Cuando baje el sol de enero (estaciones #1)

10. Solito, solo

Cuando Beni volvió a su casa después del gimnasio aquella mañana, sólo podía pensar en que hacía mucho que no se lo pasaba tan bien haciendo ejercicio. Tenía agujetas, cierto, y casi se le había pasado la hora de volver a tiempo para ducharse y correr a clase; pero no se arrepentía una pizca. Entrenar con Lorena era…

—¡Buenos días, Beni!

Su hilo de pensamiento se cortó de golpe, y a tiempo, al pasar por delante de la puerta de la cocina y escuchar la voz de José saludándolo. Educado, el rubio gigantón volvió sobre sus pasos de una zancada y asomó la cabeza por el umbral.

—Eh, José. Buenos días.

El joven moreno brindó en su dirección, con una taza de algo que olía a café entre los dedos, antes de apoyarse con indolencia sobre la encimera.

—¿Qué tal? ¿Madrugando para entrenar?

Beni se encogió de hombros, con el recuerdo de Lorena martilleando su mente sin descanso por algún motivo desconocido.

—Sí, ya ves… Soy un ave tempranera o si no me entra la flojera.

José asintió, sin mostrar más interés. Beni fue a retirarse, pero en ese momento la voz de su compañero lo retuvo de nuevo:

—Por cierto, Beni…

—Dime.

El valenciano dio otro trago a su café con calma antes de agregar:

—Sé que me dijiste que no quieres una relación a distancia, pero Alicia me ha dicho que vendrá a pasar unos días el finde que viene; ya sabes, por la Hispanidad…

Beni apretó los labios y contó hasta cinco en su cabeza.

—Sí, ya…

José emitió lo que parecía un suspiro agotado.

—Lo dicho, si quieres salir con ella y no tienes otro plan…

Beni inspiró con disimulo por la nariz. ¿No le había dejado ya claro que no tenía interés alguno en la citada muchacha?

—Te lo agradezco, José, pero no sé qué haré ese finde todavía ¿vale? —se excusó, cortés—. Es posible que ni siquiera esté en Madrid…

El otro hombre asintió.

—Vale, se lo diré.

Beni, por su lado, se despidió con cierta brusquedad y se encaminó hacia su dormitorio de peor humor del que había llegado a casa. Después del buen sabor de boca que le había dejado el gimnasio, la mención de la hermana de José había sido como un jarro de agua fría. Sobre todo porque su cabeza no podía dejar de comparar a Alicia con otra mujer a la que su fuero interno le pedía declararse a gritos. De hecho Beni casi quiso abofetearse cuando, nada más mirar el móvil, la notificación del Whatsapp más reciente le arrancó una sonrisa boba sólo de ver quién le había escrito. Al deslizar el dedo y abrir la aplicación, el chico se rio casi sin querer al ver el chiste que Lorena le había mandado sobre arquitectos de gran talento artístico ganando poco dinero.

Lorena:

Perdona, este meme lo he visto y me ha recordado a lo que hablamos cuando nos conocimos

Me hace gracia

Beni tecleó una respuesta rápida precedida de un emoticono riéndose con lágrimas en los ojos repetida varias veces.

Beni:

Nah, las cosas como son

Si es cierto, es cierto :-)

Lorena:

Fran dice que algún día te haces Patreon seguro, al tiempo

Estoy tentada de apostar

Beni sacudió la cabeza, rendido; si era sincero, lo había contemplado en su día. Sin embargo, al final se hizo Instagram en vez de Patreon porque le parecía que la segunda opción era demasiado estresante. Al fin y al cabo, su familia tampoco andaba falta de dinero y siempre podía presentarse a algún concurso para intentar ganar un extra como llevaba haciendo desde que había tenido suficiente manejo de los lápices y los pinceles. Aun así, picado por el humor de la chica, respondió:

Beni:

Jajajajaja

Pues dile que se espere sentado, que va a estar más cómodo

Lorena, como esperaba, soltó una carcajada virtual a su vez; aunque a Beni le decepcionó apenas que enseguida se despidiera para ir a prepararse. Todos ellos tenían clase, así que el joven también decidió espabilar y dirigirse hacia la ducha. Mientras el agua caía sobre sus músculos definidos bajo la piel, Beni reflexionó sin quererlo sobre el juego de aquella mañana. En honor a la verdad, habían sido bastante comedidos en sus preguntas, en general, pero el rubio de nacionalidad mestiza se sentía mejor que en mucho tiempo. Habían hablado de aficiones, gustos, e incluso pasiones como la escritura y la equitación para ella o la cocina y el dibujo para él. Aun así, en aquella curiosa variante del clásico juego de su infancia, Beni había elegido "Reto" cuando Lorena había indagado en dos temas en particular: su familia… y sus relaciones sentimentales. 

Por motivos que no había detallado, tampoco había querido confesar que llevaba ya tres años sin tener relaciones sentimentales de ninguna clase; en parte a causa de una cuestión familiar. Para Beni, ese pasado se había quedado enterrado en su Valladolid natal para no volver a emerger, aunque todavía se despertaba sudando a causa de las pesadillas al respecto que lo acosaban cada cierto tiempo. Sí que era cierto que en ocasiones una diminuta parte de él se preguntaba si no sería mejor compartir esa carga con alguien más, pero siempre se convencía de que era lo correcto en cuanto recordaba el motivo exacto por el que lo hizo. De hecho, después de una mañana en la que aquella reflexión no lo abandonó por más que lo intentó, en el instante en que trasponía de nuevo el umbral de su piso para comer lo distrajo el sonido del móvil. Y su convicción de que estaba haciendo lo correcto a pesar de todo se reforzó solo con ver quién llamaba, antes de descolgar. 




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