Antonella mirando a la recién nacida que fue a conocerla al departamento de Kimberly.
—Es tan hermosa.
Camila estaba emocionada.
—Se parece a Kimberly.
Kimberly
Estoy riéndome un poco por la emoción de las mujeres.
—Sobre todo en su cabello y en sus ojos.
—¿Y cómo se llama mi bisnieta? —preguntó Antonella sin dejar de mirarla.
—Chiara Daniella.
—Como mi madre —dijo ella con emoción.
Kimberly
Sonreí porque mi exesposo amaba a su nonna Daniella, la cual murió un año después de nuestro matrimonio. Mi esposo estuvo mal por un tiempo y ambos quedamos de acuerdo en que, si llegábamos a tener una niña, se llamaría Daniella de primer o segundo nombre en honor a ella y lo acepte.
—Mi pequeña Daniella —habló Camila sin dejar de mirarla y observó que Kimberly estaba un poco pálida—. ¿Estás bien, cariño?
Ciro
Agarre la mano a Kim no la veo nada bien.
—A la cama.
Kim
Solo asentí atontada, la realidad de que me siento mal después del nacimiento de mi hija; mi madre solo discutía conmigo porque la niña es hija del hombre que amo.
Helena le llevó la comida a Kimberly.
—Toma.
—Gracias —dije comenzando a comer.
Antonella con la recién nacida en sus brazos.
—Voy a comprarte muchas vitaminas, estás muy pálida y es preocupante.
Ciro
La mire con preocupación; Kimberly se ve realmente mal y eso no debe de ser así.
—Mañana te llevaré al médico.
—Sí —dije sorprendiendo a todos—. Yo me siento muy mal.
Aquellas palabras alarmaron a todos; se suponía que Kimberly tenía que recuperarse, no sentirse peor cada día.
Ciro
Me aleje para llamar a un amigo que es médico; no dejare que Kimberly empeore cada vez más y más.
Ella no es mujer de quejarse y mucho menos de enfermarse; algo tuvo que salir mal después del parto.
Kimberly
Termine de comer y me quede dormida al poco tiempo.
Antonella comenzó a preocuparse más de la cuenta; la palidez de Kimberly no era normal y le pidió a Camila que llamara a su ginecóloga para que viniera a verla con urgencia.
Camila se comunicó con su ginecóloga y le explicó todo; ella ni lo dudó y fue hacia el departamento.
En menos de diez minutos había dos médicos.
—Le está comenzando una hemorragia —comunicó la ginecóloga—. Tenemos que llevarla a la clínica con urgencia.
Las palabras de la ginecóloga sorprendieron a todos, en especial a Ciro.
—¿Se pondrá bien? —preguntó Camila aterrada.
—Sí, apenas está comenzando —explicó con calma—. Por suerte, le haremos una transfusión de sangre y vitamina K y estará como nueva. Es una mujer joven y su recuperación será satisfactoria.
—Voy a llamar a una ambulancia —habló el médico—. Para que sea trasladada.
Camila y Antonella se ofrecieron para cuidar a la recién nacida, mientras que Helena llamó a su hermano Julián para comunicarle lo que estaba pasando, y también a Luciano, porque ambos eran muy amigos; sabía que él la quería mucho.
Kimberly fue atendida rápidamente y la estabilizaron.
—¿En dónde estoy? —le pregunté al mirar a Helena dormida en el sofá; vi cómo Julián entro a la habitación y me sonrió—. Ju… lían
—Descansa, Ciro fue a ver a la niña —dijo con una sonrisa.
—Recuerdo que comí algo y me sentí muy pesada.
Julián quería decirle que en ese momento había comenzado la hemorragia, que estaba debilitándose. No lo hizo; los médicos o el mismo Ciro debían explicárselo.
—Estás en la clínica, en unos días estarás bien.
Kim
Cerré nuevamente los ojos y me quedé dormida.
Él le dio un beso en la frente.
—Descansa, cuñada.
.
.
Ciro
Me dio un baño y me cambie de ropa para cargar a mi hija.
—Hola, preciosa.
Chiara bostezo y estiro los brazos.
—Eres una lindura —dije completamente enamorado.
Camila sonrió tiernamente, porque su hijo estaba fascinado con su nieta.
—Serás un excelente padre.
—Ella ahora es mi mundo —confese dándole un beso en la frente—. Me preocupa Kimberly.
—Kimberly es una mujer muy fuerte.
—Madre, me alegro de saber que Kimberly ocultara mi paternidad —comente con pesar—. Mira todo lo que le está pasando porque su madre es una inconsciente.
—Sé a qué te refieres —dijo sentándose a su lado—. Tú eres un hombre terco y la hubieras estresado más; Mary Jane nunca te ha soportado, para llegar al punto de atormentar a su propia hija. Eso es imperdonable.
—No le avisaré hasta que Kimberly esté completamente sana —afirme sin dejar de mirar a mi hija—. Voy a protegerla.
—Así se habla.
.
.
Unas horas después.
Luciano acercándose a Helena, que estaba en su departamento, para ir a visitar a Kimberly.
—Casémonos.
—Yo…
—Sé que estoy forzándote, podemos casarnos y disfrutar hasta que esto dure —le propuso él.
—Sería una locura.
—Lo sé, no quiero forzarte a nada.
Helena sentía que era una locura; sabía que en cualquier momento iba a acceder a sus deseos y no podría cumplir su promesa de mantenerse virgen hasta su casamiento.
—¿Qué pensarán mis padres?
—Diremos que somos dos locos enamorados —dijo agarrando su mano.
—Pero… Yo.
—Piénsalo —le pidió.
—¡Casémonos! —exclamó segura—. Será lo mejor para mí y así cumpliré mi promesa.
—Casemos y lo haremos con bienes separados, para no preocupar a la familia —aseguró él.
—Perfecto, así que Luciano —dijo coquetamente—. Pensemos en una fecha.
—Claro que sí —afirmó besándola apasionadamente.
.
.
Unas horas después.
En la clínica.
—Quiero verla —hable mirando a Ciro cómo está enseñándome fotografías de nuestra hija—. Por favor.
—Solo será unos días más —aseguré dándole un beso en la frente—. Solo descansa, para que nuestra hija tenga a una madre fuerte y sana.
—Lo siento, por ocultarte sobre Chiara —dije apenada.
Editado: 20.12.2025