Cuando nuestro amor florece

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«Iluminaste mi mundo en mi momento más feliz, anhelé tu presencia en medio de la tristeza y volví a encontrarte para continuar con aquel amor que un día nos completó. »

—¿Te gusta? —le preguntó con una sonrisa en el rostro—. Todavía no lo he terminado pero quizá lo haga pronto...Aún así, deseaba contar con tu opinión.

La jovencita observó a su mejor amigo mientras él había terminado de ver una de las obras que la chica pintó con sus propias manos.

—Todo lo que hacen tus manos es hermoso...¿Ya lo sabes cierto? —murmuró.

Giselle se sonrojó y soltó una pequeña risa de nerviosismo.

Por supuesto que el muchacho era mayor que ella por cuatro años, y aun así, a ella le encantaba.

—No deberíamos estar aquí, mis padres comenzarán a buscarme —le dijo evitando agradecerle por aquel cumplido.

—Tienes razón, no deseo darte problemas. A cualquier padre le molestaría que su hija esté con un hombre mayor que ella.

—Pero somos amigos James, además tú me ayudas con mis tareas del colegio y yo te escucho quejándote de tus compañeros de universidad ¿No es un trato justo? Y a pesar que a papá le molesté que pase mucho tiempo a solas contigo, mamá lo tranquiliza... —Ella guardó el boceto en una de sus carpetas y luego en su mochila de cuero.

—Fuiste tú quien dijo que no deberíamos estar aquí —él le recordó—. Pero puede que tengas razón, es un poco tarde y no deberíamos estar en una cafetería como un par de locos.

—Siempre dices que somos un par de locos —Giselle sonrió de nuevo en cuanto ambos abandonaban la cafetería que quedaba a menos de diez minutos de casa de la menor.

—Y dime tú niña...¿No lo somos acaso? Creo que nadie tiene la misma complicidad que tenemos tú y yo.

—¿Complicidad es sinónimo de locura?

—Parece que hoy estás muy preguntona, princesa.

—Quizá solo estoy bastante irritada porque no tolero más al profesor de física —se quejó con rabia.

—¿Quieres que vaya a hablar con él y le diga que es un imbécil? Andrew dice que lo saca de casillas, y ahora lo dices tú, parece que el problema no son ustedes.

—Creo que es complicado, sin embargo, puedo arreglar mis proplemas sola. Pero, muchas gracias. —Le sonrió de nuevo, realmente disfrutaba cada momento que vivía con James.

—Giselle, hoy quiero decirte algo...Bueno, he estado pensando al respecto durante mucho tiempo y decidí que no puedo seguir más tiempo sin hablarlo. —Se detuvo, colocando las manos en los bolsillos de su pantalón y observando a la joven.

—Sabes que puedes decirme lo que sea, James, siempre.

—Algún día crecerás Giselle y entonces, estaré esperándote porque el amor que siento por ti es puro e incondicional. No busco que pienses que quiero aprovecharme de ti al ser menor que yo, no obstante, sí deseo que sepas que me gustas.

—Tú...¿Cómo es que me dices esto tan de repente? —Ella inquirió con nerviosismo. Recordó que estaba a menos de una cuadra de su casa y pensó en la posibilidad de salir huyendo ante semejante confesión.

—Sé que te gusto, Gigi, sé que sientes lo mismo que yo. Y tal vez piensas que es imposible por nuestra diferencia de edad, pero, en realidad no soy mucho mayor que yo y espero que en unos años, podamos estar juntos. —Entrelazó sus manos con una sonrisa.

—¿Estás hablando en serio? —La muchacha rió, su corazón latía de alegría.

—¿Crees que le mentiría a la persona más especial de mi universo?

—Sé que no me mentirías.

—¿Entonces para qué me preguntas Gigi? No quiero que esto cambie la relación tan bonita que existe entre los dos.

—Esto no va a cambiar las cosas entre los dos, te lo prometo. Solo...Sigamos siendo así de cercanos hasta que podamos estar juntos ¿Es eso lo que quieres de verdad? —Volvió a interrogarle sin poder creerse que el chico que le encantaba tanto sentía lo mismo por ella.

—Lo que quiero de verdad es estar siempre cerca tuyo, y mientras los años pasen, la historia entre los dos seguirá escribiéndose —suspiró con una sonrisa—. Siempre voy a estar a tu lado, sin importar lo que suceda, y mientras estemos juntos no habrá nada que pueda interferir.

—Solo no le digas nada a nadie...Dejemos que este sea nuestro secreto.

«Las primeras pinceladas de nuestra historia de amor fueron tan dulces que una vez creí que el invierno nunca llegaría a tocar nuestra puerta. »




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