Cuando no quede nada

Capítulo 5

Todo en aquel salón se había vuelto silencioso, ningún chisme de la corte, ningún instrumento de tortura estaba siendo usado en ninguna dama, todos ponían a atención a Axel: el villano, quien lentamente se acercaba a su hermana listo para desatar su furia sobre ella.

Guadalupe no estaba asustada ¿De qué lo estaría? Estamos hablando del enano que tiene por hermano, para ella era como un pequeño gnomo que un día su madre había recogido de la calle, pero en ocasiones este gnomo le traía problemas, la avergonzaba o simplemente ambos se convertían en gatos peleando por cualquier excusa.

Axel pisó pelo. cortado y pelusas, casi resbalo con las gotas de tinte derramadas en el suelo pero eso no quitó su furia, de hecho hizo que ardiera muchas mas rabia en el. Su puso de frente a su hermana, levantó su cabeza para mirar a sus ojos y aunque para cualquiera está fuera una escena bastante ridicula e hilarante para Axel esta era la batalle de titanes.

—¡Eres una pendeja Guadalupe!—Grito Axel casi escupiendo en el rostro de su hermana.—Te ando busque y busque por toda la pinche calle por qué se te olvidó trapear pendeja.

Guadalupe no le tenía miedo a su hermano, para ella era como un pequeño chihuahua brincado de ira pero cuando empezó a hablar solo quería escarbar un hoyo en la tierra y sumergirse para nunca salir a la superficie, se moría de vergüenza por ser recriminada por algo tan tonto como la limpieza de su hogar. No dijo nada, actuó como si no le importara, actuó serena por que no quería que vieran el efecto real que las palabras de su hermano tenían en ella. Sus piernas se sentían rígidas, sus hombros pesados y su cabeza parecía que se derretía como efecto de la reprimenda.

Axel estaba como loco, enojado, colérico, y todos los adjetivos que se relacionen con furia. Llegó un punto en que ni el sabía lo que estaba diciendo, las palabras se enredaban en su garganta y como resultado las personas a su alrededor estaban impresionadas y confundidas. Él seguía gritando al rostro de su hermana hasta que fue arrastrado por una mano hacia la salida, el seguía quejándose pero la gente solo lo miraba con ojos de burla y algunos otros con confusión, finalmente fue sacado a la calle y cuando recobró la conciencia de sus acciones pudo mirar a una figura pequeña sentada en la banqueta, con la cabeza metida entre sus propias rodillas; era Fernando, muerto de la pena, tratando de fingir demencia ante el escándalo que su amigo había provocado segundos atrás.

—¡¿Que chingados te pasa Axel!?—Grito su hermana fúrica, parece que aquello que parecía no importarle ni preocuparle se había esfumado en una ola de ira contra su her,año pequeño.

—¡Pues tú!—Axel estaba de puntas en un intento por verse más intimidante.—Con razón a mi mamá no le gusta que te vayas a cortar el pelo, sí te la pasas haciéndote pendeja todo el día ahí…

Guadalupe lo miró con aquella mirada de pocos amigos, su postura ya no era tan erguida, su cuerpo ya no reflejaba calma y seguridad. Poco a poco sus venas estaba siendo llenadas con vergüenza, inseguridad y algo de arrepentimiento, ella estaba furiosa por ello, se sentía débil de la peor manera, no le iba a dar la satisfacción a nadie de verla como un ciervo atropellado en carretera, su respiración se volvía pesada y aunque parecía estar en un trance lo cierto es que estaba tomando todo el autocontrol que se había ido entre sus dedos, tanto control luchaba por recuperar que no noto que ambos escuincles frente a ella habían empezado a discutir sobre quién sabe qué estupidez.

—¡Bueno ya!—Grito ella harta del ruido a su alrededor.—Si tanta prisa tiene ya váyanse a no se donde, yo ya me voy con mamá.

Ambos niños escucharon y no dijeron una sola palabra mientras ella se iba, solo que sintieron un peso menos en sus espaldas. Se miraron el uno al otro y una pequeña sonrisa se escapó de la boca de ambos, quietos como estatuas pero esperando a ver que haría al otro. Fernado se echó a correr y detrás de él lo siguió Axel, ambos esquivando a la gente y tratando de no chocar con ningún puesto en la calle. Llegaron a la cancha de futbol en el parque, sus demás amigos ya estaban ahí.

Guadalupe llegó a su casa, la puerta estaba abierta para que los pisos se secaran más rápido, su mamá estaba trapeando el pasillo de las recámaras y aunque supo que su hija ya había llegado ella no prestó mayor atención, no la saludo,no la miro, solo siguió trapeando.

—Me dijo Axel que quería que barriera…

—Si quería Guadalupe pero pues yo no sé qué tanto hacían Axel y tu, hace 45 minutos salió tu hermano y pues yo ya terminé el que hacer.—reprochó mientras se ponía frente a ella con una mirada sarcástica.— Y a ti no se te puede pedir nada ¿Verdad?

—Pero yo te pregunté en la mañana e hice lo que me pediste.—Habló ella en el tono más moderado y calmado que podía.

Guadalupe sintió su mejilla caliente ante la bofetada que su madre acababa de darle.

—¡No me contestes! Aquí tú nada más haces lo que yo digo ¿Está claro?

Guadalupe solo asintió resignada, se sentía ligera y desprotegida ante su madre quien ya había seguido secando los pisos, no supo qué hacer, no sabía cómo reaccionaría su madre ante sus acciones. Su primer pensamiento fue ir a esconderse en su habitación pero sabida que su madre lo tomaría como un acto de holgazanería y valemadrismo, pensó en quedarse parada junto a la puerta pero pensó que también estorbaría ante la tarea realizada por su madre y luego vio el sillón, vacío, cómodo, pero sabida que su madre también lo tomaría a mal por qué un sillón significa comfort y ella solo quería demostrarle que se sentía culpable y que estaba ahí si es que necesitaba ayuda, así que miró el comedor de madera, incómodo pero lo más acertado, a la vista de su madre pues sí de casualidad llegaba a pedirle algo ella ya estaría ahí lista para realizarlo.

Guadalupe tomó asiento y solo miró a todos lados donde no estuviera su madre pues la vergüenza la carcomía.



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En el texto hay: juventud, mexico

Editado: 12.09.2025

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