptero, no pasa nadie.

—No, no pasa nadie, de momento, hemos dado la vuelta y navegamos rumbo a Palermo. El yate ya está limpio, funciona perfecto, algún cristal roto de los ventanales y la radio que no funciona, por lo demás vamos bien, tenemos comida y bebida.

—¿Estás segura, de que vamos bien? A mí, no me lo parece.

—¿No, te lo parece? Estamos de regreso, es lo único que podemos hacer Amanda. Se que estas mal, porque has perdido a David, y es normal que te sientas así, ahora lo importante es llegar a puerto.

—He perdido a David, posiblemente cayera al mar, en medio de la tormenta, al poner los amarres el viento lo empujo, no se pudo agarrar y las aguas se lo tragaron. Aun escapándose con la moto de agua, el mar estaba muy bravo y las olas eran muy altas, tampoco habría sobrevivido.

—Si Amanda, yo pienso lo mismo, no te abandono, simplemente el viento, lo arrojo al mar, y él no se pudo salvar.

—Yo no quería venir, le dije que nos quedáramos en casa, a disfrutar tranquilos, ya tuvimos nuestra luna de miel en Paris, pero el me animo diciendo que lo pasaríamos bien, que un viaje en yate por el mediterráneo sería muy bonito y romántico.

—Bueno, te cuidaba y te mimaba, quería lo mejor para ti.

—Si, era la persona más maravillosa que he conocido, jamás le olvidare y nunca más, le entregare mi corazón a nadie.

—¡Lo siento, mucho Amanda, de verdad! Ojalá nada de esto, habría sucedido y estaríamos llegando ya a Ibiza.

—Ojalá Melissa, pero ha ocurrido, y veníamos cuatro personas y regresamos tres, y David está en el fondo del mar en algún lugar del mediterráneo

—En lo que te pueda ayudar, no dudes en decírmelo Amanda, lo que sea, me tienes aquí.

—¡Muchas gracias, Melissa! Te lo agradezco.

Damián había pasado por delante del salón sin entrar, vio que Melissa y Amanda estaban hablando, pero no se quedó a escuchar y se fue a la cabina de mando.

Allí volvió a comprobar, que la radio no funcionaba, y que tenía todos los cables sueltos, la cogió y la pego cuatro golpes, para destrozarla aún más y que no funcionaría en la vida.

Ya poco le importaba nada, ni tan siquiera su impresionante yate el cual ya no tenía tan buena pinta, como cuando salió del puerto.

Su mente todavía se estaba volviendo más maliciosa, no dejaba de darle vueltas y más vueltas y se le ocurrió, ir a destrozar el depósito del combustible, así no llegarían a ningún puerto y tardarían muchísimo tiempo en ser rescatados, si en algún momento pasaba algún barco por allí.




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