Cruel tempestad

Capítulo 10º Mente perdida.

Damián lo tiene todo planeado, su mente está perdida, no la controla, sus pensamientos le tienen sumergido en una niebla que no le deja ver y no tiene control sobre sus actos.

Tiene otro plan malévolo, que desea cumplir, esta vez lo hará bien, no dejará ningún cabo suelto.

—Amanda, tendrás que comer algo, ya sé que no tienes hambre, pero... ¿Una ensalada, de pollo?

—Vale, está bien, me la comeré, no tengo apetito.

—Te la preparo, y luego una infusión caliente, te vendrá bien.

—¡Muchas gracias, Melissa! Eres muy amable.

—Preparare alitas de pollo fritas en adobo, para Damián y para mí, y patatas fritas por si quieres, tú también.

—No, con la ensalada me sobra, gracias. Después me tomare la infusión.

—¿Por cierto, y Damián? —pregunta Amanda.

—Creo, que está intentando solucionar, lo de la radio. Lo que pasa, que nunca ha sido un manitas.

—¿Confías, en tu marido? Lleváis cinco años casados ¿no?

—Si, cinco años casados, pero solo dos válidos, los otros tres años son fingidos.

—¿Qué quiere, decir fingidos? ¿Estáis separados?

—Los dos primeros años fueron muy buenos, pero luego el cambio mucho, los otros tres años, bajo el mismo techo, pero con vidas separadas. Fingimos que somos una pareja perfecta y feliz, entre sus familiares y amigos íntimos, en la prensa, ya sabes es un famoso tenista conocido internacionalmente.

—¿Puedes, vivir así? ¿No te quieres, divorciar?

—Quiero montarme otra boutique, ahorrar un poco y marcharme de su magnífica villa de lujo, creo que no me dará el divorcio en la vida, para hacerme sufrir.

—Yo no podría estar con una persona así, antes estaría sola.

—Si, pero este es famoso y no quiere salir en la prensa como que le he dejado o Damián el tenista se divorcia, no quiere malos rumores, ya ves lo presumido que es y lo que le gusta destacar.

—Si, me di cuenta desde el primer día, que no es buen perdedor.

—Exacto, pues así es también con su vida, es don perfecto, pero a mí me da igual, él va por su camino y yo por el mío.

—David y yo éramos el uno para el otro, era muy atento, romántico, queríamos disfrutar de dos añitos de matrimonio y luego tener familia, al menos un niño y una niña, ya nada de eso será...

—Tal vez, Amanda cuando pasen los años, pienses de otra forma, nunca se sabe, la vida da muchas vueltas.

—No, Melissa, mi vida, será para mí, tendré mi trabajo, mi hogar y un perrito que me acompañará, jamás entregaré mi corazón a otra persona, nadie ocupará el lugar de David.

—Veo que lo tienes muy claro, lo importante es que seas feliz, ya sé que no es un consuelo, lo sé...

—Agradezco tus palabras Melissa, de verdad.

—Bueno, voy a avisar a Damián y comemos, ya mismo.

—Yo prefiero comer, en la suite, si no te importa, quiero estar sola.

—Claro, Amanda, donde tú quieras.

—¡Damián, Damián! la comida ya está lista.

—¡Ya voy, chicas!

—¿Y Amanda, donde esta? ¿No se encuentra bien? —Pregunta Damián.

—No, quiere estar sola, está en su suite, se ha llevado una ensalada, es normal ha perdido a su marido.

—Claro, que este tranquila, lo entiendo—dice Damián disimulando.

—Comeremos los dos solitos, como una parejita feliz, cariño—dice Damián, con una sonrisita maldita.

—No queda otra, es lo que hay—responde Melissa.

—Así es cariño, ver, oír, y callar, —dice pausadamente Damián.

—¿Que me quieres decir, con eso?¡Explícate!

—Hay que estar atentos, escuchar cualquier cosa y no decir nada.

—¿Y eso, por qué? Que tonterías dices, Damián.

—No son tonterías, piénsalo bien, Amanda, nos echara la culpa de la desaparición de su marido.

—No es una desaparición, ha sido un accidente, y ella lo sabe, la tormenta nos pilló, a todos desprevenidos.

—¿No piensas, que nos quiera sacar dinero? Eres una ingenua Melissa.

—Ella tiene su vida, en lo poco que la conozco, me cae muy bien, no es de esas.

—El dinero lo cambia todo, a cualquier persona, ella es viuda, y no tendrá una gran paga, será una paga muy pequeña.

—Pero ella es profesora, tiene su trabajo fijo y su casa, no necesita líos en su vida, sino tranquilidad, no inventes Damián.

—No invento Melissa, simplemente me lo huelo, soy muy avispado para estas cosas.

—Deberías se avispado para arreglar la radio y sacarnos de aquí, lo único que queremos es regresar a casa y salir de esta pesadilla.

Damián se quedó callado y siguió comiendo, al terminar limpio su plato y lo piso en el fregadero, se volvió a ir a la cabina de mando.

Ya había roto el depósito de gasolina, la cual se iba perdiendo en el mar, dentro de unas horas, simplemente no se moverían.

Melissa recogió todo y limpio el suelo, se retiró a su suite, a tumbarse un poco, ya estaba cansada de todo, pensaba como Amanda, el viaje había sido una equivocación.

El destino caprichoso, ha unido a dos mujeres, con un mismo hombre, una es una obsesión enfermiza para Damián, que no la puede sacar de su cabeza, que no le deja vivir, que la ve por todos los lados y huele su perfume a cada momento, en cada rincón, otra en un momento de su vida, fue su único amor desde la universidad, después simplemente, una marioneta para él y ahora es la mujer que más odia en el mundo.

Un viaje por el mediterráneo, que jamás olvidaran...

 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.