Polideportivo

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Entro despacio a ese gran terreno donde se encuentra aquella estructura, donde miles de eventos y partidos he visto y disfrutado. Los conciertos, festejos y juegos. No hay nada más hermoso que ese lugar.

En Pilar este es uno de los lugares a los que los adolescentes más frecuentan, debido a que aquí se realizan múltiples deportes, además de que las canchas en épocas de verano están disponibles para el público, por lo que siempre se presentan a entrenar o jugar y pasar un muy buen rato grupos de amigos y compañeros.

Camino en silencio por las canchas, mirándolas con atención y aprecio mientras que algunos chicos y chicas jugaban vóley alegremente, siendo vistos por otras personas, quizás profesores, compañeros, amigos o familia. No lo se.

Sigo mi paseo, disfrutando de aquel clima nublado, amando en silencio aquella sensación de calma que aquel lugar me otorgaba, como la caricias de alguien que no conozco, una cálida alegría familia.

Me alejo de las canchas y me acerco más hacia la gigante estructura de negro y gris, la cual se robaba las miradas, centro de mi atención, donde más de una vez estuve y ahora nunca más estaré. A paso lento y seguro, me detengo a un lado de la puerta de un lado, me siento sobre las piedritas del camino, miro hacia un pequeño árbol plantado.

Recuerdo bien que no hace mucho había ido a ese lugar, me había sentado en este mismo lugar a dibujar, observando un grupo de chicos que alegres pasaban, riendo de tonterías que no llegué a escuchar. Dos de ellos de las manos, pero de manera oculta y sin que los otros se dieran cuenta, un amor oculto, una nueva inspiración para una historia nueva.

Amor secreto, era más que obvio al ver como se miraban discretos y en silencio, como si tuvieran miedo del que dirán, a pesar de estar en un grupo que a millas se nota que a pesar de todo y contra todo pronostico apoyan a aquellos que aman.

O quizás sea una infidelidad..

Aquellos que con miedo a ser juzgados quizás son infieles a una de las chicas que allí en su grupo de encuentran, quizás tengan miedo de que descubran el engaño. Amigos que nuevos sentimientos encuentran, con miedo a dañar a quienes con tanto amor los acompañan.

Una trama así sería asombrosa.

Aquel recuerdo de aquellas sonrisas tan brillantes, de las manchas en su piel, de los rojizos rizos, de la manera en que se miraban. Era algo que nunca olvidaría.

Me paro lentamente antes de decidir entrar a aquel predio, caminando y escuchando el eco de mis pasos. Era enorme. Las tribunas en donde se habían visto más de mil partidos estaban allí impecables, tan frías como siempre, con aquellos tonos grises del cemento en cada parte.

La primera vez que pise aquel lugar fue por una feria del libro, a la cual asistí con mi familia y en donde no pude comprar ningún libro, pero pude conocer a gente interesante.

Recuerdo bien como aquel día había sido maravilloso, pude conocer a muchos escritores que en mi vida había escuchado, muchos viejos y algunos nuevos que recién iniciaban sus carreras en aquel mundo del que quería ser parte algún día.

El olor a libros y sahumerio que inundaba aquel lugar aquel día, aún seguía en mi nariz, como si todavía estuviera flotando en el aire de aquel lugar.

Un olor a nostalgia.

Los pequeños estands donde habían varios libros exhibidos, algunos de comida y uno de peluches y posters de Kpop que jamás olvidaré. En aquel momento era fan, ahora solamente una conocedora de los distintos grupos y su gran trayectoria por el mundo de la música, cuales son sus canciones y como aquella chispa que tenían al principio muchos grupos, se fue apagando quedando únicamente cuerpos vacíos, carentes de alma y sentimientos, cantando y bailando con el cuerpo y no con aquella energía y felicidad que antes emanaban.

Solo eso eran ahora. No es lo mismo.

Camino por la tribuna ubicada a algunos pocos metros sobre el suelo, protegida por un barandal que evitaría la caída de muchos, admirando la totalidad de aquel lugar y recordando un par de ojos verdes, una sonrisa encantadora, aquel rostro indescriptible que si volviera a ver lo reconocería. Una persona de la que no se el nombre, no se de donde vino ni a donde fue, que es de su vida si es que aún la conserva, aquella alma libre que viajaba de puerto en puerto en busca de conocimiento, teniendo sus sueños en claro y sin miedo de afrontar los retos que la vida le pusiera en frente.

—Tu lo que debes de hacer es mirar más allá de tu alma, conocerte, liberarte de aquel miedo que tu misma has creado en tu cabeza. Eres alguien más fuerte de lo que aparentas, sabes más que muchos aquí, aprovecha esa capacidad tan asombrosa que tienes y conviértela en un transporte para lograr alcanzar tus metas. Y no te desanimes, pronto vendrán grandes oportunidades para ti —Dijo aquel primer y último día que lo vi, con aquella voz tan llena de emoción y seguridad, como si de un discurso preparado hubiera sido.

Recuerdo aquellas palabras como si de la letra de una canción se tratara, volviéndose esa persona aquella voz de aliento que hasta el día de hoy me acompaña.

Quizás pude haberle pedido algún contacto, pero en aquel entonces no tenía ni idea de que aquellas palabras se quedaría marcadas en mi como un tatuaje del cual ya no puedo despojarme, un abrigo el cual me cubre cuando tengo frío, una droga inyectada en mis venas.

Esa persona desconocida se había vuelto la inspiración de cada una de las historias que por mi mente cruzaron, que con esmero empecé pero siempre dejé incompletas, que guardo con afecto como un tesoro en una pequeña cajita dentro de mi corazón.

Apoyo mis antebrazos sobre la fría barandilla, mirando hacia abajo y viendo el aro de básquet, notando aquella bandera arcoíris junto a él, la cual se robaba toda mi atención, haciéndome recordar a aquellos dos chicos, temerosos o infieles, no lo se. Solo se que jamás los veré, al igual que a aquella persona que de rostro no se describir, pero se que si la viera la reconocería.