Cuando nuestro amor florece

82 | Imagíname sin ti

9 de abril de 2021

James

El aire estaba pesado. Había algo en mí que me oprimía el pecho, como si todo el mundo estuviera respirando más despacio, como si todo estuviera esperando algo, esperando el desenlace. La luz del atardecer caía débilmente sobre la mesa, pero ni siquiera eso me tranquilizaba. Claire estaba sentada frente a mí, mirándome como si pudiera ver más allá de lo que mis ojos mostraban. Quizá lo hacía. Quizá podía ver mi miedo.

—James... —su voz quebró el silencio, una pausa tensa flotando entre nosotros. Su mirada era suave, pero no había dulzura en ella. Solo preocupación, y ese tono que ella usaba cuando sabía que algo no estaba bien, cuando sabía que yo no estaba bien.

A pesar del poco tiempo que ha compartido con Giselle, ella la ama de corazón y la idea de llegar a perder a su hermana la vuelve loca.

—¿Qué pasa? —preguntó, pero en su tono había más que solo curiosidad. Había una necesidad, un anhelo por entender lo que me estaba desgarrando por dentro.

Tomé aire, pero ni siquiera eso me ayudó. No me ayudó porque la sensación de miedo seguía aquí, en el fondo de mi estómago, creciendo, pulsando con cada segundo que pasaba. Giselle.

—Es Giselle... —dije, y mi voz salió más rota de lo que esperaba. Lo odiaba. Odiaba que fuera tan obvio. Odiaba que no pudiera ocultarlo. No podía. —Tengo miedo de que la perdamos. Intento ser positiva, realmente lo intento, pero el miedo a perderla me está consumiendo. Nunca la he tenido a mi lado, por culpa de los Windsor, y ahora que ella está conmigo quizá voy a perderla...Y de nuevo es su culpa, los odio desde el fondo de mi corazón.

La palabra flotó en el aire entre nosotros, y algo se quebró dentro de mí. No había vuelta atrás, ya lo había dicho en voz alta, y ahora el peso de mis pensamientos, la ansiedad que me aplastaba, estaba al descubierto.

Claire se acercó un poco, sus ojos fijos en los míos, como si intentara encontrar alguna respuesta que no estuviera en mis palabras. No pude mirarla mucho tiempo. Tenía que dejarla hablar, porque yo no sabía qué más decir, no sabía cómo hacer que el dolor dejara de apoderarse de mi cuerpo.

—James, no... —Su voz fue suave, casi un susurro, pero el miedo, el mismo miedo que sentía yo, no se fue. —Giselle va a salir adelante.

No lo sé.

No lo sé.

Me pasé las manos por la cara, frustrado, cansado de sentirme tan inútil. El miedo estaba tan presente que ni siquiera pude convencerme de que todo iba a salir bien. A veces veía a Giselle tan frágil, tan débil, que me preguntaba si su lucha era realmente la misma que la mía. Yo luchaba por seguir adelante, ella... parecía luchar solo por respirar. ¿Qué podía hacer? ¿Qué podía hacer yo por ella, cuando ni siquiera tenía control sobre lo que estaba pasando dentro de su cuerpo?

—Ella... está tan débil, Claire. Mi voz volvió a quebrarse. A veces siento que ni siquiera está luchando. Y yo... No terminé la frase. No pude. Había algo en mí que no quería admitir, algo en mi pecho que no me dejaba seguir. —Yo no sé cómo seguir sin ella.

Claire me miraba fijamente, con esa calma que me hacía sentir aún más inestable, como si ella estuviera eligiendo cada palabra con cuidado, como si estuviera eligiendo mi salvación. Pero yo ya no creía en palabras. Las palabras no iban a salvarla.

—James... —dijo de nuevo, y pude sentir la firmeza en su tono, como si estuviera luchando conmigo, como si me dijera que no podía rendirme. —Estás asumiendo lo peor, y entiendo por qué, pero tenemos que aferrarnos a la esperanza. Giselle es fuerte, más de lo que crees. Y mientras haya una mínima oportunidad, vamos a luchar por ella.

Me costó tragar esas palabras. A veces, el miedo es tan grande que no importa cuánto te hablen, no importa cuántas veces te digan que todo estará bien. La verdad es que yo no sabía si estaría bien. Yo no sabía si Giselle sería capaz de salir de esto.

—No sé si puedo soportar otra pérdida, Claire. La mayor pérdida de mi vida fue cuando ella ni siquiera aceptó ser mi amiga después de mi boda con Priscilla, y aunque me dolió muchísimo su decisión, por supuesto que entiendo el porqué no aceptó...Vivir con su ausencia durante tanto tiempo fue el mayor castigo de mi vida, y ahora no podría volver a soportar su ausencia de nuevo...Sabiendo que esta vez no podría volver a verla.

Mis palabras salieron más duras de lo que había planeado, y vi cómo su rostro se tensaba, pero no se apartó. No lo hizo, y de alguna manera eso me dio un poco de consuelo. Ella no me iba a dejar solo en esto, aunque yo estuviera al borde de rendirme.

—Y no lo vas a hacer. No estamos solos en esto. —Fue lo último que dijo, sin titubeos, sin dudas. Era como si su fe en todo fuera suficiente para que la mía se encendiera de nuevo, aunque fuera solo por un segundo. —Vamos a estar a su lado, siempre. Tú no eres el único que teme perderla, pero no podemos rendirnos.

Mis ojos se cerraron con fuerza, y dejé que las palabras de Claire calaran hondo, aunque no podía evitar la sensación de vacío que me recorría. No sabía si todo eso sería suficiente. No sabía si Giselle iba a salir de este abismo en el que estaba sumida, pero al menos no estaba solo. No era el único que temía.

El miedo seguía ahí, pesado y frío, pero tal vez, solo tal vez, podía aferrarme a lo que Claire decía. Tal vez podría encontrar la fuerza para no rendirme. Al menos no hoy. No mientras aún quedara una chispa de esperanza.

—La familia de Giselle llegará esta noche, su vuelo aterrizará pronto así que me iré a recogerlos. Por favor cuida de los niños mientras regreso, aunque Irene se quedará con ustedes.

—Está bien James, los esperaré despierta.




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