Nervioso, el hombre miró a su alrededor, asegurándose de que cada persona en el lugar estuviera concentrada en lo suyo, para luego extraer un sobre de su portafolio.
—Ha sido un arduo trabajo. He tenido que atar muchos cabos sueltos, pero todo tiene sentido —logró captar la atención de Kaell mientras comenzaba a colocar cuidadosamente documentos y fotografías sobre la mesa.
El hombre comenzó a explicar, señalando lugares, horarios, personas y sucesos, pero, sobre todo, manteniendo la atención en la reacción de Kaell y en asegurarse de no ser escuchados.
—¿Quién es este tipo? —cuestionó Kaell, señalando al hombre en varias fotos.
—Zayian Nurgul —respondió el investigador—. Todo indica que es el amante que reemplazó al joven Oryxian.
Kaell apretó el puño.
—Según el video del día de la boda, este hombre es el asesino del señor Eferry Arzu y, posiblemente, de su hermano.
—¿Fue quien mató a Oryxian?
—Es la conclusión a la que he llegado. Además de eso, me permití estudiar las evidencias en el caso de la señora Eva Harris. Según la hora de muerte, las pruebas y el análisis de los hechos, la señora Sarai Erdene podría ser la responsable de la muerte de la señora y no Orixyan MacLeod, como se le hizo creer a la familia Arzu Harris.
Kaell frunció el ceño, asumiendo que lo habían culpado.
—¿Cómo logró esa mujer manipular todo sin dejar rastros?
El hombre se encogió de hombros.
—Logró salirse con las suyas, pero no todo fue perfecto. Estas son evidencias que podrían cambiarlo todo. Usted, señor, está haciendo más que las autoridades.
Más confundido que nunca, Kaell recogió la foto de Sarai, en la que se la veía saliendo de un hotel.
—Nadie habría imaginado que ella es la cabeza detrás de todo.
Muchas dudas y preguntas le surgieron, pero el investigador no tenía todas las respuestas.
—Debe haber videos, evidencias claras que no dejen dudas sobre las acciones de Sarai. Por ahora, esto me sirve, pero necesito más pruebas.
—¿Cómo quiere que prosiga?
—Sígala. Averigüe quién es su amante y qué vínculo tiene con mi familia y los Arzu. Además, descubra por qué mató a mi hermano, porque ahora está claro que fue ella.
—He notado algo peculiar. Este sujeto depende completamente de lo que la señora Sarai le proporciona, no hay ningún registro de él.
—No lo pase por alto. Siga cada pista, no deje nada sin rastrear.
Kaell entregó el cheque y se quedó con las evidencias. Canceló la cuenta y se retiró con destino a la mansión.
Ahí bebió un trago antes de extender los documentos sobre la mesa y comenzar a atar cabos. Sin embargo, no lograba comprender muchas cosas.
La muerte de sus padres a manos de su hermano seguía siendo un enigma. La muerte de la madre de Zarina parecía tener algo de lógica, pero le resultaba difícil aceptar que todo se redujera a un simple interés económico.
Estaba recogiendo todo para ponerlo con el resto de las evidencias con las que pretendía presentarse ante Zarina cuando Aurelith entró.
—¿Cómo está ella? —cuestionó sin detener su actividad.
—Mejor no podría estar. ¿Entonces es cierto?
Kaell sonrió como nunca y sacó la foto de su cartera.
La sorpresa de Aurelith lo llenó de orgullo.
—Vaya, tenías razón. No hay manera de negarlo. ¿Esto cambia algo?
—¿Cómo podría no hacerlo? No he podido dejar de pensar que ella lo sabía. Si es así, tendré que esforzarme mucho más de lo que habría imaginado. Aunque… Copito de Nieve puede facilitar todo. ¿Has escuchado eso de que la sangre llama?
Aurelith asintió con la cabeza. Kaell se puso de pie y sirvió bebidas para ambos.
—Lo sabe. Ella sabe que soy su padre, aunque haya tenido que negárselo.
—No seas exagerado. Es una niña. ¿Qué edad crees que tenga?
—Tres y algunos meses —respondió con seguridad, pues había pasado horas calculando las posibilidades.
—¿Entonces estaba embarazada cuando pasó todo?
Kaell asintió con amargura.
—Ahora su molestia tiene mucho más sentido. Creo… presiento que se ocultó por eso, que su empeño en que siga en prisión tiene mucho más que ver con esto que con creerme culpable de la muerte de sus padres.
—¿No estarás exagerando?
—No, y lo sabes, Aurelith. Las fechas coinciden, están los detalles que no puedo ignorar. Debo confesar que mi alegría por su existencia es inmensa, pero también hay tristeza. Sé que no he sido un buen hombre, pero conoces las razones detrás de mi error y solo espero que ella pueda entenderlo y permita que asuma mi rol de padre.
Aurelith lo observó en silencio por un instante, luego esbozó una media sonrisa.
—Pues felicidades por la pequeña, es tan hermosa como su madre. Espero que sepas que, aunque no la recuperes, tendrás la oportunidad de ser el padre que ella merece.
—No pienso dejarle muchas opciones y lo sabes.
Aurelith suspiró.
—¿Cómo va la investigación? Por cierto, he decidido, por mi voluntad, olvidar el acuerdo, con la condición de que comprendas que no soy tu empleado, sino un amigo dispuesto a ayudarte.
—He sido una molestia, lo reconozco, pero tú más que nadie deberías entenderlo. Intento recuperar a mi familia, limpiar mi nombre.
—Se probó tu inocencia. Lo primero aún lo veo difícil. No es la mujer que solías decir que era.
Kaell sonrió.
—Lo sé, está más hermosa que nunca, aunque también rebelde y parece indomable. Tengo un plan y, ya que estás dispuesto a ayudar, necesito que hagas algo por mí.
—Claro. ¿Qué necesitas?
—Estoy ultimando los detalles de la reunión con Zarina. Muchas cosas se aclararán, pero su reacción sigue siendo un misterio. No quiero lastimarla y mucho menos a nuestra hija.
—Será algo inevitable, Kaell. ¿Qué es lo que te preocupa?
—Que me rechace, incluso después de mostrar mi inocencia. Ha pasado mucho tiempo, pero temo que mi cobardía sea algo que no esté dispuesta a perdonarme. Que pretenda alejarme de Copito de Nieve. Quiero que afirmes lo que sabes desde el comienzo.