21 de enero de 2021
Priscilla
Me encerré en la habitación que compartía con James y enseguida le marqué a Anthony.
—Hola mi amor...¿Me tienes alguna novedad sobre lo que te pedí? —interrogué.
—Hola mi vida, bueno, la verdad es que todavía no he podido averiguar nada. Además va a ser un poco complicado tomando en cuenta que la única información que me proporcionaste es el nombre de la mujer.
—¿Y qué esperas para ayudarme a encontrarla? Para mí esto es de suma importancia, no es ninguna broma, así que hazlo.
—¿Por qué estás siendo tan agresiva conmigo? Mi amor...Sabes que voy a ayudarte en esto así que no necesitas apresurarte.
—Pasa que estoy harta de estar casada con este hombre y de tener que convivir con todos estos estúpidos, mis suegros se fueron a China y no volverán hasta dentro de un mes así que ya no puedo quedarme en su casa. Espero que me recibas en la tuya puesto que tampoco planeo quedarme aquí.
—Por supuesto que eres bien recibida lo sabes.
—Volviendo al otro tema...
—¿Si mi amor?
—Necesito que la encuentres, no me importa cuanto dinero quieras para esto. Necesito encontrar a la estúpida de Giselle Alderidge. Sí, estoy segura que James va a acceder a darme la mitad de su fortuna cuando sepa que tengo la vida de la tonta en mis manos.
—De acuerdo, en ese caso entonces lo que voy a hacer es contratar a varios investigadores privados y luego te aviso de cuanto va a ser el pago.
—Y qué sea rápido, no quiero pasar ni seis meses más casada con este imbécil. Además durante todo mi matrimonio tuve que aguantarme mientras escuchaba el nombre de Giselle, así que esta es mi venganza.
—¿No planeas hacerle daño o sí? Me refiero...No dejes que todo este tema del divorcio te haga tomar decisiones de las que te puedes arrepentir después.
—Solo sé que voy a hacer todo lo que sea necesario, y te lo digo de verdad, no me importa ensuciarme las manos. Considero que encontrarla no va a ser tan complicada, ella era una persona inteligente y estoy segura que ahora debe ser una buena doctora así que hay que buscar por ahí.
—Está bien Priscilla, voy a hacer todo lo que me pidas, solo te pido un poco de tiempo.
—Tiempo es lo que menos tengo, que te quede bien claro. Así que apresúrate, espero a que venga el estúpido de James para decirle que ya no quiero vivir aquí y voy directo hacia tu departamento.
—Nos vemos en un rato entonces. Adiós amor.
—Adiós amor.
Terminé de guardar en una maleta de viaje las pertenencias que me interesaban y salí de la habitación. Para mí mala suerte en el corredor me encontré con la estúpida de April.
No tolero en lo más mínimo a esa mosquita muerta de lo peor.
—No soy tonta April, no me creo por completo esa amabilidad de parte tuya. No me gustan las mosquitas muertas, te lo advierto. Piensa muy bien antes de actuar.
—Disculpa...¿Me adviertes qué? El que tú seas una persona de lo peor no quiere decir que los demás sean como tú. No necesito hacerme la mosquita muerta que te quede claro, tampoco necesito fingir absolutamente nada porque no soy una hipócrita.
—¿Y te atreves a responderme de esta forma? Recuerda tu lugar, mosquita muerta.
—Por eso mismo, porque recuerdo mi lugar sé que estoy mil veces por encima de usted no solo debido a que sé respetar a las personas, sino porque no soy una interesada que piensa que el dinero lo es todo. Usted tiene dos maravillosos hijos y es una pena que no te importen, espero que el día de mañana cuando sean grandes y le guarden rencor a su madre por nunca haber estado para ellos, no te arrepientas de haberlos dejado a un lado durante su infancia.
¿Quién se cree esta mujer de cuarta para hablarme a mí así?
—¿Quién te crees que eres para hablarme así? —no me aguanté más y le pegué una cachetada, por supuesto no me esperé que ella repitiera mi acción.
—¿Y tú quién te crees para tratarme así? Si no te agrado simplemente pasa de lado, al final del día estoy haciendo por tus hijos todo lo que no haces por ellos. Y porque les tengo respeto y cariño decido terminar esta pelea sin sentido aquí antes de que aparezcan, ellos no merecen ver los espectáculos de cuarta de su madre.
La mosquita muerta me dejó con la palabra en la boca y se largó.
La odio, maldita sea la odio, y si ella decidió meterse en mi camino, voy a tener que acabar con ella también.
Con la ira matándome por dentro no deseaba quedarme ni un segundo más en esa casa pues si me quedaba, le iba a arrancar los pelos.
Tratando de controlar el enojo me dirigí hacia la cocina para hablar con Irene.
—Irene, le dices a James que ya no pienso seguir viviendo aquí y que las visitas a los niños tampoco me interesan, quizá a mis padres sí, pero, que hablaré con él en los próximos días en su oficina —le dije sin darle tiempo a que me respondiera puesto que abandoné el departamento tan pronto como pude.
No me importa irme y nunca más volver, al final este nunca se sintió como mi hogar.
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Editado: 19.11.2024