Era la mañana de un lunes y Karla estaba frente al espejo del baño mientras cepillaba su pelo con aquel peine de plástico que siempre terminaba dándole jalones en el pelo.
Sus ojos recorrían su figura completa, miraba sus piernas, la falda que le cubría casi la mitad de su cuerpo, aquella blusa que le quedaba grande y finalmente en su rostro, miraba aquellos lunares esparcidos por su piel, su nariz respingada, sus cejas marcadas y toda ella, sonrió, ella se amaba, se aceptaba y no había otra cosa que le gustara más que sonreírse al espejo, ella sabía que era bonita, no necesitaba que nadie más le dijera más que ella, amaba amarse y amaba el sentimiento de suficiencia.
Salió del baño y se dirigió al comedor donde su desayuno ya la estaba esperando; el plato de comida, un licuado y un té.
—Buenos días gordita.—Saludo su padre sentándose a su lado para tomar igual su desayuno.—Qué tal dormiste?
Antes de contestar su madre la interrumpió.
—Luis ya te dije que no le digas “gordita”.—advirtió mientras servía el lunch de la niña en tuppers.—La mente se lo cree.
Karla compartió una sonrisa de complicidad con su papá y ambos se resignaron a seguir comiendo no sin antes ella pedirle a su madre que doblara las porciones, algo que no tomó muy bien pero lo hizo a regañadientes pues así como ella condicionaba a su padre el también tenía el derecho de condicionarla a ella.
Después de desayunar ella y su padre se dirigieron al colegio en su coche, pasaban las calles y mientras sonaba la radio en la estación favorita de Karla mientras estaba el programa “Caminito a la escuela”, a ella ya no le divertían las dinámicas de aquel programa, ni los chistes que otros niños contaban pero le daba nostalgia, le transmitía seguridad pues mientras lo escuchara sabía que ella estaría con su padre, en el auto, de camino a su escuela y todo sería más fácil.
Eran las siete de la mañana cuando ella ya había llegado a su salón, ya estaban algunos de sus compañeros ahí y mientras ellos jugaban con los trazos en el suelo y otros solo hablaban de los chismes de la semana pasada ella salió a caminar un poco por el pequeño patio, camino y paso por la cancha de futbol, recorrió con sus pies las líneas que marcan el final de la cancha y por un momento imagino que si tan solo pisaba fuera de ellas caería en un mar de lavaba; de pronto la temperatura subió considerablemente, el suelo a su alrededor se agrietó y colapsó cayendo en la lava, nada quedaba y solo ella podía aferrarse a las líneas de la cancha, sintió el suelo ardiente de la lava, su concentración se volvió absoluta, alzó sus brazos y dio pasos meditados y medidos mientras avanzaba para así no caer en la lava.
A lo lejos alguien la llamaba.
¡Karla!…¡Karla!…
Ella entrecerró los ojos y la distanció vio como su amiga Rogelia alzaba los brazos para llamar su atención. De pronto ya no había más lavaba, solo concretó gris y aburrido, su miedo y determinación por evitar la lava desaparecieron y por fin puso sus pies fuera de la línea de la cancha sin temer por arder en lava, ella solo puso atención a su amiga y se dirigió hacia ella.
—¿Qué pedo contigo Karla?—Preguntó su amiga con reproche.—Parecer retrasada güey.
—Tu mamá parece retrasada.—Contestó ella mientras le sonreía.—¿Que pasó?
—Pus es que quería ver si de casualidad tú habías hecho la tarea de español.
—¿La de la monografía?—Pregunto mientras su amiga asentía con la cabeza. -- Si, está en mi cuaderno morado; agarralo.
—¡Gracias Karlita!
Volvió a caminar al salón y vio como la mitad del salón estaba copiando de su cuaderno, la desesperación y el miedo inundaron el salón, vio como las manos de sus compañeros apretaban el bolígrafo con una insteisdad que casi lo rompía, como las gotas de sudor recorrían las frentes de los desamparados alumnos quienes habían olvidado su responsabilidad académica durante dos días.
Pero eso a ella no le incumbía; buscaba a alguien que no estuviera sufriendo a causa de una tonta monografía con quien pasar el rato. Axel y Fernado parecían bastante despreocupados y calmados; uno jugaba con un jojo en su mano mientras que el otro no paraba de hablar.
—Hola.—Dijo ella sin más, parada frente ellos esperando a que la saludaran.
—Hola Karla.—Dijeron al unísono.
Para Karla era como ver a unos hermanos siamés, físicamente no eran parecidos, chance de carácter tampoco, personalidad no se hable pero de alguna forma estaban conectados.
—¿Hicieron la tarea?
—Yo la hice y este güey la copió. -- Axel señaló a Fernando.
—¡No es cierto!—Replico Fernando mientras detuvo el jojo en su mano.—La hice por mi mismo. ¡Soy un ser capaz de hacer su propia tarea!
Fernando tenía muchas cualidades y capacidades pero todos sabían que hacer su tarea y hacerla bien nunca sería una de ella
—Como sea.—Respondió Karla con una ligera risa.—Aquí elpunto es que ninguno de los tres se está matando por ella en estos momentos.—¿Vieron que Carlos del B1 le echo el ojo a Valeria?
—¿Valeria? ¿Valeria la de aquí atrás?—Fernando señaló a una niña alta que ha alaba con sus amigas.
—¡Baja la voz pendejo!—Axel golpeó la cabeza de Fernado alarmado.—Te va a escuchar.
Pocos minutos después había empezado su clase de Formación Cívica y Ética, nadie tomaba en serio esa clase y mucho menos cuando era la primera clase en todo el día. Karla tomó asiento en su pupitre y esperó a que su profesor comenzara la clase, fue cuestión de tiempo para que el primero de sus compañeros cayera de sueño en su pupitre; Al principio Karla sentía culpa y pena pues sentía que faltaba al respeto el tiempo y dedicación del profesor pero luego se dio cuenta que la misma falta de respeto de sus alumnos era la misma del profesor.
El profesor llegaba puntual, traían un portafolio de piel, siempre un café de olla en vaso de unicel y un pan dulce; nunca era el mismo, saludaba a los alumnos y luego tomaba asiento en el escritorio, buscaba algo en sus notas y empezaba a escribir un tema en el pizarron, no decía una sola palabra y cuando terminaba de escribir tomaba asiento, no sin antes mencionar lo obvio; que ellos copiaran aquel apunte.