Cuaderno de tapa gris [elena] #1

El Cilindro

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Avellaneda, ciudad que vio nacer y crecer a uno de los equipos que jamás he amado. RACING. No hay ningún equipo que se pueda comparar con el.

Con sus colores celeste y blanco, iguales que la bandera del país al que representan orgullosos, siendo estos los padres fundadores de la verdadera pasión por el fútbol. No hay nada que ame más que ser parte de esta hinchada.

Camino en dirección a aquel predio mágico donde más de un partido han jugado, que con su diseño tan particular da honor a aquel apodo que lo caracteriza, siendo esta la casa a la que pertenezco, consumiendo de ella la droga que corre en mis venas desde que nací, habiéndose vuelto un símbolo de amor para lo que yo considero la pasión.

No hay nada mejor que este lugar.

Con capacidad para más de cincuenta y cinco mil espectadores, El Cilindro es una de las canchas más hermosas que he visitado y a decir verdad, la única en toda mi corta existencia.

Entro sin miedo, pasando la seguridad mientras que me detengo en el túnel antes de salir a la cancha, admirando aquella arquitectura que sólo ese lugar tenia.

Lo amaba.

Aquel amor que un padre brinda a su hijo no se compara con el que mi padre me brindo a la hora de educarme y hacerme amar esta familia, donde todos y cada uno de los partidos me hicieron explotar por aquella emoción que desbordaba de mi a la hora de ver a los jugadores salir a la cancha.

Miro el pasto y lo pienso un poco, dejando caer mi mochila verde y mi cuaderno de tapa gris, quitándome los zapatos y sin miedo dando un paso hacia el frente, dejando que mis medias blancas se humedecieran por el rocío matutino que regaba aquel césped tan bien cuidado.

Era la primera vez que entraba a este lugar, siendo uno de mis tantos sueños, habiéndose vuelto ahora una ilusión que vivo al poder caminar descalza y sentir aquella emoción que de pequeña solo sentía.

Respiro hondo aquel aire puro, exhalando con tranquilidad, mirando con atención cada aspecto de ese lugar en el que tanto anhelaba estar, dando paso por paso, recordando aquellos partidos televisados que miraba con mi papá en aquellas noches frías de invierno, comiéndonos una que otra puteada de mi mamá por los constantes insultos hacia los jugadores o el humor racial que solo mi padre y yo conocíamos.

El llamar negros de mierda a cualquier jugador que cometiera una injusticia, a un árbitro por no hacer bien su trabajo o hasta al mismo DT por ser un inútil, eran la clase de cosas que mi mamá nunca acepto.

Pero de igual manera lo hacíamos.

A pesar de todo eso, no importa cuantas veces perdiera y nos decepcionara el equipo, siempre fuimos unos babosos fieles que los volvían a ver y alentar como si de la primera vez fuera.

Era algo que nunca de los nunca iba a cambiar.

Me dejo caer de espaldas y miro el cielo nublado, sintiendo la humedad impregnarse en mi ropa debido al rocío del pasto, sintiéndome liviana y libre.

Esto me hacía recordar a aquella ves que de niña pasamos cerca de este lugar pero no tuvimos la oportunidad de entrar, ya que mi madre tenía que hacer cosas y no teníamos entradas, por lo que solo se quedó como un simple sueño e ilusión que ahora cumplo.

Recuerdo bien que en ese mismo día me compraron una camiseta nueva, una que me entrará flojo para que me quedara por más tiempo, volviéndose esa camiseta mi tesoro más preciado.

No hay cosa que más haya amado en el mundo que a esa camiseta.

El simple echo de recordar eso, hace que mi corazón se acelere y la alegría aparezca en mi por momentos, mientras que miró como las palomas vuelan por el nublado cielo, siempre expectante de todo lo que pasan, sabiendo todo, conociendo todo, habiendo visto más que tu y yo, siendo ellas las únicas que podrían tener los secretos del universo bien guardados.

Como adoro el pensar eso de las palomas.

Me paro en silencio, ya habiendo disfrutado mucho de ese momento, saliendo del medio de la cancha y dirigiéndome a paso lento hacia el túnel, donde comienzo a ponerme mis zapatos, agarro mi mochila verde y mi cuaderno de tapa gris, mirando hacia atrás y viendo como todos aquellos colores se comenzaba a opacar y desvanecer, volviéndose todo poco a poco una escala de grises.

Miro hacia el frente y cuelgo mi mochila en mi hombro, comenzando a caminar mientras que se que detrás de mi todos los colores van desapareciendo poco a poco, como si de mi culpa se tratara, marchándome así de la cancha, viendo atrás para darle un último adiós a aquel lugar tan mágico que ya no volvería a pisar, siendo esta la primera y última vez que me presentaba ante tan maravilloso previo.

Afuera aguardaba el taxi amarillo que me trajo hacia aquí, donde reposaba tranquila sobre su techo aquella paloma blanca que me acompañaba a todos lados, siendo mi amiga y compañera.

Subo al vehículo mientras que veo como todo en el exterior que me rodea pierde aquellos brillantes colores, al igual que la gente sus rostros.

Era raro, pero no me sorprendía.

Pronto el vehículo comenzó su marcha, alejándose de aquel mágico lugar que ahora y siempre será la razón la pasión que siempre tuve.

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En el texto hay: tristeza, recuerdo

Editado: 22.05.2024

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