Cuando nuestro amor florece

61 | La mitad de mi corazón

22 de marzo de 2021

Giselle

Esbocé una pequeña sonrisa en cuanto terminé de leer aquel libro de anatomía que siempre me había gustado tanto. Cada vez que vuelvo a leerlo es como regresar a cuando era joven, y de vez en cuando es bueno sonreír por causa de los recuerdos.

—¿Giselle? —James tocó la puerta de mi habitación y mi sonrisa se hizo aún más grande al notar que se trataba de él—. ¿Puedo pasar?

«Solo Dios sabe lo mucho que amo a este hombre.»

—¡Adelante por favor! —reí bajo—. ¿En qué te puedo ayudar? ¿Me estabas buscando para algo?

—¿Acaso no puedo querer pasar tiempo con la mujer de mis sueños sin razón alguna? —me dijo.

—Me haces sentir como una tonta adolescente que se sonroja cada vez que le dicen algo bonito —tuve que cubrir mi rostro debido a que sentía que me estaba ruborizando cada vez más.

—De ser así, a mi lado te sentirás como una adolescente por el resto de nuestras vidas...Y todavía tenemos mucho por vivir. —Susurró.— ¿Qué estabas haciendo? ¿Te interrumpí de alguna forma?

—Oh, no, no, para nada. En cuanto entraste ya había terminado de leer mi libro.

—Debe ser muy difícil para ti haber dejado tu empleo, que es lo que siempre amaste más en todo el mundo, para irte a Londres. Quiero que recuperes tu empleo...Quiero que vuelvas a trabajar como una cirujana ortopédica.

—Volveré a trabajar como cirujana, eso sin duda pasará, pero, antes tengo que terminar de solucionar todo este enrollo en el que me involucre —reí—. Quiero estar contigo, y eso significa que debo mudarme a Londres contigo, tengo que buscar un trabajo allí.

—Puedo buscarte un trabajo allí, en menos de un día si es necesario.

—No necesito que hagas cosas por mí, siempre he sabido defenderme sola. Conseguiré un trabajo por mi cuenta.

—¿Esto no es demasiado para ti? —me preguntó—. Esto de dejar a tu familia en Nueva York, dejar a Amelie a quien apenas acabas de recuperar...Sé que para ti ellos lo son todo.

—No puedo decir que ellos no son mi todo, al contrario, me han mantenido de pie durante años. Sin embargo, ya es momento de que me haga cargo de mi propia vida.

—¿A qué te refieres Giselle?

—Tengo treinta y uno, estoy a punto de cumplir treinta y dos años. Si planeo casarme, si quiero tener hijos y tener un hogar es mejor que me apresure o cuando me dé cuenta el tren habrá pasado por la estación y no lo habré tomado. Y sé que no debo tomar este tipo de decisiones sola, que debo preguntarte a ti que es lo que quieres primero, no obstante, sé que soy una mujer adulta y que si deseo tener hijos debo hacerlo lo más pronto posible o de lo contrario será muy tarde para mí. Adoro a tus niños, en serio, pero, también deseo tener hijos propios.

—Respeto eso Giselle y lo entiendo, haremos todas las cosas que quieres. Solamente debemos solucionar un par de cosas antes y luego viviremos para hacer todo eso con tranquilidad.

—Gracias por entenderlo —le sonreí, al menos ahora sabía que él me apoyaba en las cosas que deseo.

Siendo honesta, ojalá pudiera casarme con él pronto.

—Ya hemos perdido mucho tiempo...Estos trece años siempre deben habernos pertenecido a nosotros, pero, nuestra historia se mantuvo en pausa. Ahora, nada puede hacerme más feliz que tenerte a mi lado ¿Sabes eso mi amor? —Se acercó a mí para posar su mano sobre mi mejilla, asentí con una sonrisa.

—Creo que es momento de dejar el pasado de lado, ya no importa todo lo que hayamos hecho bien o lo que hiciéramos mal. El pasado es el pasado, no podemos volver atrás, lo único que tenemos el presente y un futuro que nos pertenece. Sé que recuperaremos esos trece años que la vida nos separó, y que seremos las personas más felices del mundo.

—¿Te puedo decir mi mayor secreto?

—Siempre puedes confiar en mí, mi cielo —acaricié su rostro, mirándolo a los ojos y perdiéndome su profundidad.

—Eres lo que más he amado en el mundo, lo que más amo y lo que más amaré durante toda mi vida. Cuando muera, solo quiero permanecer en el más allá contigo, o si hay otra vida después de esta, volver a vivirla contigo. Eres lo único que siempre he querido.

Mi corazón se conmovió al escuchar sus palabras.

Él hacía que mi mundo se pusiera de cabeza.

—La vida me dio el regalo más grande en cuanto te conocí, y ahora soy la mujer más afortunada por tener a un hombre que me ame de la manera tan honesta en la que tú me amas. Nunca olvides que te amo tanto como tú a mí, y te prometo que nunca voy a dejarte solo si me prometes que tú nunca volverás a dejarme.

—Nunca volveré a dejarte Giselle y haré todo para cumplir con mi promesa —se acercó más para besar mis labios con lentitud.

—Dejando un poco de lado ese tema, aunque me encanta que me digas cosas bonitas...No puedo esperar a volver a trabajar como cirujana, es lo que más me hace feliz y bueno, lo que también me ha hecho vivir muchos momentos tristes.

—Salvas vidas mi amor, no hay un mejor trabajo en el mundo que ese.

—Salvo vidas, en eso tienes razón, pero hace un par de años una mujer murió, quien era mi paciente, murió en mis brazos, dejando a sus tres hijos huérfanos...Sé que hice todo lo que pude, realmente lo hice, me esforcé en ayudarla, sin embargo, ella ya estaba bastante mal. Eso me marcó, lloré mucho y no he dejado de pensar en qué será de la vida de sus hijos ahora, no debe ser nada fácil crecer sin una madre.

—Hiciste lo que pudiste y eso es lo que siempre debes recordar, no puedes salvarlos a todos. Hay cosas que ya no están en nuestras manos y ya no debes culparte a ti misma por eso.

—Siempre fuiste el único que sabe como ayudarme a sentirme mejor, si hubieras estado conmigo en ese momento quizá no habría entrado en depresión.

—¿Caíste en depresión por todo lo que pasó con esa mujer?

—Sí, soy una mujer sensible. Pero he vivido varios capítulos duros en mi vida, fue solo un episodio más.




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