Cuaderno de tapa gris [elena] #1

La punta del obelisco

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Recuerdo que este lugar solo lo había visto de lejos, estando en un auto o colectivo, siempre queriendo acercarme y admirarlo más de cerca.

Miles de veces había escrito sobre lo hermoso que es este lugar, pero nunca había estado tan cerca de él. Era increíble.

El verlo así de cerca me hacía sentir feliz y el querer recorrerlo por dentro me emocionaba aún más. Miro a mi alrededor, admirando aquel paisaje de ciudad, los semáforos cambiando de color, haciendo que avancen y frenen los autos. Los peatones cruzando, las personas paseando, los perros ladrando y las palomas volando.

Ellas siempre estaban cerca.

Camino alrededor de esa gigantesca estructura, mirando cada parte de lo que era, queriendo tener en mi memoria cada detalle de lo que es y siempre será, un monumento imponente que ha visto más de lo que conozco. Como las palomas.

Era hermoso el verlo así de cerca, el escuchar los ruidos de la bocinas y motores, el barullo de la gente que al igual que yo, admiraba esta construcción.

Siempre vi este lugar a través de imágenes o por la ventanilla del auto, nunca así de cerca, nunca con la posibilidad de siquiera de aunque sea rodearlo. Pero ahora si puedo.

Miro a las personas, muchas de ellas sacan fotos, algunas graban videos, otras dibujan este lugar y hay quienes solo caminan y lo pasan de largo, como si no les importara en lo más mínimo. Lo más probable que sean personas ocupada y que tienen la oportunidad de ver este lugar con frecuencia. Como envidio a esa gente.

Me detengo en la puerta de este lugar, entrando sin pensarlo mucho, viendo que esta hueco, levantando la cabeza y mirando lo alto que es, enorme, largo. Asombroso. Unas escaleras son las que ayudan a subir a la punta, lo cual quiero hacer más que nada.

Guardo mi cuaderno de tapa gris en mi mochila verde, colgándola a mi espalda y decidiendo subir de una vez por todas. Cualquier persona normal decidiría tomarse su tiempo y ponerse un arnés para mejor protección, pero eso es lo que menos me importa en aquel momento. Agarro con una mano una de las varas horizontales, luego con la otra mano la que está sobre la primera vara, subiendo así por aquellas escaleras metálicas, sin pensar siquiera en lo riesgoso que es hacer esto sin ningún tipo de seguridad, teniendo en mente lo maravillosa que debía de ser la vista de la ciudad desde allí arriba.

Y la verdad tenia razón.

Llego hacia aquella luz en el techo, una trampilla por la que hay que entrar para luego llegar a lo que es la punta del obelisco, un espacio triangular en donde dos ventanas a los lados dejan ver la asombrosa vista de aquella ciudad. Sin miedo a la muerte o a lo que me pudiera pasar, me asomo sin protección a la ventana, sentándome en la orilla, mirando aquel paisaje digno de una pintura.

Desde allí lo podía ver todo.

A pesar de lo nublado del día, era hermosa la vista desde allí arriba, lo cual me inspiraba a escribir una nueva historia que jamás se leerá, con un personaje que nadie conocerá y con una aventura que nadie sabrá.

Sonrió ante la leve idea de volver a escribir, sacando de mi mochila verde mi cuaderno de tapa gris, abriéndolo y yendo a una de sus hojas en blanco, comenzando a escribir y aburriéndome al instante.

Un bloqueo diría alguien normal, pero es incorrecto esto. Ya hace mucho perdí la habilidad de hacer cuentos, por más que trate es muy agobiante hacerlos, al no encontrar siquiera las palabras para comenzar un párrafo del texto.

Respiro hondo y exhalo sin ideas, guardando el cuaderno de tapa gris en mi mochila verde que a mi lado se encuentra, mirando aquel paisaje de maravillas que mi yo pequeña jamás imaginaria que existe, siendo aque momento y lugar un espectacular regalo. Lo agradezco completamente.

Esto me hace recordar a aquella vez que dije que me comería el mundo, tan pequeña e inocente no sabia lo que era eso, imaginaba y escribía cualquier cosa que pasara por mi mente, teniendo esa capacidad que ahora no tengo y eso me entristece. Bajo la mirada y veo a la gente diminuta, quienes caminan allá abajo como hormigas, recordando cuando de pequeña decía, que algún día, si, algún día, hasta aquí arriba subiría.

Y lo cumplí.

Sonrió levemente al poder tachar de mi cabeza aquel sueño de niña, el de poder estar aquí arriba, mirar todo lo que veo, las palomas volando, el nublado cielo, la ciudad ruidosa, la gente en el suelo.

Me tomo mi tiempo recordando esto, despidiéndome en silencio de este hermoso lugar, haciéndome hacia atrás y bajando las escaleras, saliendo del obelisco y mirando hacia atrás. Sus colores se pierden a pesar de que no tengan, el verde de las plantas cambia a gris y negro, la gente pierde el rostro mientras que pasó entre ellos, caminando hacia un taxi que me espera en una esquina.

Amarillo brillante y negro, colores que hasta en los dibujos animados respetan, abro la puerta y subo sin problema, mirando por la ventanilla mientras que el vehículo se marcha comienza.

Atrás ahora dejo un asombroso lugar que siempre quise conocer, de cerca y ahora desde un auto de nuevo, los colores a su alrededor se desvanecen, dejando una escala de grises en el paisaje, donde personas sin rostro bailan, fotografían y pasea, como si no se dieran cuenta de lo que ha pasado.

Miro hacia un lado al escuchar el arrullo que conozco, encontrándome una paloma blanca parada en el asiento del auto, mirándome atenta, vigilándome, como si fuese normal lo que está pasando.

—Hola señora paloma —saludo sonriente, observándola sin disimulo.

Ella me acompaña el silencio, siendo la única a mi lado, por lo que tranquila vuelvo a mirar por la ventanilla, queriendo recordar cada zona que estamos pasando.

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En el texto hay: tristeza, recuerdo

Editado: 22.05.2024

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