Cuando nuestro amor florece

66 | El futuro que nos queda por vivir

3 de abril de 2021

James

Despertar desnudo en la cama con la mujer que más he amado en la vida es posiblemente lo mejor que me ha pasado.

La llevé a desayunar en el hotel, salimos a visitar lugares turísticos durante el día y por la tarde la llevé a cenar mientras veíamos el atardecer.

—Este es un lugar muy lindo…Siempre me ha gustado mirar al cielo y apreciar su belleza —confesó con una sonrisa en el rostro. Hoy sus ojos tenían un brillo especial, asumo que ella está plenamente feliz. Y nada me alegra más que ser el motivo por el que ella se siente así.

—Esa es la razón por la que te traje aquí —la ayudé a sentarse—. Preparé esto para ti porque sé lo mucho que te gusta el cielo.

—Amo apreciar la belleza en todo, incluso en las pequeñas cosas...Gracias por esto James, este viaje ha sido inolvidable para mí. Cuando éramos jóvenes disfrutaba mucho de los viajes que hacíamos juntos, y deseaba haber hecho muchos más a tu lado.

—Pues no tienes que seguir pensando en el hubiera, sino en todo lo que seremos. El invierno no volverá a tocar nuestra puerta, me aseguraré que la primavera se quede de nuestro lado.

—Te amo James, nunca lo olvides.

—Te amo Giselle, y nunca olvidaría lo mucho que me amas. Hoy me gustaría darte algo muy especial que espero puedas recibirme.

—Recibiría cualquier cosa que viniese de ti.

Antes de dar el paso más grande de mi vida, me aseguré de tomar un pequeño respiro mientras la miraba a los ojos:

—Te entrego este anillo de promesa para que el siguiente sea el de compromiso. Quiero que seas mi esposa, que te conviertas en la persona que me acompañe hasta mi último día en esta tierra.

Lágrimas se acumularon en sus ojos, me sonrió y colocó sus manos en mi rostro.

—Estar contigo es mi mayor deseo, aceptaré gustosamente convertirme en tu esposa y cuidar de ti hasta que sueltes tu último suspiro.

No respondí, me limité a acercarme a ella hasta poder unir sus labios a los míos.

—Gracias por aceptar este anillo —le agradecí—. Ya verás que te compraré el anillo de compromiso más bonito que has visto nunca.

—Me gustan los diamantes…Aún conservo aquel collar de estrellas que me regalaste en uno de mis cumpleaños. Y también llegué a conservar uno de los regalos que me enviaste cuando ya nos habíamos separado.

—¿Guardaste cada uno de los regalos que te envié cuando dejamos de hablar?

No puedo creer que ella haya aceptado aquellos presentes aun cuando nuestra relación había llegado a su fin, más considerando la mala manera en la que terminó todo.

—Sí, lo hice. Fueron veinticuatro regalos distintos, los cuales enviaste cada mes durante dos años. Enviabas flores, collares, anillos, pulseras, libros, chocolates…Pero nunca me enviaste una carta, puede que por eso nunca me atreví a responderte. Sabía que estaba mal el hecho de que enviaras regalos a otra mujer cuando estabas casado y que era mucho peor que yo aceptara cada uno de ellos, es solo que…Aquel era el único consuelo que me quedaba, mi pobre corazón se sentía un poco aliviado cuando confirmaba que tus sentimientos por mí seguían intactos hasta que un día te detuviste ¿Por qué fue que dejaste de enviarme aquellos regalos que alegraban tanto mi vida?

—Todos los regalos que te enviaba costaban mucho dinero, un día mi padre notó que cada mes gastaba una alta cantidad de dinero de forma injustificada. Sospechó que continuaba teniendo algún tipo de vínculo contigo. Después de eso traté de buscarte, fui a casa de tus tíos y me dijeron que hacía tiempo que te habías mudado junto con tu hermana a Estados Unidos y tampoco me dieron tu nuevo número de teléfono. Fue así que nuestra historia terminó.

—Tenía que dejarte ir, debía dejarte atrás si deseaba empezar una nueva vida en Nueva York. No era justo para mí seguir sufriendo eternamente por el corazón de un hombre que ya no me pertenecía.

—Hiciste bien en priorizarte, lamento mucho haberte hecho sufrir Giselle. Me habría gustado tener un poco menos de cobardía y quedarme a tu lado como te había prometido.

—El pasado ya se ha quedado atrás. No somos dueños del pasado, pero sí de nuestro presente y futuro, así que solo encarguémonos de ser felices ahora que tenemos la oportunidad.

—Trece años que marcaron mi vida…Te extrañé cada maldito segundo.

—Y yo a ti James, cada maldito segundo…Al menos mientras no formé parte de tu vida, tuviste dos maravillosos hijos que te llenaron de felicidad el alma.

—Ojalá la madre de mis hijos fuese alguien completamente diferente a Priscilla.

—Quien sea su madre es lo que menos debe importarte, ellos son niños maravillosos y la luz de tu vida. No quiero que eso cambie porque estoy aquí, tus hijos siempre deben ser tu prioridad y deben ir primero.

—Las personas a las que más amo en el mundo es a mis hijos y a ti, y mi amor o atención por ellos no cambiará nunca.

Ella se quedó en silencio, decidí cantarle aquella melodía que tanto adoraba.

—I want to give you some love —canté en voz baja solo para que ella pudiera escucharme, lentamente su cabeza se posó sobre mi hombro.

—I want to give you some good, good lovin' —continuó con una sonrisa en el rostro—. Pensé que después de todos estos años, habrías olvidado lo mucho que me gustaba esa canción.

—Podrían pasar miles de años, pero nunca olvidaría algo que tenga que ver contigo.

—Si tuviéramos que elegir una canción para bailarla en nuestra boda ¿Qué canción escogerías? —Susurró con curiosidad. —Es una duda que siempre tuve, honestamente he soñado con casarme contigo la mayor parte de mi vida...Y es obvio que he imaginado cada uno de los detalles, los he repetido una y otra vez en mi mente...Deseando que dejaran de ser solo deseos y se convirtieran en realidad.

—¿Qué canción bailaríamos en nuestra boda? Creo que la respuesta es fácil; Mirrors de Justin Timberlake.




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