Cruel tempestad

Capítulo 23º Desafío

Amanda por fin a podido manejar a Damián a su terreno y lo mantiene controlado, encerrado de donde no podrá salir tan fácilmente, ahora está bien atado y debilitado.

Corriendo se dirige a la suite, donde se encuentra Melissa, tumbada sobre la cama, maniatada y con la ropa toda destrozada, arañazos por todo el cuerpo y la cara llena de moratones.

Amanda la mira y le fluyen lágrimas de los ojos al ver el estado en el que se encuentra Melissa, además está muy desmejorada y mucho más delgada, Amanda sabe el infierno que ha tenido que pasar esa mujer en manos de ese loco, ese ser sin cordura.

La levanta de la cama y la lleva hacia el cuarto de baño, ahí le tiene preparada la bañera con agua tibia, Melissa la mira a los ojos, pero sin mediar palabra, su silencio lo dice todo.

La ayuda a meterse despacio y sumergirse en la bañera, Melissa se siente cómoda y más relajada, con suaves palabras, que apenas se pueden escuchar, le da las gracias a Amanda, esta le sonríe y la coge de la mano, al mismo tiempo que la dice " Tranquila, ya pasó todo"

Amanda se marcha a la cocina a preparar un buen desayuno a Melissa, hace tiempo que no se alimenta bien, Damián apenas le daba de comer, solo una vez al día y poco.

Unas tostadas con mermelada y mantequilla, un buen zumo de naranja y un buen café, ayudaran a Melissa a sentirse mejor, Amanda se siente feliz, por fin a podido quitar de las garras de Damián a su mujer, últimamente había perdido la fe de poder conseguirlo, pero ahora que tiene bien encerrado a Damián, ella tiene el control, y se siente bien y con más fuerzas que nunca.

Nuevamente regresa al cuarto de baño, Melissa ya se está vistiendo, con un chándal que le ha dejado Amanda preparado, y las dos juntas se dirigen a la cocina a desayunar, Melissa se sienta en la mesa, y mira con una sonrisa a Amanda, una sonrisa tierna de agradecimiento.

—¡Tranquila, Melissa ya pasó todo !  Desayunemos tranquilas, tómate el café bien calentito, te sentará bien.

—¡Gracias! Amanda desde el primer día, vi que eres una gran mujer, jamás podré agradecerte tan gran ayuda, me has salvado la vida. ¡Té la debo!

—No me debes nada Melissa, las dos estamos en esta lucha que nos ha tocado vivir, y tú has sufrido muchísimo, ahora intentemos pasar página y salir adelante ...

—¡Claro amiga! Pero nuevamente gracias...

Las dos se quedaron degustando el desayuno, en silencio, en paz y con tranquilidad, apenas se escuchaba el sonido suave del mar sobre el yate, pero las dos irradiaban luz de esperanza en sus rostros ...

 

 




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