Cruel tempestad

Capítulo 16º Ruido

Ya en el puerto de Palermo desembarca David, perfectamente curado y en buenas condiciones de salud.

Se dirige a su piso, para darse una ducha, ponerse ropa limpia y dirigirse a las autoridades a dar aviso, de lo sucedido durante sus días de vacaciones por el mediterráneo con su esposa y amigos.

Jamás se habría pensado que, tras llegar de su luna de miel en Paris, donde ha pasado los días más maravillosos de su vida, sus días de vacaciones por el mediterráneo irían a ser así, alejado de su mujer y en el centro de una tormenta que no ha sabido manejar.

Se imaginó días de mar en calma, de buceo en la Isla de Ibiza, tomando el sol, brindando con champan a la luz de la luna, viendo un amanecer con Amanda, disfrutando del sonido del mar, observando una puesta de sol, la compañía de los delfines, pero nada de eso sucedió...

Llego a la Polizia di Stato para contarle los hechos y todo tipo de detalles, y poner la denuncia de la desaparición del yate sobre aguas del mediterráneo.

Entró en el interior y se fue al mostrador donde estaba una Polizia.

—Buenos días Señorita, quiero poner una denuncia.

—Dígame su nombre, por favor.

—Si claro, David Castello Fallini.

—Espere un momento en la sala, ahora le atenderá el Capitán.

—Si, muchas gracias.

David se sentó en la sala de espera, estaba de los nervios, no quería esperar más...no podía perder más tiempo.

Al cabo de cinco minutos...

—Ya puede pasar señor, el Capitán le espera.

—Muchas gracias, señorita.

Entró a la oficina del Capitán, que estaba sentado sobre una gran mesa.

—Dígame su nombre completo.

—Me llamo David Castello Fallini.

—Cuéntame, los hechos de tu denuncia.

—Todo comienza en nuestras vacaciones en el mediterráneo, los dos primeros días fueron perfectos, fuimos invitados por mi amigo Damián y su esposa. Al tercer día por la madrugada nos sorprendió una tormenta, el agua entraba en el yate, el viento era muy fuerte.

Damián no podía controlar el timón y fui a ayudarle, él se subió a atar cuerdas y poner las lonas sobre la cubierta, y yo me quede al mando del timón, cuando mi amigo regreso, me dio un golpe con algo, en la cabeza, y me enrollo en una lona dejándome allí abandonado donde las motos de agua.

—¿Su amigo le dio un golpe, como lo sabe? ¿En qué se basa usted?

—En que me desperté enrollado en una lona, como le estoy contando, con un fuerte golpe, donde las motos de agua, estaba todo lleno de agua, por suerte a mí no me cubría del todo, me pude quitar la lona, y escape del yate.

—¿Y su esposa, y la otra mujer?

—Ellas estaban en ese momento las dos juntas en la suite del yate, les dije que no se movieran de allí, que estarían a salvo.

—¿Entonces, usted abandono el yate?

—Si, lo abandone dejando allí a mi esposa, actúe cobardemente, intentando buscar ayuda.

—¿Estuvo con la moto de agua, en aquella tormenta? ¿Cuánto tiempo?

—No lo sé ...cuando me desperté, me encontraba en el camarote de un barco pesquero, gracias a ellos he llegado a Palermo, ahí el medico me curo la herida de la cabeza, y me atendieron, en mi estado de hipotermia.

—¿Cuándo, ha llegado a Palermo?

—Esta mañana, a las siete de la mañana, he ido a mi casa, me he cambiado de ropa y he venido aquí directamente. El barco está en el puerto, por si quiere preguntar.

—¿Como se llama, ese barco pesquero?

—El Giovanni, es enorme rojo y blanco y tiene una gran bandera italiana en un gran mástil verde.

—¡Perfecto! Mandaré a uno de mis oficiales a recabar más información útil, ¿entonces no saba nada, de los demás miembros del yate?

—No, se quedaron en aquella impresionante tormenta, no sé qué habrá sido de ellos, si habrán sobrevivido o no. No sé qué habrá sido de mi esposa, solo espero, que estén todos bien, que terminaría esa tormenta, y ellos estén a salvo.

—Daré parte a la guardia costera, para que comiencen con la búsqueda y se pongan en contacto con cualquier buque o barco, que se pueda encontrar o haber visto ese yate que usted me dice.

—Claro, espero me informe lo antes posible Capitán.

—Le tendré informado en cuanto sepa algo al respecto, déjele un número de teléfono para localizarle, a la señorita.

—Si claro, muchas gracias.

David salió y cerró la puerta, y le dio su número de móvil a la chica del mostrador.

Se dirige a casa, pero no sabe qué hacer, la casa esta silenciosa, están las fotos de David y ella, en el armario del salón, recuerdos de su luna de miel en Paris, plasmadas en un libro de fotos, David lo coge, las mira detenidamente, con lágrimas en los ojos y un dolor profundo en su pecho.

"Pero... ¿Como he podido abandonar, a lo único que quiero en este mundo? Si ya no estas en el, yo me iré contigo haya donde estes, y si has sobrevivido, solo espero que me perdones, aunque entiendo que me odies"...

 




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