Cuando nuestro amor florece

83 | Podemos ser felices todavía

10 de abril de 2021

Giselle

Había visto a la muerte de frente. Y siendo honesta me había resignado a recibirla con los brazos abiertos porque en ese momento me di cuenta que ya no podía hacer nada para salvarme a mí misma. Priscilla huyó luego de hacerme daño, y James se quedó a mi lado mientras la ambulancia llegaba, y lo que más me dolió fue ver la desesperación en sus ojos cuando me desangraba a su lado.

La habitación del hospital estaba demasiado tranquila, demasiado silenciosa. Solo el suave pitido de la máquina de suero rompía el silencio, pero ni siquiera eso podía calmar el torbellino que tenía dentro. Estaba exhausta, mi cuerpo aún se sentía pesado después de la cirugía, pero mi mente no paraba de girar. Había algo más que necesitaba decirle, algo que ni siquiera yo misma sabía si era capaz de entender del todo.

James estaba sentado junto a mí, tan cerca y, al mismo tiempo, tan distante. Lo observaba de reojo mientras miraba sus manos, como si intentara encontrar las palabras adecuadas para lo que estaba a punto de decirle. Sus dedos se entrelazaban en los míos, pero había algo en su expresión que delataba la preocupación, la misma que había visto tantas veces en su rostro durante todos esos años de distancia. El James que conocí era fuerte, siempre confiado, pero ahora... era como si todo en él estuviera tambaleando.

Me sentí débil de repente. No de dolor físico, sino de vulnerabilidad. Todo en mí, todo lo que había construido a lo largo de los años, parecía desmoronarse frente a lo que tenía que contarle. Trece años de separación, trece años de preguntas no respondidas, y ahora este giro tan inesperado. La idea de ser madre a mi edad, después de tanto tiempo, parecía tan surrealista que me costaba creerlo.

Siempre soñé con ser madre, quizá ese era uno de mis sueños más grandes, y la verdad es que solo quería serlo si era con James. Al separarme de él, me fui alejando lentamente de la idea de convertirme en madre algún día y ahora que hemos vuelto a estar juntos, no puedo creer que estamos recibiendo una bendición como esta en medio del infierno que se ha desatado entre nuestras familias.

Mi voz tembló al intentar hablar, y sentí cómo las lágrimas comenzaban a acumularse en mis ojos. No podía retenerlas.

—James... —susurré, con el corazón desbordado, buscando su mirada. Quería verlo, pero no sabía si estaba lista para ver la reacción que vendría. Si podía soportarlo.

Me miró, su expresión dura como siempre, pero había algo en sus ojos, algo que me decía que algo se estaba quebrando dentro de él, aunque no sabía qué exactamente.

—¿Qué pasa? —me preguntó, su voz suave pero cargada de incertidumbre.

Respiré hondo. ¿Por qué me costaba tanto decirlo? ¡Era la noticia más simple, y sin embargo, tan abrumadora!

—Estoy embarazada, James. —Las palabras salieron, frágiles y pesadas. Como si al pronunciarlas el mundo a mi alrededor hubiera comenzado a girar más rápido. Miré sus ojos en busca de alguna reacción, pero no vi nada. Estaba tan quieto, tan en shock, que me hizo dudar de si me había entendido. La verdad es que no sabía si el doctor le había dicho sobre mi embarazo o si acababa de enterarse de ello a través de mí.

Él no contestó de inmediato. Por un segundo, el tiempo se congeló entre los dos. Yo no sabía si había escuchado bien. La idea de ser madre después de tantos años parecía un sueño lejano, casi irreal, pero ahí estaba, latente en mis entrañas. Apreté los ojos, como si al cerrarlos pudiera desaparecer la duda que se apoderaba de mí.

—¿Qué... qué dices? —su voz tembló, y vi el desconcierto en su rostro, el mismo que había sentido yo al descubrirlo. Y eso me rompió un poco más por dentro. No quería que él sufriera, no quería que se sintiera perdido, pero de alguna manera todo había tomado un giro que ninguno de los dos esperaba.

La verdad estaba ahí, en el aire, flotando entre nosotros como un misterio que se resistía a ser comprendido. Estaba embarazada. Después de trece años. Después de tanto tiempo separados, después de tantos errores, de tantas palabras no dichas, aquí estábamos. Y no sabía cómo se suponía que íbamos a manejarlo.

Mis ojos se llenaron de lágrimas. No podía evitarlo. Necesitaba decirlo, necesitaba que lo supiera, aunque aún no sabía qué significaba para mí, para él, para los dos.

—Estoy embarazada, James... —repetí, esta vez con más calma. Con la esperanza de que, al pronunciar las palabras de nuevo, él las entendiera mejor.

Su rostro se arrugó por un instante, como si tratara de descifrar algo que no podía entender. Vi su mandíbula tensarse y su mirada volverse distante, pero luego se acercó lentamente, y tomándome las manos con más fuerza de la que esperaba, comenzó a llorar. No supe qué hacer. No supe si abrazarlo o soltarme a mí misma.

Y entonces, de pronto, supe que todo había cambiado. El James que había conocido durante años estaba ahí, de nuevo frente a mí, pero con un temor palpable, un miedo a lo desconocido. Y lo comprendí. Yo también tenía miedo. Pero sabía que no estaba sola. No importaba lo que pasara, no importaba cuán improbable pareciera nuestra situación, íbamos a hacerlo juntos.

Las lágrimas me nublaban la vista, pero la calidez de su mano me decía que no había marcha atrás. Había algo que nos unía, algo que el tiempo había desenterrado, algo tan profundo como la vida misma.

—Aunque el doctor ya me había dicho que estás embarazada, escucharlo de tu boca se siente aún más irreal. Eres el amor de mi vida y nada me hace más feliz que el saber que pronto tendremos un bebé como resultado de nuestro amor.

—¿Crees que vamos a poder salir de todo esto? ¿Qué el infierno se apagará y podremos tener nuestro anhelado final de cuento de hadas?

—Lo haremos, Giselle. Lo haremos.

Y por primera vez en muchos años, sentí que todo lo que habíamos perdido podía, tal vez, ser recuperado. Que después de tanto dolor, después de tanto vacío, había una oportunidad. Una nueva oportunidad.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.