Cuando el amor regresa

Capítulo # 7

En el bufete de abogados.

Kimberly

Miré mi reloj de pulsera; es increíble que sean las ocho de la noche. Aún sigo en la oficina y sentí la puerta abrirse.

—Vamos, es hora de llevarte a casa.

Me levanté y miré a Ciro como está parado mirándome, y sentí una punzada fuerte en mi vientre, palidecí y medio sonreí al sentir que algo se rompía dentro de mí.

—Acabo de romper aguas.

Ciro

Me puse nervioso.

—¿Estás segura?

—Sí —afirmé; caminé un poco, sentí un líquido caer en mis piernas—. Nacerá hoy o seguramente mañana.

—¿Y sientes contracción?

—No —contesté con calma—. Llévame a la clínica.

—Vamos —dije agarrándola de la mano—. ¿Estás segura de que no sientes dolor?

—No, ayer estuvo con mucho dolor de espalda y ahora acabo de romper aguas —comenté con calma y miré el terror en sus ojos—. ¿Qué sucede?

—Desde ayer —solté incrédulo; así fue mi nacimiento y mi madre no sabía que estaba a punto de nacer—. No hay que perder tiempo.

Kimberly

Intenté no gritar porque Ciro está alarmándose tanto; había leído por internet que al romper aguas es apenas el comienzo del alumbramiento de mi hija.

—En mi auto está una maleta.

—Iremos por ella —dije deshaciéndome de la corbata; estoy seguro de que la pequeña nacerá en cualquier momento.

.

.

Diez minutos después.

Ciro

Mi temor se hizo realidad; el médico me explicó que esta lista para que la bebé naciera. Entonces a Kimberly la invadió el pánico y el terror; aún no puede creer que la bebé este en proceso de alumbramiento.

—Papá —habló la enfermera agarrándolo del brazo—. Su esposa lo espera.

—Pero yo…

—Está muy nerviosa y tenemos que tranquilizarla —explicó con preocupación.

—Sí —afirmé; no pienso en dejar a Kimberly sola en este momento.

Kimberly

Al verlo entrar, comencé a sollozar. Siento demasiado miedo y no quiero que Ciro se fuera de mi lado.

—Tengo mucho miedo.

—Eres una mujer muy valiente, amore mío —le dije dándole un beso en los labios—. Lo harás bien.

—Tengo mucho miedo —confesé apretando su mano.

—Solo tienes que tranquilizarte, acuérdate de los videos que veías online —sonriéndole y le di un beso en la mano—. Relájate.

Kim

Comencé a relajarme y una contracción me hizo volver a la realidad.

—¡Duele!

—Cálmate —habló el médico—. Es hora de pujar.

Kimberly

Comencé a pujar como me lo pidió el doctor; cada vez que lo hacía me sentía más cansada y adolorida, porque mi bebé no nace. A la cuarta vez sentí el llanto de la bebé y quiero verla, pero todo se volvió negro.

Ciro

Me alarmé cuando miré la palidez de Kimberly al momento de nacer la recién nacida. Una enfermera fue hacia ella para estabilizarla, mientras que yo no me aparto de su lado; ni siquiera he mirado a la bebé cómo llora a todo pulmón, demostrándonos que es una bebé completamente sana.

Kimberly

Abrí los ojos lentamente y miré a una bebé envuelta en una manta rosada y con un gorrito cubriendo su cabeza.

—Hola, princesa —dije dándole un beso en la frente—. Bienvenida.

Ciro

Le di un beso en los labios a Kimberly.

—Te quiero, amore mío.

Kim

Medio sonreí; la realidad es que estoy cansada.

—Tengo sueño.

—La señora necesita descansar —habló el médico.

La enfermera le entró a la niña a Ciro.

Ciro

La miré con ternura y con fascinación. Es bellísima como su madre.

—Eres hermosísima.

—Nombre de la niña —preguntó una enfermera mirándolos.

—Aún no lo hemos elegido —contesté sin dejar de mirarla cómo duerme en mis brazos—. Eres una princesa.

Kimberly fue llevada a una habitación y la recién nacida a la sala de recién nacidos para revisarla.

Ciro

No quiero llamar a Mary Jane, pero debo de hacerlo porque ella es la madre de la mujer que amo. Cuando me comuniqué con ella, me sentí arrepentido de haberlo hecho por lo grosera que había sido conmigo; solo esperare que llegue a la clínica e irme de allí. Se que Kimberly y la bebé están perfectamente bien. De una vez pagué la cuenta y me fui.

.

.

Unos días después.

Kimberly

Miré a mi hija nuevamente. Es tan hermosa y perfecta.

—Es tan hermosa.

Su madre detallándola y no podía evitar su seriedad.

—Se parece a ese hombre.

—En nada —aclare—. Solo tiene el cabello rojizo. Es mi mundo.

—Podrías colocarle otro nombre —insistió su madre—. Daniella es un nombre horrible.

—Es mi hija, no la tuya —solté enojada; mi madre se enojó mucho al enterarse de que mi pequeña Chiara es hija de Ciro—. Deja de opinar en su nombre.

Su madre se enojó mucho más.

—Entonces, regresaré a Canadá.

—Hazlo —me enojé, odio las amenazas—. Me cuidaré yo sola.

—Me parece bien —dijo saliendo de la habitación de su hija y se iría por sus cosas.

Kimberly

Tomé entre mis brazos a mi bebé y le sonreí.

—No te preocupes, Chiara, mamá está aquí para ti.

.

.

En una discoteca prestigiosa de Italia.

Helena mirando a su hermano y seria.

—Míralo, Kimberly recién dada a luz y este siéndole infiel.

Ciro

Miré a Jack cómo está bailando con una mujer y después besándose con ella; me levanté de la silla y fui hasta él, lo golpeé.

—¡Poco hombre!

Helena fue hacia él y lo abofeteó.

—¡Basura!

Jack estaba completamente confundido.

—¡Están locos! —exclamó enojado.

Ambos hermanos salieron de la discoteca.

—Tenemos que decírselo a Kim —dijo Helena completamente enojada.

Ciro

No puedo creer lo que está pasando. Kimberly había dado a luz a una bebita hermosa y ese desgraciado disfrutando de la vida como si no pasara nada. No merece ser padre de esa hermosa bebé.

—Vamos a su departamento —dijo ella completamente enfurecida.

—Sí.

Ciro

Yo asentí; la verdad, quiero que Kim abra los ojos y que no permita que ese hombre se acerque a ella y mucho menos a la bebé.




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