Cuando el amor regresa

Capítulo # 6

Ciro

En el camino hacia el departamento de Kimberly, comencé a contar semanas en mi mente y algo está molestándome. No me están dando los números y necesito aclarar esa duda.

—Kimberly.

Kimberly

Estoy enviándole mensajes a mi madre, cuando escuché la voz de Ciro hablándome mientras maneja.

—Dime.

—¿Y qué dice Jack de todo esto? —pregunté seriamente, necesitaba salir de la duda.

—Nada, no será parte de la vida de mi hija —hablé sin darle mucha importancia.

—¿Él sabe de tu embarazo?

—Sí.

—¿Y también sabe que tuvimos relaciones?

—¡No! —exclamé perpleja—. ¿Por qué me preguntaba esas cosas tan de repente? ¿Por qué tendría que saberlo?

—Era tu pareja en ese momento.

—Él no tiene que saberlo —dije en defensa y comencé a molestarme—. Deja ese tema.

—Es demasiado extraño que Jack se convierta en padre y no quiera estar contigo —la encaré de golpe.

Kimberly

No pude evitar ponerme un poco nerviosa.

—No sigas.

—Si esa niña fuera mi hija… Estaría contigo en todo momento.

—Sería una pesadilla para mí —solté sin vacilar.

—Porque no te dejaría el camino fácil —me defendí con rudeza—. Sabes que pelearía por la bebé.

—Algo que me estresaría y no pensarías en mí. Y mucho menos en la niña —dije enojándome y sintiendo una presión en el vientre.

Ciro

Observé su molestia y tengo que evitar que siga enojándose.

—Kimberly…

—Dejemos el tema, no me estoy sintiendo nada bien —dije sintiéndome un poco adolorida.

—Lo siento, discúlpame por mi intensidad.

—Estoy acostumbrada, esta vez no estoy para lidiar con eso —confesé llevándome mi mano a mi vientre—. Quiero estar tranquila para su nacimiento; tan solo de pensar en el parto me asusta.

Ciro

Detuve el auto y llevé mi mano a su vientre.

—Tú tranquila, a pesar de que no somos pareja, siempre tendrás mi apoyo.

Kimberly

Sentí, mi corazón latir fuertemente porque lo dejé ir y recordé las peleas seguidas por culpa de mi familia, y eso me entristeció. Si hubiera sido más fuerte, ahora estaría disfrutando de mi embarazo con plenitud.

Ciro

Se que Kimberly me está ocultando algo y no quiero presionarla; sin poder evitarlo, me incliné y la besé sutilmente; extraño terriblemente sus labios y necesito sentirla cerca de mí.

Kim

Abrí la boca para disfrutar de su beso; quiero más y más de Ciro. Extraño tanto sus labios y mi corazón aún le pertenecen a él y él lo sabe desde el primer momento que lo conocí por primera vez. Todo aquello me atormenta en cierto punto, porque estoy negándole a nuestra hija y a él la posibilidad de estar juntos.

Ciro

Estoy fascinado de sentir cómo Kimberly responde tan apasionadamente a mis besos y a mis caricias; si hubiera luchado un poco más, estuviera disfrutando este momento con plenitud y no a medias.

Kimberly

Me separé un poco de sus labios.

—Ciro.

—No digas nada —le pedí encantado—. Ambos estamos solteros y…

—Llévame a casa —le pedí separándome de él.

Ciro

No contesté y arranqué. Sentí tanta decepción y rabia.

.

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En el bufete de abogados.

Luciano estaba demasiado encantado con Helena.

—Salgamos a tomar algo en la noche.

—Me encantaría —dijo sin dejar de sonreírle.

—Perfecto, paso por tu casa —anunció él entusiasmado.

—Bien.

Helena se levantó de la silla para dirigirse a su oficina y continuar con su trabajo; ahora tenía un caso superimportante con una empresa que había estafado a varios clientes y necesitaba tener las evidencias en la mano para resolver el caso rápidamente.

Luciano estaba fascinado con Helena; nunca había conocido una mujer tan radiante. Era una mujer que no se quedaba callada y que siempre estaba dispuesta a escuchar. Con sus anteriores parejas siempre era lo mismo, le hacían creer una cosa y al final resultaba lo mismo; necesitaba una mujer como Helena, dispuesta a ser fuerte y no cambiar por nadie.

Ciro dejó a Kimberly en su casa y decidió irse; no quería hablar con ella, porque si se quedaba, podría alterarla más y más; solo esperaría que la pequeña naciera y saber de quién era hija, porque ahora no dejaba de pensar que esa pequeña podría ser suya.

.

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Kim

Los días siguientes, fui visitada por Camila y por Helena, que están al pendiente de mí. Regrese al trabajo a la semana siguiente con mucha energía, sin descuidar nada. Luciano está al pendiente de mí; siempre ha sentido un instinto por cuidarme y protegerme. Lo veo como un hermano.

Luciano entró a la oficina.

—¿Ya falta poco?

Kimberly

Llevé mi mano a mi vientre; ahora estoy esperando que mi princesa nazca.

—Sí, es una malcriada como el padre —aseguré con una sonrisa en los labios—. ¿Y cómo te va con Helena?

—Muy bien, salimos, nos divertimos mucho y nos la pasamos genial —respondió sentándose y mirándola con ternura—. Y dime, ¿cómo se llama el padre de tu bebé?

—Luciano —solté en broma y él sonrió—. A nadie se lo diré.

—Uy, qué celosa —soltó divertido y suspiró—. No quería decírtelo, pero hay muchos rumores.

—Lo sé —afirmé con seriedad—. Me han salido amantes por doquier.

—¿Y no te molesta? —preguntó sorprendido.

—A las personas les encanta el chisme y nunca fui aceptada por este bufé por ser la esposa de Ciro.

—Ahora eres su ex.

—Y aún me pesa —confesé con cierta tristeza—. No sabes cómo me arrepiento de haberme divorciado.

—Kimberly —murmuró con asombro.

—¡Kimberly! —exclamó abriendo la puerta su madre.

Kim

Me emocioné, porque mi madre me había comentado que no podía llegar a tiempo.

—Llegaste a tiempo.

Luciano miró a la rubia; era increíble lo hermosa que era para ser madre de Kimberly. Ahora entendía que la belleza de su amiga era hereditaria; podía ver que era una mujer de carácter fuerte, no como Kimberly, que era más tranquila y risueña.




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